Así es cómo algunos Estados miembros están poniendo en marcha un proceso de deslocalización del asilo.
En 2013 el Gobierno australiano puso en marcha la Operación Fronteras Soberanas. Con ella quedaba inaugurado lo que se conoce como el modelo australiano de gestión migratoria. Su objetivo es evitar la llegada de personas de manera ilegal a su territorio y, con ello, disuadir a potenciales solicitantes de asilo de intentar arribar arriesgando su vida.
Este modelo de gestión migratoria tiene elementos controvertidos tales como el traslado de los solicitantes de asilo llegados vía marítima a las islas de Nauru y de Manus mientras se procesan sus solicitudes. En esas islas las personas afectadas se encuentran en un régimen de detención muy estricto sin derecho a la movilidad. También quedaba restringido el número de personas que podrían reasentarse en Australia una vez estuviera resuelto su expediente y se autorizaban las devoluciones al país de origen si se consideraba que no había peligro.

Pues bien, este modelo saltó a la palestra de la agenda política europea en el marco de la crisis de gestión del refugio entre 2015 y 2016. Varios fueron los Estados miembro que a partir de esa fecha pusieron encima de la mesa la necesidad de adopción de un modelo similar, a pesar de que se tocaban cuestiones de índole moral, ética y legal que eran difíciles de digerir por muchos. La gestión de expedientes en el extranjero, la detención obligatoria y las devoluciones inmediatas generaron entonces recelos, además de la consecuente implicación que podría tener la vulneración de derechos humanos a los que está sujeta la UE.
Sin embargo, en el Consejo Europeo de junio de 2018, hace ahora tres años, una reunión dedicada casi en su integridad a la cuestión migratoria, República Checa, Hungría, Polonia y Austria propusieron debatir la idea de lo que denominaron “plataformas regionales de desembarque”. En estas plataformas se procedería a la identificación de las personas arribadas según si eran migrantes económicos o solicitantes de asilo. En un primer momento, no pareció haber dudas de que dichos centros de “clasificación” debían establecerse en territorio europeo, en aquellos Estados miembro que así lo quisieran poner en marcha de manera voluntaria. La idea era que el procedimiento debía ser rápido y eficaz. La idea no prosperó.
Dos años más tarde, en septiembre de 2020, era presentado el Nuevo Pacto de Inmigración y Asilo de la UE. Este documento, a pesar de su nombre, hacía referencia a las distintas formas de control fronterizo mejoradas y ampliadas por parte de la UE para asegurar una mejor gestión de los flujos migratorios y del asilo. Algunos de sus ejes fundamentales recuerdan de manera asombrosa a la Operación Frontera Soberana australiana. “Un nuevo y más rápido procedimiento fronterizo de asilo, seguido de un procedimiento de retorno rápido, para acelerar la toma de decisiones y aumentar la eficiencia de los procedimientos de ...
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