Hace 200 años, poca gente preveía la legalización del divorcio o la homosexualidad sin tapujos, y mucho menos el matrimonio entre gays. El arte abstracto y el jazz eran inimaginables. Da la impresión de que la estética, la moral y las relaciones familiares son la pesadilla del futurólogo. Se especula sin cesar sobre el futuro equilibrio de poder, los conflictos que se avecinan y las nuevas tecnologías. Sin embargo, es como si pensáramos que la moral y la estética son inmutables. Y el mundo se olvida de preguntar cómo cambiarán las concepciones del bien y el mal, lo aceptable y lo inaceptable, la belleza y la fealdad. Y lo harán.
La monogamia, que, en realidad, no es más que un útil convencionalismo social, no sobrevivirá. En la práctica, no se ha respetado demasiado, y pronto desaparecerá incluso como ideal. No creo que la sociedad vuelva a la poligamia. En su lugar, se avanzará hacia una concepción radicalmente nueva de las relaciones sentimentales y amorosas. Nada impide que alguien se enamore de varias personas al mismo tiempo. La sociedad rechaza esta posibilidad, sobre todo, por motivos económicos –para mantener una transmisión ordenada de la propiedad– y porque la monogamia protege a las mujeres de los excesos masculinos. Pero esas razones están desapareciendo ante nuevas tendencias muy poderosas. La exigencia insaciable de transparencia, alimentada por la democracia y el libre mercado, está colocando las vidas privadas de los hombres y mujeres públicos bajo un escrutinio cada vez mayor. La realidad de vidas y parejas múltiples va a ser cada vez más visible, y la hipocresía de la sociedad quedará al descubierto. El ascenso continuado de la libertad individual transformará de manera permanente las costumbres sexuales. Del mismo modo que el enorme aumento en la esperanza de vida hará que sea casi imposible pasar toda la existencia con una persona y no querer a nadie más. Mientras tanto, los avances tecnológicos debilitarán aún más los vínculos entre sexualidad, amor y reproducción, que son conceptos muy diferentes. La generalización de los métodos anticonceptivos ha eliminado ya un obstáculo importante a la posibilidad de tener varias parejas. Igual que la mayoría de las sociedades aceptan hoy las relaciones amorosas sucesivas, pronto reconoceremos el amor simultáneo como algo legal y aceptable. Hombres y mujeres podrán formar parejas con distintas personas que, a su vez, tendrán otras parejas también. Por fin reconoceremos que es humano querer a distintas personas al mismo tiempo. ... |
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