En el capítulo final de su obra maestra, Muerte y vida de las grandes ciudades americanas, la urbanista norteamericana Jane Jacobs compartió una reflexión que aún sigue vigente y resulta especialmente oportuna en el contexto en el que vivimos. Jacobs decía que, a pesar de que las ciudades fueron en otros tiempos las víctimas más afectadas por las crisis y las enfermedades, terminaron convirtiéndose en las “grandes conquistadoras” de estas dificultades, pues ellas concentran las grandes infraestructuras, avances tecnológicos e innovaciones para hacer frente a todos estos retos.
La Covid-19 ha tenido un impacto indudable sobre la vida urbana a nivel mundial, pero antes de la pandemia ya vivíamos una crisis muy compleja que no se nos puede olvidar: el cambio climático. En los últimos años, hemos sido testigos de un aumento de las temperaturas medias, una disminución de los recursos hídricos naturales y una subida significativa del nivel del mar. Las estrategias de adaptación al cambio climático buscan limitar los riesgos derivados de estos efectos, tales como su impacto en la salud, calidad de vida y la seguridad alimentaria.
En una región cuyo 80% de la población se concentra en áreas urbanas, las ciudades de América Latina no solo juegan un papel fundamental en la lucha contra el cambio climático, sino que son especialmente vulnerables a los extremos eventos meteorológicos, climáticos e hidrológicos que se desprenden de esta crisis ambiental. Las urbes son responsables de cerca del 76% del consumo energético de la región, y se estima que se requieren unos 110 mil millones de dólares a año para adaptarlas a los efectos del cambio climático.
La pregunta es, ¿qué están haciendo las ciudades latinoamericanas para adaptarse a esta crisis? A continuación, les presentaremos una lista de cinco ciudades que están dando pasos en la dirección correcta.

La Ciudad de México es uno de los casos más emblemáticos de gestión del cambio climático en América Latina, y un ejemplo de cómo la infraestructura urbana es un mecanismo clave para la adaptación. En 1992, las Naciones Unidas describió el aire de la Ciudad de México como el más contaminado del planeta. Desde entonces, la ciudad ha creado medidas muy estrictas para controlar la contaminación. En 2007, se publicó el Plan Verde, una estrategia a partir de la cual se identificaron los objetivos y las acciones necesarias para encaminar a la ciudad hacia la sostenibilidad y el desarrollo en un plazo de 15 años. Una de las acciones que se desprendió de este Plan fue la creación de muros y azoteas verdes para mejorar la calidad del aire. Desde junio de 2011, el Gobierno Federal otorga un 10% de descuento a todas aquellas personas que construyan azoteas verdes en sus hogares y alienta a los ciudadanos a hacer más “ecológicas” sus casas. Entre 2007 y 2012, se crearon 12.302 metros cuadrados de azoteas verdes en edificios públicos, logrando grandes beneficios económicos y ecológicos para la capital mexicana.
Desde el año 2019, ...
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