Más allá de la construcción de la Gran Presa del Renacimiento, la escasez de agua que sufre Egipto, y que promete agravarse de cara al futuro, tiene mucho que ver con la mala gestión de los recursos hídricos llevada a cabo por el Estado durante las últimas décadas.

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Una granjera egipcia da de beber a una vaca en las aguas del Nilo. KHALED DESOUKI/AFP via Getty Image

Los rumores de que Etiopía, Sudán y Egipto se disponían a rubricar a finales de febrero un acuerdo sobre cómo gestionar parte de la colosal presa que los primeros están construyendo en su tramo del Nilo parecían haber cobrado fuerza tras la intervención de Washington como parte mediadora. Pero justo cuando la firma parecía estar al caer, Adís Abeba se retiró, arrojando nueva incertidumbre sobre las posibilidades reales de un pacto.

Su renovada desavenencia supuso el último capítulo de la novelesca saga negociadora protagonizada por los tres anteriores países desde hace una década para definir el futuro de la Gran Presa del Renacimiento (GERD) –la más grande de África–, que Adís Abeba estaría ya ultimando y que amenaza con poner en funcionamiento tan pronto como este verano.

Para los etíopes, en el magnoproyecto, valorado en unos 5.000 millones de dólares, yacen sus esperanzas de convertirse en una potencia regional de generación de electricidad que impulse su economía. Pero los egipcios tiemblan por la drástica reducción de agua que su entrada en funcionamiento podría conllevarles. Por ello, desde que la presa fue anunciada, la tensión entre los tres países afectados se ha mantenido elevada, y los innumerables encuentros que han celebrado no han surtido ningún éxito remarcable hasta la fecha.

Para Adís Abeba, esta falta de quórum no ha sido razón para frenar las obras, algo que, a medida que éstas se acercan a su fin, ha aumentado la ansiedad del régimen egipcio, que culpabiliza por su delicada posición a todo el mundo excepto a él mismo. La GERD, sin embargo, está lejos de suponer la principal amenaza para Egipto a la hora de asegurar su acceso al agua –como la narrativa oficial se empeña en señalar–, y ha sido en cambio la mala gestión histórica de este recurso por parte de la élite del régimen la que ha empujado al país a una situación críticamente comprometida. Con o sin la Presa del Renacimiento.

Avisos

A pesar de encontrarse entre los ríos más célebres del mundo y ser considerado a menudo el más largo del planeta, la gestión del Nilo es especialmente compleja debido a que su caudal es relativamente bajo y los muchos países por los que cruza, hasta 10, a lo largo de sus más de 6.500 kilómetros, tienen necesidades muy distintas.

En el caso concreto de Egipto, que figura entre los países más secos del mundo, el Nilo representa alrededor del 90% de los recursos acuíferos a su disposición. Una dependencia histórica que si bien ha permitido florecer las orillas del río por milenios –y junto a ellas, la ...