
¿Qué intenciones esconde Pyongyang? ¿Estará el impulsivo Presidente estadounidense cayendo en una trampa?
Si la participación de Corea del Norte en los Juegos Olímpicos de Invierno Pieongchang en febrero fue una grata sorpresa, el desfile conjunto sirvió para reafirmarse a los que todavía ven cierta esperanza en las relaciones intercoreanas. Lo que pocos esperaban es que el resultado de ese acercamiento produjese unos frutos tan rápidos y sobre todo de tal dimensión. Si el presidente Donald Trump y Kim Jong-un se dan la mano finalmente a finales de mayo, será la primera vez que los líderes de ambos Estados se reúnan en 70 años desde la proclamación de la República Popular Democrática de Corea.
Otros presidentes de EE UU dieron con anterioridad el paso, Jimmy Carter en 1994 y Bill Clinton en 2009, pero solo después de haber abandonado la Casa Blanca y con la misión principal de negociar la liberación de detenidos estadounidenses en suelo norcoreano.
La situación actual es muy distinta en muchos aspectos a circunstancias anteriores y todo parece indicar que la enorme importancia que han adquirido en la política las redes sociales y la imagen tiene mucho que decir de este encuentro en donde el precio por la imagen puede ser muy alto, se produzca o no tan esperada reunión.
Lo primero que debe considerarse son cuatro acontecimientos inesperados que se han producido a escala mundial y que están interrelacionados de manera muy estrecha. El primero, fue la sorpresiva elección del propio Trump a finales del 2016, cuando nadie, ni siquiera él mismo, según el reciente libro de Michael Wolff, Furia y Fuego, apostaba por su victoria. El segundo elemento fue la destitución de la presidenta Park Geun-hye en Corea del Sur por la Asamblea Nacional bajo los cargos de corrupción y abuso de poder, lo que llevó a unas elecciones y a la victoria del antiguo ayudante de Kim Dae-jung y Roh Moo-hyun, Moon Jae-in. En tercer lugar, y tan solo cinco meses después, la reelección del Primer Ministro Shinzo Abe en Japón, y quien hasta ahora ha demostrado una especial química personal con el presidente Trump, provocando un acercamiento entre ambos países que no ha pasado desapercibido en sus vecinos coreanos. Y, finalmente, la creciente relación entre el nuevo Presidente coreano, Moon Jae-in, y el desde hoy nuevo emperador chino, Xi Jinping, que con la introducción en la Constitución de la supresión de los dos mandatos tiene carta libre para dirigir el destino de China, quién sabe si hasta el 90 aniversario de la fundación de la República Popular.
Si estalla una nueva guerra comercial entre Estados Unidos y el mundo por el tema de los aranceles, todo hace indicar que de nuevo China se apresure a seguir haciendo amigos, al mismo tiempo que Washington continúe con la construcción de su muro imaginario y aislándose de la comunidad internacional bajo su pretexto de “América primero”, y ...
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