
El objetivo de Panamá es utilizar en su beneficio la rivalidad entre Pekín y Washington valiéndose de su ventaja geoestratégica. El Ejecutivo panameño sostiene que pese a ser un país pequeño ha podido negociar de tú a tú con Estados Unidos. Una afirmación inverosímil. Aún más improbable resulta hacerlo con China.
Panamá y la República Popular China acaban de cumplir seis años de relaciones. Desde el establecimiento de lazos en junio de 2017 hasta la visita oficial de Xi Jinping en diciembre 2018 ambos países vivieron un romance diplomático.
Empresas chinas, estatales y privadas, ganaron licitaciones para numerosas concesiones. Fueron anunciados los más diversos proyectos. Una terminal de cruceros, un nuevo edificio para su Embajada, una línea ferroviaria de alta velocidad a Costa Rica, un enorme centro de convenciones o un cuarto puente sobre el Canal. Fueron firmados numerosos acuerdos. Progresaron las conversaciones de libre comercio.
Como exponía Euclides Tapia, profesor titular de la Escuela de Relaciones Internacionales de la Universidad de Panamá, China se apropia por ósmosis y sin referéndum del Canal. Ha desarrollado una política de inversión agresiva en lugares claves de la economía nacional.
Seis años después, la cartera china es más modesta. La terminal está a punto de concluirse y el centro de convenciones abierto, pero los demás proyectos se retrasaron o abandonaron. ¿Qué había ocurrido?
El presidente panameño Laurentino Cortizo – elegido en 2019 – volvió a alinear su política exterior hacia EE UU, aliado tradicional. El Gobierno interrumpió las conversaciones del acuerdo comercial para revisar el contenido de las negociaciones. Empresas chinas perdieron las licitaciones de infraestructuras clave. Fue rechazada la propuesta de tren de alta velocidad de más de 4 mil millones de dólares para conectar la ciudad de Panamá con el norte del país. Fue cancelado el proyecto de transmisión eléctrica de mil millones en la costa del Caribe, en el cual un grupo chino se encontraba entre los dos licitadores calificados, y reestructurado como una asociación público-privada. El Ministerio de Obras Públicas confirmó que el nuevo puente sobre el Canal, adjudicado en julio de 2018 a un consorcio liderado por China Harbor Engineering y China Communications Construction Company, iba a ser reducido.
El embajador de la República Popular, Wei Qiang, al tiempo que dice respetar los intereses norteamericanos, denuncia indignado la paranoia antichina. Qiang es un diplomático prestigioso cuya elección prueba el valor que se reconoce a Panamá. Además, Pekín ha establecido un Instituto Confucio en la Universidad de Panamá, envía a 30 personas a China continental cada año con becas y regularmente dona artículos (bolsas de alimentos, utensilios deportivos, etc.) a las comunidades pobres.
La historia de los puentes ilustra de modo especial la vacilante política panameña entre EE UU, el antiguo protector, y la potencia asiática. El primero fue una proeza de la ingeniería estadounidense. Empresas europeas construyeron el segundo y el tercero. La construcción del cuarto por China – retrasado por ...
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