Así se enfrentan seis urbes europeas a los retos de la movilidad sostenible.
En las últimas décadas, la migración hacia los grandes núcleos urbanos y la formación de amplias zonas metropolitanas, alejando zonas residenciales y productivas, están generando retos sin precedentes para las políticas de movilidad de las ciudades en todo el planeta. En España, un fin de año particularmente seco ha contribuido a que en ciudades como Madrid y, en menor medida, Barcelona, se alcancen niveles alarmantes de contaminación.
Ante el anunciado descenso de las precipitaciones en los próximos años a causa del cambio climático, es de esperar que estos problemas con la calidad del aire se conviertan en recurrentes en el entorno de las grandes urbes. Se hace inevitable, por tanto, abordar un tema que hasta ahora había sido generalmente esquivado por las administraciones locales: ¿cómo reducir el tráfico de automóviles en los centros urbanos?
Aunque generalmente desconocido en España, el debate sobre las ciudades sin coches comenzó en Europa en los 90. Una de las primeras propuestas elaboradas al respecto fue el informe de 1991 Proposition de recherche pour une ville sans voiture, coordinado por el italiano Fabio M. Ciufini a petición de la entonces Comunidad Económica Europea. Tres años después, se desarrolló la primera conferencia sobre ciudades libres de coches en Ámsterdam.
Aunque entonces las propuestas no dejaban de ser consideradas una quimera por la mayoría de urbanistas, hoy en día casi todas las grandes ciudades europeas tienen planes para reducir el tráfico. Algunas de ellas ya han anunciado su intención de lograr un centro urbano completamente libre de tráfico de vehículos particulares. Otras han apostado por combinar formas alternativas de transporte al coche, con una circulación reducida de automóviles. Los casos siguientes son solo seis entre todos los que existen en Europa, seleccionados por ser paradigmáticos o representativos de una forma concreta de enfrentar los retos de la movilidad sostenible.
Oslo. De la prohibición a la desincentivación

En octubre de 2015, el recién elegido consistorio de Oslo anunció un plan para convertir la ciudad noruega en la primera capital europea libre de coches para 2019. El plan incluía la construcción de 60 km de vías ciclistas y un impulso masivo a la inversión en transporte público. Paralelamente, se establecería una prohibición total a la entrada de vehículos particulares al centro de la ciudad, con excepciones para vehículos de personas minusválidas y abastecimiento de los comercios de la zona.
A pesar de que el Gobierno local aseguró entonces que "la ciudad será más disfrutable y accesible sin tráfico de coches", los comerciantes del centro no compartieron su visión y desde el Partido Conservador se habló de un "muro de Berlín" para los coches en el centro de Oslo. Tras un año de protestas y negociaciones entre la administración y los comerciantes, finalmente el Ayuntamiento optó por rebajar el ambicioso plan.
Los coches seguirán circulando por el centro de Oslo ...
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