
Los patíbulos paquistaníes se han empleado a fondo en el último año, convirtiendo al país en el tercer ejecutor del mundo tras China e Irán.
Las cifras hablan por sí solas: entre 2007 y 2014, en Pakistán fueron ejecutadas en la horca 179 personas; desde finales de 2014 hasta la publicación de este artículo la cifra supera las 270, y es de esperar que sobrepase las 300 para final de año. Pero, ¿a qué es debido esta repentina oleada de ejecuciones?
A finales de 2008, el recientemente elegido Gobierno del Pakistan People’s Party (PPP) estableció una moratoria en las ejecuciones, aunque no así en la aplicación de la pena de muerte como sentencia judicial. Con la llegada al poder de la Pakistan Muslim League-Nawaz (PML-N) tras las elecciones de mayo de 2013, la moratoria se mantuvo extraoficialmente, si bien se llevaron a cabo una decena de ahorcamientos hasta finales de 2014.
En diciembre de ese año un grupo de terroristas de la organización Tehreek e Taliban Pakistan (TTP) asaltó una escuela en la ciudad de Peshawar dejando 141 muertos, 135 de ellos niños. Al tratarse de una escuela del Ejército, la inmensa mayoría de los fallecidos eran hijos de militares. La salvaje acción de TTP supuso un antes y un después en la política antiterrorista y de seguridad en Pakistán. Uno de los primeros anuncios del primer ministro, Nawaz, fue el levantamiento inmediato de la moratoria sobre las ejecuciones para casos de terrorismo.
Las primeras ejecuciones tras el levantamiento de la moratoria fueron llevadas a cabo por los militares en lo que parecía un claro mensaje, tanto para los terroristas como para la propia institución militar, que veía reforzada su moral tras el ataque talibán. Los primeros ejecutados estaban en prisión bajo jurisdicción militar desde 2003 y habían sido condenados por el intento de asesinato contra el general Pervez Musharraf. El general era entonces el presidente de facto del país tras el golpe de Estado contra Nawaz Sharif en 1999, además de jefe de Estado Mayor del Ejército.
Otra de las consecuencias del ataque contra la escuela militar fue la creación de tribunales militares para casos de terrorismo. Al parecer, el Ejército llevaba meses planeando la creación de los mismos, y el ataque le dio la justificación moral para imponerlos al poder civil sin demasiada discusión.
Los tribunales militares se han caracterizado desde entonces por las escasas garantías que ofrecen a los detenidos y por aplicar regularmente sentencias de muerte. Si bien la justicia ordinaria paquistaní no suele ser mucho más garantista, los tribunales militares han sido denunciados en repetidas ocasiones por llevar a cabo juicios que solo pueden ser calificados de sumarios.
Las condenas emitidas por los tribunales militares vinieron a sumarse a los miles de sentenciados a muerte desde que entrase en vigor la moratoria en 2008, con lo que los presos en el corredor de la muerte paquistaní llegarían a superar los 8.000. ...
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