
El descontento social por la crisis económica castiga a la intocable élite gobernante en estas elecciones parlamentarias.
A pesar de los pronósticos fatalistas sobre la cancelación o aplazamiento de las elecciones parlamentarias en Líbano, debido a las múltiples crisis que asolan el país, los libaneses decidieron por su futuro el pasado 15 de mayo. Las elecciones transcurrieron en un momento decisivo para este país cansado tras años de inestabilidad política y protestas contra la corrupción sistémica, que comenzaron en 2019 con la llamada Revolución de Octubre.
Desde entonces, la situación solo ha ido deteriorándose debido a una serie de sucesos calamitosos, como la pandemia de COVID-19, el colapso total de la libra libanesa y la tremenda explosión del puerto de Beirut del 4 de agosto de 2020, que devastó la capital. A esta situación se suman las consecuencias económicas que sufre por la guerra en Ucrania, principalmente en la subida de precios de alimentos como el pan, ya que depende en un 66% de las importaciones de trigo ucraniano. Esto ha llevado a que el pan, que es el alimento de los pobres, haya subido de precio desde marzo en un 20%.
La otra gran preocupación es la subida del precio del diésel por la invasión rusa de Ucrania, teniendo en cuenta que los libaneses dependen de generadores privados para tener electricidad, ya que el gobierno solo suministra de 3 a 4 horas de luz. Desde marzo, las interrupciones a las importaciones de gas y petróleo desde Rusia han aumentado un 30% el precio de la gasolina, lo que ha producido largas colas en las gasolineras ante el temor a ese incremento.
Bajo este clima de desaliento ante la devastadora crisis económica, que ha llevado a más del 80% de la población libanesa a vivir bajo el umbral de la pobreza; sumado a la falta de acceso a las necesidades básicas como combustible, electricidad y medicamentos, una parte del electorado, hartos de su situación, decidió castigar a la élite política gobernante dando su voto a nuevos candidatos independientes, salidos del descontento social. Por primera vez en la historia contemporánea del Líbano, el Parlamento estará representado en un 10% del total de los 128 escaños por fuerzas de la oposición independientes con mentalidad reformista.
Como explica a esglobal Micheline Abukhater, portavoz de comunicación de “Sawa Li Lubnan”, un movimiento no sectario, que nació en las protestas nacionales de 2019, “necesitamos gente honesta. Que pueda convencer no solo al electorado libanés sino a la comunidad internacional de que Líbano está preparado para un cambio democrático”.
Precisamente, las reformas económicas son uno de los requisitos fundamentales para que el Fondo Monetario Internacional (FMI) pueda ayudar al Líbano a salir de la que es una de las tres peores crisis financieras del mundo. El FMI acordó en abril dar al país el equivalente de alrededor de 3.000 millones de dólares, pero solo si implementaba una serie ...
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