titulares-03

¿Cuáles fueron los temas centrales del primer Lit Talk sobre Estados y América Latina organizado por la Human Rights Funders Network (HRFN)?

Desde hace varias décadas ha disminuido el interés de Estados Unidos por América Latina y el Caribe. Pero la Administración de Donald Trump centró su atención y utilizó la migración de América Central y México como un arma arrojadiza para conectar con la xenofobia de su base social.

Trump, así mismo, revirtió los avances que había hecho la Administración de Barack Obama en relación con Cuba, boicoteó las iniciativas diplomáticas internacionales sobre la crisis venezolana, y chantajeó a México y América Central cortando la ayuda al desarrollo en el primer caso y amenazando con cortar las importaciones en el segundo.

En el Lit Talk sobre Estados Unidos y América Latina llevado a cabo el 9 de diciembre de 2020, organizado por la Human Rights Funders Network (HRFN), se discutieron las perspectivas de una nueva relación entre América Latina y Estados Unidos con motivo de la presidencia de Joe Biden y la vicepresidencia de Kamala Harris.

En el Lit Talk se discutió la onda ultraconservadora a nivel global y en la región, los ataques al feminismo, la fragmentación del continente y sus movimientos sociales, el papel de Europa y China hacia América Latina, y qué debería hacer la filantropía ante los grandes desafíos de la región. También, cómo volver a una normalidad alejada de la desigualdad, el racismo, y relaciones patriarcales y neocoloniales.

El debate contó con la participación de Lilián Abracinskas (directora de la ONG Mujer y Salud en Uruguay), Jean-Paul Marthoz (columnista de Le Soir, Bruselas), Augusto Varas (presidente de la Fundación Equitas, Chile), Charo Mina Rojas (Coordinadora Nacional de Incidencia y Difusión del Proceso de Comunidades Negras en Colombia y Presidenta del Fondo de Acción Urgente para América Latina y el Caribe (ALC), y Ana María Enriquez, directora de la HRFN.  La moderación fue realizada por Mariano Aguirre.

Este Lit Talk forma parte del programa de filantropía abierta de la Human Rights Funders Network, que fomenta la interacción y el diálogo intersectorial sobre derechos humanos en relación con los grandes desafíos políticos, económicos y sociales globales.

Washington: reposicionarse en el mundo

El presidente Joe Biden tiene un plan ambicioso. En el ámbito nacional quiere reconciliar un país dividido con una derecha radicalizada e instituciones obsoletas, y un senado desfavorable, explicó Augusto Varas. También tiene que contener la pandemia, enfrentar los movimientos anti vacuna y el negacionismo, y mantener el equilibro con la coalición que le llevó al poder frente a demandas de la rama de izquierdas del Partido Demócrata.

Internacionalmente, tratará de posicionar a Estados Unidos en un momento de fuertes transferencias internacionales de poder geopolítico. Tendrá que establecer nuevas relaciones con China, volver a la diplomacia tradicional, crear alianzas, fortalecer el multilateralismo, recomponer los vínculos con la OTAN, con el Acuerdo de París sobre medioambiente, y retornar a la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Pero este reposicionamiento internacional no excluirá, piensa Augusto, el eventual uso de la fuerza. El secretario de Estado Anthony Blinken apoyó la guerra Irak y a la intervención de Arabia Saudí en Yemen. El énfasis en América latina estará en la migración. La primera propuesta de 4.000 millones de dólares de ayuda al desarrollo para América Central es un primer paso. Reestablecerá la acción para los hijos de inmigrantes no legalizados que han nacido en Estados Unidos, y reunirá a hijos separados de sus padres por la seguridad fronteriza.

Pero habrá que estar atentos para seguir la evolución de la autonomía de instituciones en el gobierno de Estados Unidos y sus inercias. En particular, el Comando Sur de Estados Unidos insiste en que las relaciones militares de la región deben estar basadas en ideologías no radicales. De esta forma, involucra a las fuerzas armadas locales en la política.

La onda ultraconservadora

Después de cuatro años de giro conservador, violento, contrario a la democracia y generador de desigualdad, indicó Lilian Abracinskas, es preciso revertirlo. La región debe frenar procesos que la desestabilizan, y garantizar los derechos humanos. Hay que detener el vaciamiento del Estado y combatir la brutalidad policial. Espera que la Administración Biden revierta la ley mordaza en salud que impuso Trump en 2017. (Orden ejecutiva que prohíbe que Estados Unidos conceda asistencia internacional a organizaciones extranjeras involucradas de cualquier manera en derechos sexuales y reproductivos). Esa Orden afecta a las poblaciones pobres y a las migraciones. Trump condicionó los fondos de Estados Unidos y de otros donantes. Y esto se agudizó con la pandemia.

Jean-Paul Marthoz resaltó que Trump ha inspirado a líderes autoritarios de todo el mundo. En América Latina desarrolló una especial relación con el presidente brasileño Jair Bolsonaro. Hay líderes, movimientos y partidos de ultraderecha que lamentan su derrota electoral. Por ejemplo, el 44% de los votantes de Vox, en España, ven a Trump como un modelo.

Trump le da cobertura a la ultraderecha. Ha perdido las elecciones, pero sumó 10 millones de votos más que en 2016. Sus ideas han ganado espacio para obstruir las políticas de Biden y las ideas y gobiernos liberales democráticos en Europa y América Latina. La internacional trumpista, promocionada por el ideólogo Steve Bannon, tiene dificultades, pero hay redes internacionales con intelectuales en América Latina, Europa y Estados Unidos que promocionan la supremacía y el nacionalismo blanco.

Racismo estructural

Charo M. Rojas subrayó que la región no es central para Biden. Particularmente, los temas étnicos que hay en varios países no aparecen en su agenda. Sin embargo, son problemas graves. Hay que mirar las particularidades de los temas raciales y étnicos, y reconocer que existe el racismo. A la vez, el reconocimiento de los pueblos étnicos permitiría establecer una relación política entre iguales dentro de los países, y entre la región y Estados Unidos.

El problema, añadió, es que en Estados Unidos no hay una política de reconocimiento y respeto por los pueblos indígenas y afroamericanos. Por ello, es difícil ser optimistas sobre lo que Biden y Harris puedan hacer. De hecho, dice Charo, Biden tiene una deuda muy fuerte con la gente negra en Estados Unidos debido a los cambios que hizo la administración demócrata de Bill Clinton, y que el entonces congresista apoyó, y llevaron a la cárcel a muchas personas de este sector y a latinos.

En relación con Colombia, Biden apoyó en 2012 el tratado de libre comercio con este país. Las comunidades indígenas y negras se oponían. En el puerto de Buenaventura, por ejemplo, se puede ver el tremendo impacto sobre la población afrodescendiente, con graves crisis humanitarias. En el caso de las fumigaciones, que se vienen practicando desde gobiernos anteriores al de Iván Duque, Bogotá y Washington las promocionaron, incrementando el militarismo en los territorios. La política de Duque de “paz con seguridad” va en esa dirección. En las comunidades indígenas y afro se espera que Biden tenga menos interés en promocionarlas.

Respecto del racismo, Charo considera que tener a Kamala Harris como vicepresidente no será necesariamente la solución. Por supuesto, va a generar cambios en la visión de los problemas y de las ideologías. Pero la clave está en abordarlo desde la perspectiva de renunciar a los privilegios que tiene la supremacía blanca y haciendo cambios significativos.

Será importante, apuntó Augusto, ver qué señales y qué políticas y programas se dan y apoyan desde Washington acerca de la realidad latinoamericana.  Por ejemplo, qué política tomará Estados Unidos en los debates y votaciones en parlamentos latinoamericanos, como recientemente en Argentina, sobre la ley del aborto y los derechos sexuales y reproductivos.

La intersección entre movimientos

Para Lilián, que Trump haya perdido es un cambio de señal, y debemos recordar que cuando la derecha “pierde, es que pierde”, y se trata de un avance.  Trump promovió la lucha contra la “ideología de género” (que supuestamente está destinada a destruir la familia y los valores tradicionales). Es de esperar que Biden cambie de rumbo y hay que aprovechar la ventana de oportunidad.

La era Trump ha hecho ver que la cuestión de género no es colateral sino central para las fuerzas conservadoras. Los movimientos de pueblos originarios, feministas, mujeres, afros, LGTB, son el nuevo objetivo de los grupos conservadores, de la misma forma que usaron el comunismo en los años 50 y 60 en la región.

En América Latina hay movimientos sociales múltiples y variados que han aprendido a inter seccionalizar, a vincular las diferentes formas de la desigualdad, a cruzar las agendas, y a entender que el fenómeno del neoliberalismo se sustenta en racismo y sexismo. Lilián afirma que se deben fomentar los espacios de articulación regional. Amplios sectores de población han sido negados como sujetos de derecho. Ahora los análisis tienen que ir más allá de lo económico.

Charo explica que los movimientos sociales en varios países de la región tienen problemas de seguridad, especialmente debido a las campañas sobre la supuesta “ideología de género” y de odio racial. Son problemas de seguridad vinculados con violencia física.

Jean-Paul recuerda que entre las prioridades de Biden en América Latina se encuentran el cambio climático y la migración, y que será importante que se abra el espacio para trabajar sobre discriminación y violencia contra las mujeres.

En el caso de Colombia, Charo explica que la movilización social alrededor del feminismo y la cuestión ambiental es importante. Pero que las relaciones entre movimientos en diferentes países son bastante limitadas. Hay organizaciones y redes, pero la desconexión es fuerte.  Es necesario conocer más a fondo las luchas de otros, más allá de lo local y establecer agendas comunes.

Pese a esta fragmentación, Lilián indica que Trump golpeó muy duro, pero que eso también llevó a que el activismo se uniera. Por otra parte, los movimientos sociales han sufrido porque se han debilitado los apoyos externos. Es necesario repensar y tener una agenda nueva, menos ligada a la de la ONU. Se necesitan, dice, espacios de repolitización en relación con nuevos desafíos, entre otras cuestiones debido a la pandemia. Por ejemplo, el movimiento feminista está trabajando junto con el movimiento LGTBQ.

Hay muchos desafíos para la región, y debe pensarse a sí misma en el nuevo contexto internacional, explorar nuevas formas de actuación para las organizaciones multilaterales de la región y cómo abordar problemas como la desigualdad y la migración horizontal. Se deben generar sinergias locales, nacionales y regionales. Y vincularse a voces en la academia, las comunidades y nuevas realidades.

Augusto apunta que la actuación identitaria que hizo el grupo chileno Las Tesis sobre la violencia machista mostró la conexión potencial entre distintos movimientos sociales a nivel local y mundial. Hay que explorar estos mecanismos identitarios diferentes e innovadores.

Una filantropía sin condiciones

En términos de filantropía, destacó también Augusto, hay una desunión entre gobiernos en la región, pero también entre actores de la sociedad civil. Se necesita conexión a nivel continental. Por ejemplo, organizaciones de defensa de los derechos civiles en Estados Unidos, como la American Civil Liberties Union (ACLU), podrían tener una presencia fuerte en la región. Y ese es un espacio para la filantropía.

Pero, explicó, las instituciones filantrópicas tienden a actuar solas, a tener resultado propios en sus propias donaciones. Hay pocas iniciativas de consorcios, de asociación de recursos para alcanzar objetivos comunes. Se necesita una contraparte asociativa en la región, a niveles nacionales y regionales. Y se requiere incrementar las capacidades de asociación, la capacidad de las organizaciones hemisféricas, desde USA hacia América Latina y viceversa. Los movimientos sociales, la sociedad civil y la filantropía constituyen un conjunto que necesita una visión estratégica común.

La región tiene iniciativas de filantropía local y regional que nacen de los movimientos sociales, reivindican su autonomía y apoyan los derechos humanos, como son el Fondo de Acción Urgente Para ALC y CASA, Fundo SocioAmbiental en Brasil, entre otros.

Charo explica que en Colombia se combina la violencia contra las mujeres con los recortes de ayudas internacionales debido a la “ley mordaza” de Trump. Eso ha generado una enorme dependencia de los recursos de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo (USAID). Carecemos, dice, de los niveles de autonomía que nos daría la filantropía privada. Es necesario tener esa red internacional de filantropía para abrir oportunidades y que organizaciones de base puedan desarrollar su propia agenda.

En el tema de la paz, especialmente, continúa, la presencia de USAID es enorme y nos condiciona. Por ejemplo, cuando financian consejos comunitarios les desvían de los objetivos estratégicos.  La filantropía, concluye, tiene que dialogar directamente sin intermediación y que podamos recuperar autonomía.

Todos estamos interpelados en qué función tenemos, dijo Lilian, qué mundo queremos construir, qué sociedades queremos generar, y esto incluye a la filantropía.  En realidad, continúa, está en crisis la forma de cooperación tal cómo la hemos concebido hasta ahora. Tenemos por delante batallas culturales, políticas, sobre la calidad democrática, y no solo de bienestar económico.  La economía debe interpretarse en términos humanos, sobre la desigualdad, la pobreza. Todos los indicadores muestran que la región estará mal, y la filantropía tiene que pensar qué va a hacer, y formar parte de foros de debate.

Información como contrapoder

En este contexto de fragmentaciones, dependencias y cambios geopolíticos, Jean-Paul explicó que, pese a que Europa se sigue muy de cerca lo que pasa en América Latina, esta región no es una prioridad para la Unión Europea (UE).  Existen, sin embargo, importantes programas de cooperación de la UE hacia la región. Pero se necesita más discusión en el Parlamento Europeo. La presencia de Biden, opina, quizá puede abrir perspectivas para una cooperación triangular Europa-Estados Unidos-América Latina.

Un tema en particular sobre el que se debería ampliar la cooperación es el crimen organizado. De hecho, comenta, un antecedente importante es el proyecto Cartel que se ocupa de las redes criminales y los asesinatos de periodistas. Se trata de un proyecto organizado por decenas de diarios y publicaciones del mundo.

Más de 100 periodistas de México y América Central han sido asesinados en los últimos años por el crimen organizado. Es un tema esencial. Cartel es un modelo de cooperación entre Estados que financian estos proyectos, con la participación de fundaciones privadas. El resultado son investigaciones y reportajes de gran calidad. Esto ayuda a contrarrestar las democracias débiles y las policías corruptas., y crea un contrapoder democrático para favorecer el Estado de Derecho.

La presencia de China

Los participantes en el debate se ocuparon también de la creciente presencia de China en América Latina y el Caribe.

Lilián indicó que desde movimientos sociales y otros actores cuesta todavía valorar el papel de China en nuestros países. Para Augusto, la región se encuentra en la competencia entre dos formas de capitalismo: uno de Estado, guiado por el Partido Comunista chino, y otro estadounidense, guiado por las finanzas internacionales. La competencia entre ambos se dará en los terrenos comercial y tecnológico.

China es un gran comprador de bienes primarios (denominados commodities), especialmente soja y tierras para producirla. Inclusive ha traído a la región obreros chinos para producirla en condiciones laborales inaceptables. Argentina ha introducido una cuestión geopolítica muy perturbadora al permitir la instalación de una un observatorio espacial en Neuquén. También hay inversiones de infraestructuras en una represa en Ecuador y ventas de armas, todavía en pequeña escala. Por otra parte, el gobierno chino apoya al de Nicolás Maduro en Venezuela.  China ocupa el espacio que ha dejado USA y Europa.  China, en resumen, está ganando espacios en la región sin tener que hacer grandes esfuerzos.

 

Vuelve a ver la grabación del debate

¿Quieres apuntarte a las próximas charlas?

Vuelve a la página principal