Dos mujeres de la tribu Borana llenando garrafas en una reserva de agua para animales en Yabelo, Etiopía. (Eric Lafforgue/Getty Images)

Las políticas que aborden la crisis climática sólo serán exitosas en la medida que pongan a la juventud de África, Oriente Medio o América Latina y Caribe en el centro, porque son los jóvenes de los países en desarrollo los que ya están sufriendo los devastadores efectos del cambio climático de manera directa.

El 26 de marzo fue elegido por la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (1992) para conmemorar el Día Mundial del Clima. Con esta cita se pretendía concienciar y sensibilizar al mundo entero sobre la importancia e influencia del clima, así como del impacto del cambio climático.

Hoy, más de 30 años después, cuándo los efectos de la crisis medioambiental son más que evidentes, es interesante preguntarnos qué opinan sobre esta problemática las personas más jóvenes, que seguramente no habían nacido cuando la ONU decidió que debíamos comenzar a poner remedio al calentamiento global.

El cambio climático se ha convertido en algo que reconoce y preocupa a la gran mayoría de la población. La juventud está altamente sensibilizada sobre la problemática y dispuesta a posicionarse, demandar y defender pública y activamente acciones y políticas que actúen contra esta emergencia. La Carta Global de la Juventud sobre la Acción Climática, dirigida a los líderes mundiales, mostró esto al unir las voces de los jóvenes de distintos países para mostrar la gran preocupación sobre la situación medioambiental.

La importancia de dar voz al sur global

Lo refleja, por ejemplo, la encuesta EIB Climate Surveys, que realiza anualmente el Banco Europeo de Inversiones acerca de la percepción que tienen las personas sobre el cambio climático. Este sondeo, al principio, se limitaba solo a la población de China, Estados Unidos y Europa, pero en su quinta edición se ha incluido también a los habitantes de 10 países de África y Oriente Medio.

Si realmente queremos tener un mapa global sobre lo que la población, y en especial las personas jóvenes, perciben sobre el cambio climático es especialmente importante tomar en consideración a América Latina y África. Primero, porque son los ciudadanos de los países en desarrollo los que están sufriendo las peores consecuencias del impacto de la emergencia climática, vinculadas a la falta de alimento. Esto lo reflejaba ya el Global Hunger Index 2019: el desafío del hambre y el cambio climático, centrado en esta temática, y lo reafirma el Índice de 2022, mostrando cómo la crisis medioambiental es uno de los diversos factores clave que impedirán al mundo alcanzar el ODS2 de “Hambre cero”. En segundo lugar, porque la población joven, ese motor de cambio que tanta consideración merece en las políticas climáticas, se encuentra principalmente en estos países.

Por eso es tan importante que encuestas como la antes mencionada del BEI hayan incluido, por primera vez en 2022, a 10 Estados de África y Oriente Medio con el fin de obtener una visión más completa de las opiniones públicas en todo el mundo. Aunque el siguiente paso sería que lo hiciera con países de América Latina y el Caribe.

Gracias a esta ampliación en el número de naciones incluidas en el estudio, se ha hecho evidente que la preocupación de la población de los países en desarrollo con respecto al cambio climático es aún mayor que la de los desarrollados.

Cómo afecta el cambio climático a los ingresos de la población más vulnerable

Según la encuesta del BEI, solo el 67% de los estadounidenses dicen sentir los efectos del cambio climático en su vida diaria, o el 65% de los británicos, siendo esta percepción bastante más elevada para los habitantes de la UE (80%). Aun así, esta cifra es superada ampliamente en los países de África y Oriente Medio, donde el 88% cree que el crisis climática ya está afectando su vida cotidiana, llegando a porcentajes del 91% en Costa de Marfil o el 97% en Kenia.

Los resultados de este sondeo confirman también que el 61% de la población africana ha visto que sus ingresos y medios de subsistencia se han reducido por los efectos del cambio climático, cifra que llega al 76% en Kenia. Estas pérdidas generalmente se deben a sequías severas, aumento del nivel del mar o erosión costera, o eventos climáticos extremos como inundaciones o huracanes. 

El futuro de la juventud depende de la crisis climática

Y qué ocurre si nos centramos en las nuevas generaciones. La conciencia medioambiental no se limita a un conjunto de jóvenes que lideran la lucha contra la emergencia climática, sino que ha permeado plenamente en el conjunto de los menores de 35 años. Según el estudio U-Report, elaborado por Naciones Unidas con motivo de la COP27, el cambio climático influye en la decisión que toma la juventud sobre sus trabajos futuros, o sobre la idea o no de formar una familia. Y esta vinculación entre la percepción de este problema y la toma de decisiones de cara al día de mañana es aún mayor en los países de África y América Latina.

Jóvenes retiran el barro de sus casas tras las inundaciones y avalanchas de lodo causadas por las fuertes lluvias del ciclón Yaku y la presencia anómala de El Niño en Punta Hermosa, Perú. (Carlos Garcia Granthon/Getty Images)

Dos de cada cinco jóvenes encuestados mencionaron que tenían menos alimentos para comer como resultado del cambio climático, según U-Repor. El porcentaje más alto en este sentido se registró en África subsahariana (52%), seguido de Medio Oriente y África del Norte (31%), y uno de cada cinco dijo que se estaba volviendo más difícil obtener agua potable.

Vinculándolo a decisiones futuras, dos de cada cinco jóvenes afirman que los efectos de la crisis medioambiental les están haciendo reconsiderar la idea de formar una familia, elevándose este porcentaje al 44% en el caso de los jóvenes africanos. 

Las migraciones climáticas

Además, tres de cada cinco han considerado mudarse a otra ciudad o país debido al cambio climático, siendo los porcentajes más amplios en Medio Oriente y Norte de África (el 70%) y en América Latina y el Caribe (el 66%).

El elevado número de población joven de estas regiones que se plantea migrar está vinculado, en parte, a las posibilidades de empleo en estos países, muy dependientes de la agricultura y la ganadería. Al fuerte impacto del cambio climático en estos sectores productivos, en el caso de la juventud, se agravada la situación de vulnerabilidad por tener más limitado su acceso a tierras de cultivo, entre otros factores.

Tal y como señala el estudio Cambio climático, juventud y movilidad humana: un ejemplo a través del caso de Arsi, Etiopía, elaborado por Ayuda en Acción y el Instituto sobre Conflictos y Acción Humanitaria-IECAH, las sequías, lluvias irregulares, enfermedades y la pobreza suman un conjunto de factores que está provocando un aumento de la precariedad en las condiciones de vida de la población. En este caso hablamos de una zona de Etiopía, pero podríamos extrapolar las conclusiones a otras muchas áreas del planeta. 

Etiopía tiene una población juvenil muy elevada, 60 millones de personas entre 15 y 34 años, cinco veces más que, por ejemplo, España. Además, el 82% de esta joven población etíope habita en las zonas rurales, fuertemente vinculadas a la ganadería y la agricultura. Esta fotografía se replica en otros muchos países, cuyas economías dependen en gran medida de la agricultura y en los que las consecuencias del cambio climático son cada vez más devastadoras para las tierras y el ganado. En ellos, la migración es una de las respuestas a este problema, sobre todo, entre la juventud.

La voz de los jóvenes para frenar el negacionismo climático

La opinión expresada por la juventud de contextos altamente vulnerables es una herramienta contra el negacionismo del cambio climático. Las y los jóvenes etíopes no necesitan registros históricos ni análisis científicos para sentir que la emergencia climática está limitando sus opciones de vida. Son plenamente conscientes de la crisis medioambiental y de cómo está agravando la situación de vulnerabilidad en la que viven. Ellas y ellos evidencian en dicho estudio, con testimonios concretos y en primera persona, lo que las encuestas de U-Report señalaban: que la necesidad de adaptación ante esta emergencia influye en la toma de decisiones vinculadas a la conservación de su propio espacio o la necesidad de migrar.

En proyectos de educación para la ciudadanía global sobre cambio climático, como Just1Planet, en el que han trabajado conjuntamente jóvenes de ese llamado sur global, pero también de zonas empobrecidas de países desarrollados, hemos visto que desde los dos lados del atlántico alertaban de la inestabilidad de las lluvias con periodos de sequía o lluvias torrenciales que provocaron inundaciones, así como de la pérdida de cosechas y la falta de agua como el principal problema al que ya se están enfrentando sus comunidades. Estos jóvenes son conscientes de la necesidad de actuar, pero también reconocen que tienen pocas opciones y que el cambio debería venir de una legislación que realmente luche contra la emergencia climática y que implique un rediseño en los sistemas de producción.

Cualquier política pública que se quiera implementar para combatir la emergencia climática será mala si no tiene en cuenta su impacto en las condiciones de vida, a corto y largo plazo, de la juventud del sur global. En primer lugar, por ser un grupo que muchas veces se encuentra en situación de especial vulnerabilidad por tener menor acceso a recursos y a espacios de toma de decisiones y, en segundo, por el papel que juegan en el diseño de políticas de cara al futuro. Su implicación en la aplicación de las políticas contra el cambio climático determinará en gran medida el nivel de éxito de las mismas y su grado de consolidación.