
Las múltiples crisis que enfrenta la región precisan poner la seguridad humana y los derechos humanos en el centro de la agenda política a todos los niveles, solo así se podrá verdaderamente avanzar.
La región del Cuerno de África se enfrenta a una situación particularmente difícil que se ha agudizado sustancialmente desde el último trimestre de 2020. A nivel medioambiental, a las consecuencias de la plaga de langostas (de junio de 2019 a marzo 2022) se ha sumado el impacto de la sequía multiestacional por el fenómeno meteorológico La Niña. A escala política, el estallido de la guerra en Tigray en noviembre de 2020 ha sacudido el conjunto de la región y ensombrecido las esperanzas de cambio en Etiopía. Y en 2022, el empeoramiento de la situación económica global y el aumento de los precios, especialmente como consecuencia de la guerra en Ucrania, ha agudizado la situación de vulnerabilidad de la población. Esta situación afecta a toda la región, que suma 139 millones de habitantes si la definimos en un sentido geográfico estricto como Etiopía, Eritrea, Yibuti y Somalia, pero que crece hasta casi 300 millones si pensamos en el denominado gran Cuerno de África, que incluye también a Kenia, Uganda, Sudán del Sur y Sudán, y que engloba a todos los países de la Autoridad Intergubernamental sobre el Desarrollo (IGAD).
Una crisis multidimensional
En julio, la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) hizo un llamamientopara recaudar 1.800 millones de dólares para hacer frente a lo que define como la peor sequía en el Cuerno de África en las cuatro últimas décadas. Ésta comenzó en octubre de 2020 y afecta hoy particularmente al sur y este de Etiopía, toda Somalia y gran parte de Kenia. 11,6 millones personas se enfrentan diariamente a una situación de inseguridad hídrica en estas zonas, y ya son 19,4 millones de personas directamente afectadas por la sequía: 8,1 en Etiopía, 4,2 en Kenia, y 7,1 en Somalia.
Esta realidad tiene impactos multidimensionales inmediatos. OCHA cifra en 7 millones el número de reses muertas, y en 22 millones las que están en riesgo, lo que, conjugado con la realidad macroeconómica es un factor más en el aumento de los precios y la inflación. La pérdida de ganado, el descenso de la producción agrícola y la falta de acceso al agua han generado una hambruna y una situación sanitaria crítica. Todo ello provoca asimismo más movimientos poblacionales. La región alberga 4,7 millones de personas migrantes, y 15,3 millones de desplazadas internamente; de estas últimas, más de un millón lo son como consecuencia de la actual sequía.

Los impactos no son solo a corto plazo. En primer lugar porque no hay visos de mejora: ...
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