Lejos de ser un problema, las personas con pasaportes y acentos distintos plantean una oportunidad para el crecimiento económico de los países de destino. Así se muestra en EE UU y Alemania, que lideran la lista de Estados con mayor número de migrantes en términos absolutos, y en Emiratos Árabes Unidos o Qatar, los países con mayor proporción de trabajadores extranjeros.

Sin la movilidad humana, que ha determinado la configuración actual de las sociedades, no podríamos entender la historia de la humanidad. Tanto las primeras potencias mundiales como los Estados con economías más débiles han sido escenarios de movimientos migratorios, que han contribuido a asentar las bases que hoy los sustentan. Así lo recoge el recién firmado Pacto Mundial para la Migración: “La migración [...] ha sido una fuente de prosperidad, innovación y desarrollo sostenible en nuestro mundo globalizado, y esos impactos positivos pueden ser optimizados mejorando la gobernanza de la migración”.

Prescindiendo en muchas ocasiones de las evidencias académicas, la gestión de esa fuerza de trabajo y talento genera encendidos debates que llegan a convertirse en temas determinantes en campañas como el Brexit británico o la victoria del estadounidense Donald Trump, que no ha ratificado el Pacto Mundial para la Migración. Tampoco lo han hecho Chile, Austria, Australia, República Checa, República Dominicana, Hungría, Letonia, Polonia y Eslovaquia; mientras que en Bélgica, Bulgaria, Estonia, Israel, Italia, Eslovenia y Suiza están pendientes de emitir su voto final.

A pesar de que algunos medios y fuerzas políticas plantean la inmigración como un grave problema, utilizando en ocasiones argumentos xenófobos, la comunidad académica destaca las aportaciones positivas que traen consigo las personas que cruzan una frontera buscando una nueva vida.

“La inmigración puede aliviar la presión del envejecimiento de la población y contribuir a otros beneficios a largo plazo, como un mayor crecimiento y productividad”, destaca el FMI. Conclusiones similares se desprenden de otras investigaciones como las realizadas por la OCDE o la Escuela de París de Economía, que publicó un estudio este año en la revista Science advances que abarca un marco temporal de 30 años en 15 países.

“Como muestran los informes del Banco Mundial, la migración puede estimular la productividad y generar innovación y especialización —explica la responsable de Desplazamiento Global de Oxfam Intermón, Eva Garzón—. Pero también puede tener un lado oscuro si no se facilita la movilidad y no se garantizan los derechos humanos y laborales”. En un informe sobre migrantes, la Unión Europea ha detectado  que “hay trabajadores que son gravemente explotados laboralmente” en sectores como la construcción, la agricultura y el trabajo doméstico.

 

Estados Unidos y el coste de la política antiinmigración

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Una demostración en contra de las políticas migratorias del Gobierno de Donald Trump, Nueva York. Spencer Platt/Getty Images

EE UU, el país que más migrantes recibe en términos absolutos, aún debate el impacto real de la mano de obra foránea en su economía, la mayor del mundo. Dentro de sus fronteras viven unos 49 millones de migrantes, el 15,3% de su ...