Cómo mitigar y adaptarse a los efectos del cambio climático en el centro del país africano, uno de las mayores zonas productoras de té del mundo.

Recolector de té en Kenia
Recolector de té en Kenia . © DW/D. Omondi

Las lluvias torrenciales y las heladas no son algo que uno normalmente esperaría en África Oriental. Pero el clima de la Tierra está cambiando, y está afectando a una de las regiones que más té producen del mundo, la zona central de Kenia.

Para Joseph Mwangi y su mujer, recolectar té por la mañana temprano se está volviendo más difícil últimamente. “Hemos estado sufriendo escarcha sobre las hojas”, dice. “Esto hace el trabajo más duro porque con el hielo nos pican las manos”, añade.

Mwangi y su mujer (en la foto de arriba) se ganan la vida como recolectores de té en Makomboki, en el centro de Kenia. Debido a la escarcha, han tenido que comenzar a recoger las hojas de té dos horas más tarde. Pero esto presenta nuevos problemas a la pareja.

“Cuando comienzo a trabajar más tarde, solo puedo recoger 40 kilos de hojas de té al día, en comparación con los 70 kilos de antes”, dice Muthoni. “Esto reduce mi paga diaria”, señala. Para ganar un dólar, tiene que recoger 10 kilos de hojas.

El té que recoge la pareja es llevado a la fábrica de Makomboki. Evans Muchiri, jefe de producción de la fábrica, dice que debido a los cambios en el clima han registrado un descenso del 16% en el té recogido en 2015 hasta la fecha, comparado con las cifras de 2014.

 

Experiencia local respaldada por investigación internacional

Kenia solía proporcionar un ambiente ideal para el cultivo: clima tropical, suelos volcánicos rojos y días largos y soleados. De hecho, la zona central del país es la tercera mayor productora de té del mundo.

En 2013, el cultivo de té contribuyó con más de 1.300 millones de dólares (1.200 millones de euros) a la economía nacional y hay más de medio millón de pequeños agricultores cuyos ingresos dependen del dinero que genera este cultivo.

El té crece mejor en las regiones montañosas, por lo que Makomboki -a una altura de algo más de 2.000 metros- solía proporcionar unas buenas condiciones. Pero el té requiere también temperaturas de entre 16 y 29 grados Celsius, además de lluvias estables, y estos requisitos han pasado a ser cada vez más inciertos en los últimos años.

Un estudio del Instituto de Investigación del Té de Kenia indica que en 2012, el peor año del que se tienen datos, se perdió casi un tercio de la cosecha.

“El cambio climático ya está teniendo un impacto negativo en las vidas de los cultivadores de té en África”, dice Alexander Kasterine, que dirige la Unidad de Comercio y Medio Ambiente en el Centro Internacional de Comercio (ITC).

“El aumento de las temperaturas y las extremas condiciones meteorológicas están reduciendo la productividad del té”, añade Kasterine.

La Asociación Ética del Té (ETP) -una organización sin ánimo ...