
He aquí las claves para entender cómo en lugar de traer desigualdad, la IA puede ser una oportunidad.
Nada tiene una única causa. Sin embargo, hoy hablamos de inteligencia artificial (IA) porque en el siglo XVII Leibniz tuvo un sueño matemático. El gran filósofo alemán pensó en una máquina ideal, a la cual se le pudiera hacer cualquier tipo de pregunta, luego apretar un botón, y que ésta respondiera atendiendo a una serie de reglas lógicas. A principios del siglo XX, se desarrolló formalmente este sueño matemático mediante la formulación del Problema de la Decisión, que planteaba demostrar si existe un algoritmo único que pueda determinar si cualquier proposición es verdadera o falsa. Alan Turing se interesó por el reto y para abordarlo ideó la conocida Máquina de Turing, que es la inspiración de nuestros ordenadores. Demostró que tal algoritmo único no es posible, y a la vez dirigió el camino hacia la IA. Desde los inicios de esta, se encuentra la idea de sustituir al ser humano en su pensamiento. Hoy en día esa sustitución se ve más cercana y se siente como fuente de desigualdad. ¿Nos hace la IA más desiguales?
Matemáticas desiguales
Si miramos a nuestro alrededor vemos un mundo desigual. Es una apreciación subjetiva, pero la economía, que es la ciencia matemática de la esperanza y la desesperación, nos ofrece una visión cuantitativa de tal apreciación.
Medir la desigualdad es medir el reparto de la riqueza. Para ello se ordena a la población de menor a mayor en la cantidad de riqueza que posee y luego se analiza por ciertos percentiles. Según el World Inequality Report, el 50% de la población mundial posee solo el 2% de la riqueza mundial, mientras que hay un 10% superior que posee el 75%, de los cuales un 1% dispone del 38% de tal riqueza. Para el caso de la Unión Europea y los EE UU, vemos que, año tras año, el 50% inferior viene perdiendo riqueza, y el 1% superior la va ganando. En nuestra cercanía los pobres son cada vez más pobres y los ricos, más ricos. Así son las matemáticas de la desigualdad.
Esta medición de reparto de la riqueza afecta al ámbito de la persona. Otra visión es la riqueza, o pobreza, de las naciones, que se mide con el indicador de riqueza como porcentaje de la renta nacional. Con datos de 2021, la relación riqueza-renta nacional en España es del 684%. Esto quiere decir que tenemos riqueza para 6,8 años, es decir, España se podría pasar parada, sin producir nada, todo ese periodo de tiempo. Lo relevante de este valor es cómo se reparte ese 684% entre riqueza privada y riqueza pública. En España prácticamente todo ello es riqueza privada, y nada o muy poco es riqueza pública. La misma tendencia aparece de forma global: los países se vuelven ricos, pero sus gobiernos se vuelven pobres. Desigualdad en la relación de fuerzas público-privadas.
Hay desigualdad entre ...
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