Las potencias emergentes buscan su sitio en el nuevo equilibrio global de la guerra en Ucrania.

Los BRICS buscan revitalizarse ante los cambios en las relaciones internacionales derivados de la invasión rusa a Ucrania. Este foro de potencias emergentes, formalmente constituido en 2009 por Brasil, Rusia, India, China y Suráfrica, ha retomado su impulso este 2022, siempre atendiendo a los cambios en el nuevo equilibrio geopolítico mundial.

Por otro lado, esta nueva etapa de los BRICS contempla igualmente la posibilidad de ampliar sus miembros, tras la solicitud formal de admisión por parte de Argentina e Irán.

En términos globales, los BRICS representan el 40% de la población mundial (más de 3.000 millones de personas), el 25% de su economía, el 18% de su comercio y contribuyen con más del 50% al crecimiento económico en el mundo, abarcando países con relevante liderazgo regional en el Sureste Asiático, Asia Central y Asia Occidental, África y América del Sur. 

El presidente Putin formula su discurso en la cumbre virtual de los BRICS. (Kremlin Press Office / Handout/Anadolu Agency via Getty Images)

Esta repentina revitalización de los BRICS parece tener el foco en el presidente ruso, Vladímir Putin. Las sanciones occidentales contra Rusia y las tensiones generadas en cuanto a la suspensión de las exportaciones de petróleo y gas ruso a Occidente determinan para Moscú la necesidad de reforzar sus alianzas exteriores, ahora bajo un nuevo encaje vía BRICS. Este nuevo esquema de cooperación comenzó a cobrar forma en la reciente cumbre virtual de los BRICS realizada el 23 de junio en Pekín.

Toda vez, Occidente también refuerza sus piezas geopolíticas (OTAN, G7 sin Rusia), con especial incidencia en la reciente cumbre de la Alianza Atlántica en Madrid (29-30 de junio) en la que también se acordó una histórica ampliación, ahora hacia países tradicionalmente neutrales como Suecia y Finlandia.

Por ello, el contexto bélico ucraniano, que implica directamente a uno de los miembros estratégicos de los BRICS como es el caso de Rusia, determina para este foro la necesidad de no quedar al margen del nuevo equilibrio geopolítico global.

Los BRICS se amplían: Argentina e Irán

En cuanto a la ampliación de los BRICS, Moscú observa con buenos ojos el ingreso de países aliados como Argentina e Irán, un esquema que le permite a Moscú reducir el impacto de las sanciones occidentales. China también apoya esta ampliación, especialmente en el caso argentino.

Debe observarse con atención el súbito giro argentino para ingresar en los BRICS, que puede ser explicado por situaciones de crisis interna (reciente dimisión del ministro de Economía, Martín Guzmán), así como ante las expectativas sobre la posibilidad de una devaluación cambiaria y un nuevo default de la economía argentina en lo relativo al cumplimiento de sus compromisos con los acreedores internacionales, especialmente el FMI.

Este escenario de crisis económica podría haber determinado la decisión del presidente argentino, Alberto Fernández, de acercarse a los BRICS con la finalidad de acceder a  créditos blandos e inversiones, principalmente en infraestructuras, por parte de potencias emergentes (especialmente China), buscando así amortizar los riesgos de default ante las previsiones de gravedad en los índices argentinos de riesgo-país.

En cuanto a la República Islámica de Irán, su petición de ingreso a los BRICS fue sustentada oficialmente por Teherán como una iniciativa para aportar "nuevos valores" a este foro. Pero más que valores, las razones están más vinculadas con la realpolitik.

La perspectiva iraní se enfoca en que su ingreso a los BRICS le permitiría al país persa obtener apoyos para reducir el aislamiento propiciado desde hace décadas por EE UU y Europa en lo relativo al programa nuclear iraní y las acusaciones occidentales sobre los vínculos de Teherán con organizaciones consideradas como "terroristas" (el libanés Hezbolá y los palestinos Hamás y Yihad Islámica, entre otros)

El presidente de la República Islámica de Irán, Hassan Rouhani, en una reunión entre los líderes BRICS y los líderes de los estados invitados durante las Cumbres BRICS / SCO. (Alexey Filippov / Host Photo Agency/Ria Novosti via Getty Images)

Del mismo modo, por su condición de productor petrolero y de gas natural, Irán también manifiesta intenciones de ocupar espacios en el mercado energético ante las sanciones mutuas existentes entre Occidente y Rusia. Esto supondría para Moscú que Irán se convierta en un competidor energético de importancia vía BRICS en mercados estratégicos como China e India.

Con todo, Teherán mantiene una sintonía geopolítica clave con los dos principales miembros de los BRICS, China y Rusia. Prueba de ello han sido los ejercicios militares conjuntos que estos tres países vienen realizando en los últimos meses en el Golfo de Omán y ahora también con Venezuela a partir de agosto, este último un aspecto que inquieta a Washington por realizarse en su esfera de influencia hemisférica y que podría ser analizado como un mensaje de Moscú ante el apoyo estadounidense y de la OTAN a Ucrania.

Putin y el ‘nuevo momento’ de los BRICS

Por otro lado, está Rusia. La economía rusa ha logrado hasta ahora resistir con notable efectividad las sanciones internacionales, pero no se atisba en el horizonte una posibilidad de que Occidente disminuya sus esfuerzos de aislamiento de Rusia de la economía global.

Por tanto, Putin vuelca sus prioridades hacia los mercados asiáticos (China e India) que hoy se benefician de las exportaciones de petróleo y gas ruso. En mayo aumentaron un 28% las importaciones chinas de petróleo ruso y en un 20% en el caso indio. Ante las sanciones occidentales, ambos países asiáticos se benefician de precios más baratos del crudo ruso

Desde la invasión a Ucrania, Rusia ha recibido 24.000 millones de dólares de parte de China e India en concepto de exportaciones energéticas, logrando así un flujo de ingresos que le ha permitido minimizar las sanciones occidentales y, al mismo tiempo, financiar la guerra en Ucrania.

Por ello, en la cumbre de Pekín, Putin se erigió prácticamente como un maestro de ceremonias convencido de la necesidad de fortalecer sus vínculos con estos aliados emergentes ante la presión occidental. Todo ello sin descuidar su tradicional esfera de influencia euroasiática post-soviética. Previamente, el presidente ruso había viajado a Kirguistán en su primera visita internacional tras la invasión a Ucrania. Posteriormente asistió a la IV Cumbre del Mar Caspio en Asjabad (Turkmenistán), donde se afianzó la cooperación sobre seguridad regional, muy probablemente atendiendo a las recientes protestas en repúblicas centroasiáticos causadas por el malestar social ante la crisis económica y el autoritarismo político.

Moscú sabe que su influencia política en este espacio centroasiático ya no es tan decisiva, particularmente ante la entrada de actores externos como China, Irán y Turquía. Por ello, con su visita a Kirguistán y la Cumbre del Caspio, Putin busca recuperar y fortalecer la presencia económica y financiera rusa dentro del espacio euroasiático, reorientando así sus prioridades económicas ante el aislamiento occidental.

Por otro lado, la cumbre BRICS abordó la posibilidad de diseñar una divisa de reserva internacional, coordinada por el yuan chino, el rublo ruso y la rupia india, para alejar el predominio del dólar estadounidense. China también aprovechó la cumbre para impulsar su Iniciativa de Desarrollo (GDI), creada en 2015 y anunciada por el presidente Xi Jinping durante la Asamblea General de la ONU en 2021. El GDI se erige como un mecanismo de apoyo de la Iniciativa de la Ruta de la Seda y sus corredores económicos euroasiáticos, así como mantiene contactos con la Unión Económica Euroasiática (EAEU) impulsada por Putin en 2016.

El GDI contempla también mecanismos de cooperación y de financiamiento a través del  Fondo de Cooperación Sur-Sur, la Asociación Internacional de Fomento (AIF), el Fondo Asiático de Desarrollo (ADF) y el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM). Entre sus prioridades se establecen la reducción del hambre y la pobreza para 2030, la seguridad alimentaria, la investigación sobre las vacunas de la COVID-19 y el impulso al cambio digital en la economía global. A comienzos de 2022, se estableció un Grupo de Amigos del GDI a que logró atraer a más de 50 países.

Volviendo a las expectativas de Putin, cabe destacar la sintonía que mantiene el presidente ruso con prácticamente todos los líderes de los BRICS, en especial con su homólogo chino, Xi Jinping, probablemente su mayor aliado estratégico. Este factor se evidenció con la visita de Putin a Pekín el pasado 4 de febrero con motivo de la inauguración de los Juegos Olímpicos de Invierno que fueron boicoteados por EE UU y Europa. Allí, Xi y Putin acordaron puntos en común de calado geopolítico en lo concerniente a sus respectivos (e irrenunciables) intereses en torno a Ucrania y Taiwán.

Así mismo también se ha manifestado sintonía política entre Putin y el líder brasileño, Jair Bolsonaro. No obstante, es posible un cambio presidencial en octubre próximo en las elecciones brasileñas, donde el ex presidente Lula da Silva lidera la intención de voto por encima de Bolsonaro. De llegar Lula a la presidencia es previsible que, de algún modo, continúe con este nivel de sintonía en las relaciones brasileñas con Rusia. En mayo pasado, el ex presidente brasileño llegó a "culpar" de la guerra en Ucrania a la OTAN, al presidente ucraniano, Volodymir Zelenski, y al mandatario estadounidense, Joseph Biden, además del propio Putin, una declaración que desde fuentes del Gobierno ucraniano llegaron a considerar como "propaganda rusa". Por otro lado, el regreso presidencial de Lula permitiría añadir otra variable, ya que compartiría con Putin la condición de ser ambos los precursores e impulsores de los BRICS desde su inicio en 2009, siendo los líderes más longevos en el poder dentro del organismo.

Con respecto a India, la relación de Putin ha sido básicamente cordial tanto con el actual primer ministro, el nacionalista Narendra Modi, como con su antecesor Manmohan Singh. Es de destacar que India es un cliente estratégico para la industria militar rusa pero que, al mismo tiempo, Nueva Delhi debe mantener estratégicos (y no menos arriesgados) equilibrios geopolíticos, en especial con China (con el cual India mantiene litigios fronterizos) y EE UU, esta última recelosa de los vínculos económicos y militares indo-rusos.

Buscando un nuevo equilibrio global

El final del mes de junio fue prolífico en la realización simultánea de tres grandes cumbres globales: la de los BRICS bajo formato virtual; la del G7 en los Alpes bávaros; y la Cumbre de la OTAN en Madrid. Este contexto evidencia cómo los grandes foros globales están impulsando iniciativas de reestructuración del equilibrio del poder en las próximas décadas, actualmente condicionados por el impacto causado por la guerra en Ucrania en las relaciones internacionales.

Mientras en Madrid la OTAN adoptaba un "nuevo concepto estratégico" apuntando a Rusia y China como amenazas, la cumbre de los BRICS diseñaba iniciativas multilaterales ante el nuevo contexto global.

Sesión de trabajo en la Cumbre de la OTAN en Madrid. (Bernd von Jutrczenka/picture alliance via Getty Images)

Ahora bien, y a pesar de la sintonía existente, los BRICS no actúan de forma monolítica sino que sus miembros también están determinados por los intereses propios. A esto debe observarse con atención cómo afecta la desconexión económica occidental de Rusia y cómo este escenario puede procrear oportunidades económicas para algunos de sus miembros.

La tensión energética ruso-occidental tras la invasión militar a Ucrania persuadió a Brasil a anunciar sus intenciones de aumentar su producción petrolera para intentar ocupar espacios en el mercado ante la previsible ausencia rusa. Por otro lado, y a tenor de su dependencia energética, India y Suráfrica se benefician de las exportaciones más baratas de crudo y gas natural ruso.

Por su parte, si bien oficialmente China ha manifestado un apoyo irrestricto a Rusia, mantiene la prudencia sobre la guerra en Ucrania. Pekín se ve en la obligación de mantener diversos equilibrios, entre ellos el de aprovechar su peso en los BRICS para extender su influencia política global.

Similar perspectiva de equilibrios observamos en la posición de India dentro de los BRICS. Para Nueva Delhi, este foro emergente supone una oportunidad clave para expandir sus intereses económicos, en particular hacia los países del Sur Global (África, sureste asiático y América Latina).

No obstante, India reaccionó con cautela a la eventual ampliación de los BRICS hacia Argentina e Irán, lo cual puede interpretarse como una medida de disuasión ante lo que, geopolíticamente, podría suponer un BRICS sinocéntrico con China como poder central. A fin de evitar fricciones internas, China respaldó la petición india de bloquear el eventual ingreso a los BRICS de Pakistán, tradicional rival militar y nuclear indio. Por otro lado, el primer ministro Narendra Modi también estuvo presente en la reciente cumbre del G7, lo cual confirma la realpolitik india de manejar equilibrios globales.

Tras las recientes cumbres del G7 y de la OTAN, Occidente define un nuevo rumbo estratégico ante la posibilidad de abordar focos de confrontación militar y geopolítica in crescendo tanto en Europa del Este (con el foco en Ucrania) como en Asia-Pacífico. En este último caso debe destacarse la presencia de Japón, Australia, Nueva Zelanda y Corea del Sur en la cumbre de Madrid.

Por otro lado, la reciente cumbre de los BRICS también tuvo sentido prospectivo con miras a afrontar los futuros retos estratégicos, particularmente orientados para ampliar la multipolaridad, contrarrestando la hegemonía atlantista occidental. Prueba de ello fueron la adopción de la Estrategia para la Asociación Económica y la Iniciativa para la Seguridad Global como herramientas en materia económica, financiera y de seguridad que impliquen equilibrar el tradicional peso hegemónico atlantista. Los BRICS también contemplan la posibilidad de ampliación hacia otros actores emergentes como Indonesia, Egipto, Tailandia, Argelia, Malasia y Turquía, entre otros.

En perspectiva geopolítica con el actual contexto internacional, podríamos observar una especie de neoguerra fría determinada por la revitalización del atlantismo vía OTAN y G7, mientras que los BRICS apuestan por un posicionamiento más euroasiático, con Rusia, China e India  como piezas angulares. Sea como sea, los BRICS están de vuelta al ruedo internacional.