Europa
Banderas de la Unión Europea. (Christopher Furlong/Getty Images)

Entre el reportaje periodístico y el ensayo histórico, este libro abarca con una original mirada desde la prehistoria hasta el siglo XXI de un continente imposible de dividir.

Una lección olvidada. Viajes por la historia de Europa

Guillermo Altares

Tusquets, 2018

Desde las cuevas de Chauvet, con unos 36.000 años de antigüedad y descubiertas en la Francia profunda, hasta el paisaje estepario del conflicto de Kosovo, en los confines orientales de los Balcanes, se extiende un inmenso viaje en la geografía y en la historia. Pero ese descomunal y casi inabarcable periplo tiene, aunque a primera vista no lo parezca, un denominador común. Ese denominador se llama Europa y a mostrar semejanzas ocultas y también divergencias poco conocidas ha dedicado el periodista de El País Guillermo Altares su libro Una lección olvidada que lleva el muy descriptivo subtítulo de Viajes por la historia de Europa y una elocuente ilustración de portada donde se enfrentan un guerrero de la Antigüedad con un soldado del siglo XXI.

Periodista ya veterano, dotado de una curiosidad insaciable y con una trayectoria volcada en los temas culturales y en la política internacional, Altares ha recorrido en las últimas décadas buena parte de esa Europa sobre la que nos ilustra en un libro apasionante que mezcla con una gran habilidad las anécdotas con las categorías, su mirada personal con el panorama social de fondo. Por supuesto que se trata de un ensayo escrito por un periodista, pero uno que se ha formado con la literatura de referentes de su profesión como Truman Capote, Gay Talese, Ryszard Kapuscinski o Manuel Chaves Nogales. Una lección olvidada está escrito, pues, con el pulso narrativo y ágil que se le exige al buen periodismo. Pero además la profundidad de este ensayo responde a un intelectual diríamos que renacentista como Altares que salpica su obra de constantes referencias a novelas, biografías, ensayos, libros de viajes o incluso películas que demuestran a las claras hasta qué punto Europa cuenta con una historia compartida, bien sea en la guerra o en la paz.

Siempre a partir de experiencias personales y con una secuencia cronológica en el orden de los capítulos, Altares se adentra, entre otros lugares y tiempos, en las cuevas prehistóricas, en la Roma de Nerón, en la herejía de los albigenses, en el terremoto de Lisboa, en el París de las revoluciones, en la resistencia de Madrid frente al fascismo en la guerra civil, en la devastación de Berlín al final de la Segunda Guerra Mundial, en la Rumania esperpéntica del comunismo, en la Suecia de la socialdemocracia y el bienestar o en la barbarie de la desintegración de la antigua Yugoslavia. Con saltos de un lado a otro del continente, que solamente a priori pueden resultar extraños, Guillermo Altares es capaz de relacionar a Nerón con los Monty Python y su filme La vida de Brian o de ligar el asesinato del primer ministro sueco Olof Palme en 1986 con la literatura policiaca de Henning Mankell. Ahora bien, el autor nos desvela infinidad de fascinantes historias con minúsculas que acaban por conformar una Historia con mayúscula a través de una erudición que nunca abruma y desde un punto de vista como narrador que huye del maniqueísmo. En una palabra, cientos de libros citados en la bibliografía e innumerables viajes descritos en la narración, desde que el autor era un estudiante mochilero, van destilando una imagen crítica, pero esperanzada de una Europa que, en opinión del periodista, jamás podrá disgregarse por muchas dificultades que tenga que vencer. No en vano Altares cierra su ensayo con estas rotundas frases: “El pasado de este continente se podría dibujar como una inmensa tela de araña que une decenas de miles de pequeños hilos para crear una estructura con sentido. Y tenemos que construir sobre ese pasado, no desde ese pasado”.

En cualquier caso, esa abierta defensa del europeísmo no lleva al autor, ni mucho menos, a la ceguera de obviar las muy profundas grietas que invaden a la Unión Europea, en especial desde la crisis de 2008, y que proyectan una constante amenaza sobre el futuro del continente. Así pues, por las páginas del libro sobrevuelan las derivas autoritarias en países centroeuropeos, el auge de los movimientos populistas y euroescépticos (véase el Brexit), la desafección ciudadana hacia las instituciones públicas, las rivalidades entre países ricos y pobres, los conflictos de religiones y de idiomas… Pero si algo evidencia Una lección olvidada, un título muy acertado, es que Europa se ha construido a trancas y barrancas, con sangre, sudor y lágrimas, pero siempre desde la diversidad, la tolerancia y el respeto de los derechos humanos. De todos modos, ese razonado optimismo de Altares parte de la convicción de que los pueblos de Europa comparten un mismo espacio geográfico, una historia común y una cultura rica y muy variada, pero entrelazada. En ese sentido quizás peque el libro de ocuparse mucho más de Europa occidental que de aquellos países del centro y el Este que, desde los tiempos de la romanización hasta la guerra fría, transitaron con frecuencia caminos distintos. Algo inevitable, por otra parte, en una mirada desde este extremo occidental que representa España.

No obstante, las inquietudes profesionales y personales de Altares lo han encaminado a países como Hungría o Rumania y el libro se enriquece con su experiencia en esas zonas que se hallaban al otro lado del Telón de Acero. No en vano además Una lección olvidada se cierra con el laberinto de los Balcanes, en las antiguas guerras yugoslavas, uno de los temas que más han apasionado al autor. Obra cosmopolita y abierta, alejada de los nacionalismos excluyentes y de los totalitarismos, que debería ser de lectura obligada para cualquier europeísta, Guillermo Altares deja estas líneas escritas a propósito de Kosovo en una declaración de principios que sirve para toda Europa. “El nacimiento de todos los Estados fue un proceso muy importante en la construcción de lo que somos a través, por ejemplo, de las distintas lenguas nacionales. Pero estoy absolutamente convencido de que el proceso de unidad, la renuncia a las fronteras, la búsqueda de un bien común general, ha sido lo mejor que nos ha pasado en nuestra historia reciente como europeos”.