Mural que ilustra a los líderes negros de los derechos cívicos (Malcom X, Ella Baker, Martin Luther King y Frederick Douglas), en Filadelfia, Pensilvania, Estados Unidos, dentro del “Programa Arte Mural”. (Frédéric Soltan/Corbis vía Getty Images)

Homenajear la historia africana es crucial para comprender el pasado y el presente y para promover un futuro mejor.

Muchos de los que estamos interesados en ver cómo adquieren más poder las diásporas africanas de todo el mundo hemos visto la entrevista de Morgan Freeman en el programa de la cadena estadounidense CBS “60 Minutes”, presentado por Mike Wallace, en la que se mostró contrario al Black History Month (Mes de la historia negra) con argumentos como: “¿Quieres relegar mi historia a un solo mes?”, “¿Qué mes es el mes de la historia blanca?”, “La historia negra es la historia de Estados Unidos” o “Voy a dejar de llamarte hombre blanco y voy a pedirte que dejes de llamarme hombre negro. Yo te conozco como Mike Wallace, tú me conoces como Morgan Freeman…”. Eso ocurrió en 2005, pero el vídeo no ha dejado de visitarse desde entonces. Sería demasiado fácil quitar importancia a ese punto de vista y difuminarlo con arreglo a las proclamas de la extrema derecha contra lo woke, pero, aunque intente olvidar esos argumentos, siguen resonando en mi cabeza, porque responden a una lógica interna innegable.

Hay que preguntarse para qué sirve el Mes de la historia negra. ¿Presta realmente a la sociedad algún servicio aparte del de llevar a las instituciones educativas y sociales unas actividades que se califican en el mejor de los casos de infrecuentes y, en el peor, de “exóticas”? Podríamos pensar que los argumentos de Morgan Freeman son de un activista radical por la igualdad o los de alguien que proyecta una sociedad posracial, si no fuera por el hecho de que el racismo existe y sobrepasa con creces lo individual.

La postura que entiende la igualdad como algo que se puede conseguir simplemente creyendo en ella por un lado es ingenua, pero además, por otro, puede servir, quizá sin quererlo, para que las cosas sigan como están; y las cosas no están bien. Esa es la postura de quienes afirman que la igualdad ya figura en la constitución de la mayoría de los países del mundo, así que no hacen falta más leyes ni políticas específicas porque ya está garantizada la igualdad en la competición social. Pero sabemos muy bien que la competición social no es justa solo porque lo digan las leyes y los principios judiciales. Y menos aún cuando son leyes pasivas, como las que solo abordan los problemas cuando hay que afrontar las consecuencias, las que no impiden que haya discriminación. Un exceso de perfeccionismo y maximalismo genera pasividad, porque la perfección no existe, es un horizonte, una meta que nunca se alcanza pero que nos permite avanzar en su dirección.

La historia que se suele contar es que el Mes de la historia negra nació en Estados Unidos, en la ...