
En el aniversario de la explosión en el puerto de Beirut la investigación sigue estancada por las interferencias políticas y la falta de transparencia. En un país sumido en el caos político y económico, las causas del suceso siguen sin salir a la luz.
La tremenda explosión en el puerto de Beirut, ocurrida en agosto de 2020, provocó un profundo cráter en el sitio portuario, devastó viviendas, instituciones educativas y negocios de media ciudad, sesgó la vida de 215 personas y dejó malheridas a otras 5.000. El costo económico se calcula aproximativamente entre 15 y 20 mil millones de dólares, según Consultancy.org, pero el humano se hace incalculable, ya que el dolor no tiene precio.
El suceso se considera una de las mayores explosiones no nucleares de la historia y las heridas de los damnificados continúan abiertas, sin poder cicatrizarse, ante la falta de voluntad política y judicial para avanzar en la investigación.
A falta de conocerse la causa exacta de la explosión, que sigue bajo investigación, la versión oficial es que un incendio accidental en el hangar número 12 del puerto habría sido el responsable de hacer detonar las 2.750 toneladas de nitrato de amonio almacenadas, lo que equivale a alrededor de 1,1 kilotones de TNT, según Center for disaster Philanthropy.
Desde el comienzo, las autoridades estuvieron jugando con el término “accidente” y “fatalidad” para quitase de encima la responsabilidad, aunque después el presidente del país, Michel Aoun, confesó que había sido informado semanas antes de “un arsenal peligroso”, referido al nitrato de amonio, acopiado en un almacén del puerto desde 2013. El por entonces primer ministro libanés, Hassan Diab, mandó arrestar a una docena de funcionarios portuarios de bajo rango y ordenó una investigación para apaciguar los ánimos incendiados de los libaneses, pero no lo consiguió. La tragedia del puerto de Beirut, que cambió para siempre la vida de los ciudadanos, llegó en un momento en que la economía del país estaba hundida. Antes de la explosión, el Líbano se acercaba a la hambruna, con más de la mitad de la población bajo el umbral de la pobreza, según el Banco Mundial.
Todo esto provocó un estallido de cólera con protestas violentas contra el gobierno. El 10 de agosto, Diab con todo su ejecutivo se vieron obligados a dimitir por los disturbios en Beirut. Pero el primer ministro, no abandonó su cargo entonces, ya que el presidente Aoun le pidió que siguiera en funciones hasta la creación de un nuevo gobierno, una labor difícil que se ha dilatado hasta la fecha.
Desde hace un año, el Líbano ha designado a tres primeros ministros para poder llevar a cabo ...
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