Fresco afrocubano en la vecindad del Callejón de Hamel, en La Habana, Cuba, pintado por el muralista y escultor cubano Salvador Gonzáles Escalona. (Frédéric Soltan/Corbis/Getty Images)

Entender la isla caribeña en varias etapas de su historia, a través de la literatura, el cine, la música y hasta los cócteles muestran a este país contradictorio y llamativo a la vez, con gente hermosa, pero condenada al ostracismo.

“La isla en peso”, un poema para Cuba

“La maldita circunstancia del agua por todas partes me obliga a sentarme en la mesa del café…”, es la metáfora de una Cuba prisionera que vaticinó el poeta, dramaturgo y ensayista cubano Virgilio Piñera (1912-1979). El fragmento del poema “La isla en peso” refleja la maldición de la insularidad que ha marcado la isla desde el triunfo de la Revolución el 1 de enero de 1959. 

Piñera muestra la isla sitiada primero por la dictadura de Fulgencio Batista en los 40 y luego por el sistema comunista vigente desde 1959. Desmonta el mito paradisíaco y la imagen de belleza que se vende de Cuba y muestra su lado más oscuro y desolador. Es por ello que lo consideran el “antipoeta” dentro del selecto grupo de intelectuales denominado “Orígenes”. 

El agobio, la tristeza, la resignación de vivir encerrado en la isla sin poder ver más allá quedan magistralmente recogidos en las líneas que siguen: “Si no pensara que el agua me rodea como un cáncer hubiera podido dormir a pierna suelta. Mientras los muchachos se despojaban de sus ropas para nadar doce personas morían en un cuarto por compresión”.

Piñera fue uno de los autores cubanos que supo desprenderse del oficialismo e intentó tener una obra independiente que le valió innumerables críticas.

Un manifestante participa de una Conga Cubana durante una marcha contra la homofobia y por los derechos de los homosexuales en La Habana, Cuba. (Ernesto Mastrascusa/LatinContent/ Getty Images)

Fresa y Chocolate o un país en blanco y negro

“Hoy es mi día de suerte”, le dice Diego a David mientras prueba un poco de helado de fresa en la mítica heladería habanera Coppelia. Un molesto David, estudiante universitario y comunista, se siente acorralado ante el “amanerado” desconocido. Sin embargo, ambos entablan una amistad marcada por las diferencias ideológicas y sexuales en una sociedad intransigente con los homosexuales. 

Es el argumento del filme cubano Fresa y Chocolate (1993) de los directores cubanos Tomás Gutiérrez Alea (1928-1966) y Juan Carlos Tabío (1943-2021); una historia basada en el cuento El lobo, el bosque y el hombre nuevo del escritor cubano Senel Paz (1950). 

Es el país de los 90 y de la crisis económica del “período especial” que estalla tras la caída del campo socialista y de los errores en la gestión económica. Fresa y Chocolate muestra por primera vez la discriminación sexual arraigada en la cerrada sociedad comunista cubana donde ser gay es sinónimo de “aberración”. Muestra además el totalitarismo que vulneró los derechos de las minorías.

El filme incluye la denuncia social para mostrar cómo se intentó evitar la influencia de los homosexuales en los jóvenes adoctrinados dentro del sistema comunista. La intolerancia, los prejuicios de la mano de las injusticias contra este sector de la población se mantuvieron por muchos años solapados dentro de una sociedad machista donde ha sido un reto lograr cambiar la mentalidad.

Para tener una idea, desde las escuelas de enseñanza primaria (cuando los niños tienen de 5 a 11 años de edad) se les enseña la versión oficial de la historia encumbrando personajes como Fidel Castro. En los matutinos se canta el himno nacional, saluda la bandera y luego se dice el lema: pioneros por el comunismo, seremos como el Che. Eso es ampliamente aceptado por padres y maestros, obviamente.

En un país cerrado con el acceso a la información, sobre todo si la consideran “sensible", el adoctrinamiento fue una orden solapada de discriminar lo diferente desde cualquier ámbito: social, político, sexual. No hubo una ley o mandato público que lo recogiera. Fue quizás una cuestión incorporada en cada ciudadano de mantenerse callado ante las injusticias.

Sin embargo, años después y gracias a filmes como Fresa y Chocolate, la mentalidad de buena parte de la sociedad cubana fue cambiando hacia la aceptación de lo considerado “diferente”. Varios activistas por los derechos sexuales fueron ganando un espacio y colocaron la necesidad de reconocer los derechos de la comunidad LGBTI de la Isla. Finalmente, no fue hasta el año 2022 que entró en vigor el Código de las Familias, un amplio paquete legislativo que incluyó por primera vez el matrimonio igualitario en Cuba.

El referendo dio el "Sí" a la norma -que sustituyó al anterior de 1975- con el 66,87% de los votos emitidos, 3.936.790 millones de ciudadanos de un total de 8.447.467 personas registradas en el padrón electoral, según los datos oficiales.

La consulta popular en las urnas cubanas fue la primera para una ley particular y la tercera que se realiza en Cuba desde el triunfo de la revolución en 1959. Su texto contempla además del matrimonio igualitario y la gestación subrogada, la adopción por parte de parejas homosexuales, la prohibición del matrimonio infantil, aborda la violencia de género y reconoce derechos que favorecen a los niños, ancianos y personas discapacitadas.

Antes de ser aprobada en julio último por la Asamblea Nacional, el máximo órgano legislativo de la isla, la versión 25 del Código de las Familias fue ampliamente debatida por la población cubana entre febrero y abril en 79.000 reuniones por barrios y municipios.

Este es el único proyecto sometido a referendo de entre las 70 normas jurídicas actualizadas a raíz de la introducción de la nueva Constitución, a diferencia de otras leyes como el Código Penal.

Las cuatro estaciones de La Habana

El escritor cubano Leonardo Padura (La Habana, 1955) es uno de los imprescindibles para entender la Cuba actual. Sus novelas “Vientos de Cuaresma”, “Pasado Perfecto”, “Máscaras” y “Paisaje de otoño” y otras, son reconocidas dentro del género policiaco. A través del personaje del ex teniente e investigador de la policía cubana Mario Conde, Padura muestra la corrupción en la sociedad habanera. Este comprador de libros de segunda mano e investigador por cuenta propia se destacada a la hora de resolver los crímenes. 

Las novelas policiacas de Padura denuncian que el “hombre nuevo” idealizado por líderes comunistas cubanos choca contra las carencias y la nostalgia de la Revolución que pudo ser y no fue. Es ese país en el que los burócratas y funcionarios revolucionarios gozan de privilegios vetados para un sector muy amplio de la sociedad cubana. Los datos sobre corrupción no son públicos en Cuba, aunque el Gobierno ha reconocido el problema. Las novelas fueron adaptadas para la serie de Netflix Cuatro estaciones de La Habana.

Una mujer espera en el hospital ’19 De Abril’, en La Habana, Cuba. (Ozge Elif Kizil/Anadolu Agency/Getty Images)

El Che de Korda, desmontando el mito

La icónica foto del guerrillero cubano-argentino Ernesto Che Guevara (1928-1967) es una de las más reproducidas a nivel mundial y está vinculada con la Cuba de los años iniciales de la Revolución de 1959. Su autor fue el fotógrafo cubano Alberto Korda, cuyo verdadero nombre era Alberto Díaz (1928-2001). Eran los primeros años del proyecto político que sedujo a medio mundo y que se convirtió en el foco de la izquierda anticapitalista. 

Korda contó que hizo la foto por puro azar. Fue en uno de esos multitudinarios actos en la emblemática Plaza de la Revolución en La Habana donde Fidel Castro daba un discurso por las víctimas de la explosión del vapor La Coubre en 1960.  Es cuando Korda se percató de la presencia del Che que justo se asomaba por el otro lado de la tribuna.  

La imagen original tiene al guerrillero con los hombros completos y unas palmas a su lado. El autor captó la mirada imperturbable del personaje político considerado el brazo derecho de Fidel y uno de los autores materiales de la Revolución. Todo el poder del contradictorio Che resumido en una sola imagen que estaría vinculada para siempre con Cuba y la Revolución.

Sin embargo, dicha foto, como el país, han quedado ancladas en el pasado. En un intento por perpetuar el proceso y vender cómo era Cuba antes y después de la revolución el Gobierno repite, por ejemplo, que la revolución erradicó la tasa de analfabetismo (antes de 1959 el 57% de la población cubana no sabía leer ni escribir) o disminuyó la mortalidad infantil (42 por cada 1.000 nacidos vivos en 1960 a 7,5 en 2022). 

Lo que no parece entrar en la publicidad oficial es que seis décadas después, el deterioro es considerable dentro del sistema público de salud, el único permitido. Un descenso que contrasta con las inversiones estatales en otras ramas como la construcción de hoteles.

De acuerdo con el anuario estadístico de 2020 del Minsap –el último disponible–, Cuba cuenta con más de 90 médicos por cada 10.000 habitantes, prácticamente el triple de lo que recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS). Sin embargo, alrededor de la mitad de los médicos de familia está en el extranjero. La exportación de servicios profesionales, sobre todo sanitarios, es la principal fuente de divisas de Cuba, por encima del turismo y las remesas.

El número de hospitales decreció entre 2008 y 2021 un 32%. Cuba invirtió entre enero y septiembre de 2022 quince veces más en construcción de hoteles y otras actividades inmobiliarias que en servicios sociales y salud, según cifras de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información.

Vampiros en Cuba 

Vampiros en La Habana es un filme cubano de dibujos animados para adultos que llegó a la escena cubana en 1985. El director Juan Padrón expuso magistralmente la realidad de la época de la dictadura de Gerardo Machado (1925-1933), una etapa histórica marcada por la represión, los sabotajes y la subordinación política y económica con Estados Unidos. 

La historia narra la lucha entre dos bandos de vampiros -unos en Europa y los otros en Estados Unidos- por conseguir una fórmula para poder exponerse al sol sin morirse y disfrutar de las playas. El trompetista “Pepito” criado por su tío, un vampiro, no sabe de sus orígenes. Cuando se entera su vida cambia. 

En paralelo, expone la resistencia del movimiento popular que lucha contra los desmanes del régimen. Fue un régimen que vinculó su programa económico con los intereses de la burguesía nacional plegada también a los de Estados Unidos. El lema de la época machadista era: “Agua, Caminos y Escuelas” y así se reflejó en importantes obras que se mantienen en la actualidad como el Capitolio, la carretera central o la creación de las escuelas de oficio.

Ello llevó aparejado el crecimiento de la banca norteamericana con inversiones cercanas a los 1.500 millones de dólares, una cifra alta para la época. 

A pesar de sus logros, la dictadura de Machado provocó indignación en los sectores más bajos de la sociedad sumidos en la pobreza y la falta de oportunidades.  La oposición a Machado desencadenó huelgas e intentos de insurrección que siempre terminaban con represión. La resistencia tuvo en los estudiantes universitarios y los obreros el foco central. De las luchas en la calle contra el régimen machadista surgieron líderes como Rubén Martínez Villena o Julio Antonio Mella, se creó la Federación Estudiantil Universitaria, la Confederación Nacional Obrera de Cuba, tuvo lugar el Primer Congreso Nacional de Mujeres con 33 asociaciones femeninas del país. 

También se creó el Partido del PCC, el 16 de agosto de 1925, con el objetivo de convertirse en la organización de vanguardia de la clase obrera con una ideología marxista-leninista. Después de 1959 se consolidó como la única fuerza política permitida en Cuba. Machado huyó del país tras la huelga general de 1933.

Vendedores venden frutas y verduras en pequeños mercados, La Habana, Cuba. (Ozge Elif Kizil/Anadolu Agency/Getty Images)

Casa vieja, el drama interminable de la migración en Cuba

El retorno a casa luego de la muerte del padre. La catarsis familiar, la nostalgia, las confesiones y el dolor de un país partido al medio por la migración casi forzada de sus hijos. Sobre esas constantes gira la película Casa Vieja (2010) del realizador cubano Lester Hamlet, otro que emigra años después hastiado por la falta de oportunidades.

La adaptación cinematográfica de la obra de teatro “La casa vieja” del dramaturgo cubano Abelardo Estorino expone esa especie de disyuntiva que ha acompañado a varias generaciones de cubanos por años: irse obligado por las circunstancias y las limitaciones económicas o quedarse.

Casa vieja es, básicamente, el regreso del hijo movido ante la muerte de su padre. Es un viaje en el que redescubre el lugar donde nació y cómo ha sobrevivido su familia durante su ausencia. Retrata la tragedia cuando Esteban, el hijo que regresa, se da cuenta de cuán irreconciliable pueden ser ciertos asuntos familiares. 

La crisis económica de Cuba, agravada en los últimos años por la pandemia, los errores en la gestión económica estatal y el endurecimiento de las sanciones de Estados Unidos, ha desatado un éxodo migratorio récord. 

En el plano económico el desastre se refleja en la disminución de la capacidad de compra de la mayoría de los cubanos. La inflación interanual en el mercado formal se situó en agosto en el 39,52%, frente a 34,31% del mismo mes de 2022, debido a las alzas en los alimentos y la restauración, acorde con la Oficina Nacional de Estadística e Información (Onei).

Este organismo estatal no recoge la evolución de los precios en el mayoritario y mejor surtido mercado informal de la isla, más afectado por la inflación debido a su falta absoluta de regulación y a la fuerte escasez de productos básicos en el formal.

Como Cuba importa el 80% de lo que consume, según estimaciones de la ONU, resulta relevante la depreciación del peso cubano (CUP) en la espiral inflacionista.

En los últimos 12 meses, la moneda cubana ha pasado en el mercado informal de 113 CUP por dólar a los actuales 250, según la tasa de cambio que elabora el medio no oficial El Toque.

En medio de la actual crisis económica, agravada desde 2021 con la eliminación de la dualidad monetaria, campean la escasez de productos básicos (como alimentos, medicinas y combustible), la dolarización parcial de la economía y los prolongados y frecuentes apagones.

Los efectos de la pandemia, el incremento de las sanciones estadounidenses y los errores en la política macroeconómica nacional son las principales causas de esta crisis, que está atizando la migración -principalmente a EE UU- y el descontento social.

El efecto dominó provocó el 11 de julio de 2021 las mayores protestas antigubernamentales en años con 1.052 presos políticos hasta septiembre de este año, según el conteo que realiza mensualmente la ONG Prisoners Defenders con sede en Madrid.

Cada escenario de crisis se ha saldado con la salida masiva de personas. Así ocurrió en 1965 cuando el entonces presidente Fidel Castro anunció que todo aquel que tuviera un familiar en el extranjero podría irse y dispuso para ello el puerto de Camarioca (Matanzas). En 1980, más de 125.000 cubanos abandonaron la isla en solo siete meses por motivos políticos y económicos a través del puerto del Mariel -a 55 kilómetros de La Habana- en lo que trascendió en el éxodo masivo más grande hasta el momento.

Catorce años después tuvo lugar la crisis de los balseros, cuando la difícil situación económica del “período especial” en los 90 y las protestas contra el Gobierno tuvieron la misma respuesta: abrir para que se fuera todo el que quisiera.

Como resultado, más de 30.000 personas cruzaron el peligroso Estrecho de la Florida en precarias embarcaciones, una estampida que obligó a ambos países a acordar canales oficiales para normalizar el flujo migratorio.

Música y migración

El trovador cubano Carlos Varela musicalizó el filme Casa Vieja con un tema que refleja la nostalgia de los emigrados cubanos. “De vuelta a casa” es la canción con la cual Varela resume la incertidumbre del que se va de casa, “sin saber que pasa”. Del que decide tomar otro rumbo porque en su país natal las oportunidades son cada vez más escasas. “Si ves mi amor que otra vez me fui, me fui sin entender qué pasa. En tu corazón se esconde mi país y el jardín que me conduce a casa”. 

Sólo el año pasado, las autoridades estadounidenses interceptaron a más de 313.000 cubanos en la frontera sur de Estados Unidos con México. Esto representa el 3% de la población total de Cuba. Durante el último año fiscal, que comenzó el 1 de octubre de 2022 y terminó el pasado 30 de septiembre, cerca de 7.000 cubanos han sido interceptados por la Guardia Costera estadounidense, según datos oficiales.

El grueso de la migración corresponde a jóvenes en las edades productivas y reproductivas, entre los 19 y 49 años, con una creciente presencia femenina y altos niveles de cualificación profesional, según el estatal Centro de Estudios Demográficos.

Los cubanos escogen cualquier vía para salir: lo mismo la ruta centroamericana, que se tiran en balsas por el peligroso Estrecho de la Florida. El objetivo es salir de la asfixia que representa para muchos vivir en el sistema político actual. 

Aun cuando es una travesía complicada, ya que exponen su vida a merced de los "coyotes" -como se conoce a los traficantes de migrantes de la región-, sin contar el alto costo económico o la posibilidad de ser deportados, muchos de los que deciden emigrar a través de Centroamérica saben que “es la única alternativa” que tienen a la mano. 

Fuera de Estados Unidos, destino natural por las facilidades migratorias amparadas en la Ley de Ajuste Cubano (1966), España es uno de los destinos donde viven más cubanos actualmente con 176.414, según datos del Instituto Nacional de Estadísticas del país europeo.

Un total de 2.430 cubanos solicitaron asilo en los primeros nueve meses de 2023, según la Oficina de Asilo y Refugio del Ministerio del Interior español. 

La lista de países europeos escogidos por los cubanos para emigrar la integran también Serbia, Bosnia, Croacia, Eslovenia e Italia, acorde con la Agencia de la Organización de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur).

Una bandera de Cuba decora un balcón en la fachada de un antiguo edificio de estilo colonial en La Habana, Cuba. (Roberto Machado Noa/UCG/Universal Images Group/Getty Images)

Del otro lado, los que se quedan

Me dicen Cuba, una canción del popular músico cubano Alexander Abreu sirve de contrapartida a los que deciden quedarse a pesar de todas las dificultades o sencillamente no tienen los medios para emigrar. Es un canto a la cubanía al exaltar los valores patrios, la tierra amada y el intento por unir a todos los cubanos donde quiera que estén sin importar los motivos por los cuales emigraron. 

El trompetista cubano y director de la orquesta Havana D´Primera contó en una ocasión que cuando estaban filmando el vídeo que acompaña la canción le dio por improvisar y entonó las notas del Himno Nacional. El tema exalta lo cubano por encima de todo: “vengo de donde el sol calienta la tierra, y allí donde el corazón late más sincero, vengo de donde el son pasa las horas, enamorando a la rumba cantándole aquel bolero”.

“Cubano soy de pura cepa y mis raíces las defiendo con la vida, cubano soy y dondequiera que me encuentre cantaré a mi Cuba querida”.

De este lado del charco, aquellos que deciden seguir viviendo en su tierra natal lo hacen por falta de recursos económicos o sencillamente ven en Cuba su futuro. Son miles que en medio de las carencias y las limitaciones asumen desde otra perspectiva el hacer su vida aquí. Muchos se han insertado en las nuevas formas de gestión económica privadas, con el apoyo financiero de amigos o familiares que residen en el extranjero.

Un cubalibre

Ron blanco, refresco de cola y jugo de limón son los ingredientes de un trago cuyos orígenes han variado a lo largo de los años. La primera versión del nacimiento del cubalibre es la que lo vincula con la etapa de la segunda guerra por la independencia entre 1895 y 1898. Según esta, los soldados americanos que intervinieron en esta lucha entre Cuba y España celebraron la victoria sobre este último país mezclando el ron cubano con la icónica bebida de la Coca-Cola.

Otras versiones, no confirmadas, son las que cuentan que un cliente pidió rebajar su bebida porque tenía demasiado alcohol. El bartender lo hizo echándole más Coca-Cola y de ahí dio paso sin querer a un nuevo trago. 

Un trago que puede simbolizar las difíciles relaciones que Cuba y Estados Unidos han mantenido a lo largo de los años y que en 2015 pasaron por su mejor momento. El llamado “deshielo” fue un efímero acercamiento que duró apenas cuatro años impulsado por los entonces presidente de Estados Unidos, Barack Obama y de Cuba, Raúl Castro. 

El mismo se desvaneció con el mandato de Donald Trump que volvió a los tiempos de la hostilidad con un aumento de las sanciones económicas contra el país caribeño. 

Trump prohibió los negocios con una extensa lista negra de empresas vinculadas a los militares cubanos, paralizó los servicios consulares tras unos misteriosos problemas de salud sufridos por los diplomáticos estadounidenses y castigó el turismo y las remesas. También devolvió a Cuba a la lista de patrocinadores del terrorismo, de la que salió en 2015.

La actual presidencia de Joe Biden ha dado algunos pasos para mejorar las relaciones, pero sin llegar a los niveles de 2015.

Obsoleto tractor agrícola ruso en un cañaveral, Santa Clara, Cuba. (Roberto Machado Noa/LightRocket/Getty Images)

El azúcar, de la abundancia a la decadencia

El azúcar, traído a Cuba por los conquistadores españoles en 1493, pasó de ser un símbolo vinculado a la prosperidad cubana a una industria que ha quedado totalmente estancada. La industria considerada la locomotora económica del país no ha logrado despegar desde su desplome en la década de 1990.

De los 156 centrales operativos antes del triunfo de la revolución de 1959 quedan 56, y sólo 23 de ellos están moliendo en la cosecha 2022-2023, 13 menos que en la anterior. De los 5,6 millones de toneladas de azúcar recolectados en el año del triunfo de la Revolución, o los siete y hasta ocho millones en las mejores temporadas entre 1970 y 1989, se han reducido a poco más de un millón proyectado para la actual zafra.

El sector azucarero en la isla ocupa a más de 180.000 personas por lo que se considera que más de 700.000 cubanos viven de la producción cañera, según cifras oficiales. 

En los 50 abarcaba el 80% de las exportaciones cubanas y su principal mercado era Estados Unidos que tenía una cuota preferencial. Al triunfo de la Revolución cubana en 1959 se nacionalizaron los ingenios, incluidos los de propiedad norteamericana. En respuesta, Washington suspendió el beneficio de la cuota preferencial, una de sus primeras sanciones económicas a la isla.

Ante las restricciones estadounidenses, la Unión Soviética asumió la cuota norteamericana del azúcar cubano a precios preferenciales y comenzó a exportar a la isla maquinaria agrícola y otros insumos. El entonces presidente Fidel Castro anunció en 1970 el ambicioso plan de producir diez millones de toneladas de azúcar, apelando al orgullo nacional y también a los precios en el mercado mundial.

Aunque no se alcanzó la meta de la zafra 1970-71 -sólo produjo 8,5 millones de toneladas- al final de la década la cosecha 1980-81 llegó a 7,4 millones y diez años después, la de 1988-89 fue de 8,1 millones de toneladas.

La desintegración de la URSS en 1991 dejó a Cuba sin su mercado principal, lo que desencadenó la grave crisis del período especial. La solución fue reducir costos y capacidad de producción y destinar las tierras a otros cultivos, en plena caída del precio del azúcar a nivel mundial.

En 2002, Castro anunció una "reestructuración" de la industria azucarera con el cierre del 70% de los ingenios, lo que redujo a la mitad la capacidad de producción, y un 60% de las tierras de la caña se destinó a otros cultivos por su baja rentabilidad.

En la actualidad, la obsolescencia tecnológica, la carencia de fertilizantes y combustibles y el impacto del embargo estadounidense frenan el desarrollo de este sector estratégico por su aporte de divisas con las exportaciones de azúcar, alcohol (sobre todo ron), energía y otros derivados.