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Póster de una campaña sobre la prostitución en Marruecos. Francis DEMANGE/Gamma-Rapho via Getty Images

Las redes sociales ayudan a una nueva generación a romper tabúes en las sociedades árabes.

Docenas de escaparates de las calles más céntricas de El Cairo exponen turgentes maniquís de pechos voluminosos, ojos de vidrio y pestañas y pelucones en poses provocativas. Camisoncitos y tules, tangas y redecillas les cubren escasamente las parte impúdicas. Algunas muestran delicados corsés y sostenes o bodies semitransparentes en distintos tonos. Otras van ataviadas con disfraces de policías o piratas de la lujuria (el de criadas es un must). A plena luz del día, conviviendo con sostenes y bragazas, pijamas de cuello alto y galabeyas, son habituales las correas, tachuelas y esposas. También en los mercadillos populares. Tanto, que cualquiera diría que el sexo es algo presente que forma parte del debate tanto como del espacio público. No lo es.

“Hablar o educar sobre sexualidad es difícil”, advierte el doctor Ramy Metwali, coordinador de la organización Love Matters (Árabe) con base en Egipto. Una web que busca “proporcionar una fuente digital de información donde plantear y resolver dudas”, pero también formar presencialmente sobre salud reproductiva entre otros temas relacionados con el sexo y la sexualidad.

“Hay mucha información confusa o directamente errónea y eso afecta a la calidad de vida”, explica el especialista en derechos reproductivos y sexuales. “No se habla en los colegios ni en las familias, así que la información sexual procede de Internet o de los colegas”. Y no solo sobre sexo, “sino sobre amor o relaciones”. Cuando se llevan a cabo encuestas a profesores sobre su predisposición a llevar a cabo educación sexual, “la mayoría dicen que no”, afirma Metwali. El breve capítulo que habla de sexualidad en los libros de texto es “ignorado”, lamenta.

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Tienda local de lencería en El Cairo, Egipto. Frédéric Soltan/Corbis via Getty Images

Si en algo coinciden los entrevistados para este artículo es en que existe de facto un tabú en torno al sexo. “Debe ser pecado incluso escribir sobre ello en Ramadán”, bromeaba un activista egipcio hace unos días, aún en pleno mes sagrado musulmán. Una línea roja, aunque él sea cristiano copto, no sólo en Egipto, también en otros rincones de lo que conocemos como mundo árabe. Porque el sexo se mezcla (y confunde) con la religión, tradición, política, economía y la cultura. “Proporcionamos contenido en árabe porque la mayoría de lo que puede encontrarse en esta lengua está erróneamente relacionado con la religión, desincentiva que se piense y polariza en si algo es halal (aceptado) o haram (pecado)”, detalla Metwali.

La sexualidad es también una cuestión de privilegio y de género. La mujer, como en otros lugares (el que esté libre de culpa que tire la primera piedra), se lleva la peor parte: estigmatizada o vilipendiada por vivir su sexualidad libremente… cosificada. Su placer no es suyo, es el del otro. El del hombre. Su sexualidad no le pertenece: es del padre, del hermano, del esposo. La batalla del honor se libra en sus carnes. El patriarcado marca la norma allí como aquí. Y ellas están tomando las riendas y alzando su voz de Rabat a El Cairo para cambiar las tornas. Cada una como puede. O le dejan.

Aún así no se puede hablar de sexo en el mundo árabe. Esa aproximación reduccionista a una cultura y costumbres emparentadas por una lengua común, que no lo es tanto. Lo descubriríamos si nos tomamos la molestia de escuchar más y ponderar menos. Equivaldría a hablar de sexo en Occidente, en Europa o en América y, coincidiremos, poco tiene que ver la sexualidad (moralidad, práctica, entendimiento) de Brasil con la de Canadá, o la de España con la de Turquía. O, al menos, lo que social e incluso legalmente debatimos o aplicamos. Homosexualidad, transexualidad, aborto, relaciones prematrimoniales o extramatrimoniales. Si cada individuo es un mundo imaginemos por un momento los mundos de los que hablamos al referirnos al “árabe”. Love Matters Árabe tiene 8 millones de usuarios anualmente. El 25% de las consultas procede de Egipto,  el otro 75% de Arabia Saudí, Argelia, Marruecos e Irak. Es cierto que hay algunos rasgos comunes, legislación y realidad social que divergen, dudas que se repiten: “sexo fuera del matrimonio, masturbación, virginidad, enfermedades de transmisión sexual, tamaño del pene…”, enumera Metwali, pero la mayoría impuestos más social, cultural y religiosamente. Y ahí, huyendo de orientalismos y prejuicios, es donde intentaremos fijarnos.

 

Doble moral

Se podría decir que Internet ha terminado de consumar el cisma entre la realidad que los jóvenes descubren en la Red y con la que conviven. Los dos países con mayor proporción de sitios web para adultos del mundo son Irak y Egipto, según un estudio de SimilarWeb de 2015 que analiza el flujo del tráfico online. Otro análisis de Google ese mismo año apuntaba hacia Arabia Saudí, Egipto y Marruecos entre los principales consumidores de porno del planeta.

La masturbación aparece constantemente en las consultas online a Love Matters al igual que las relaciones prematrimoniales. Lo que descubren en las redes diverge de su realidad social. “El entorno les hace sentir culpables y es en ese contexto en el que plantean sus dudas”, explica el doctor Metwali. Por eso uno de los temas más comunes es el aborto. “Una mujer soltera que pida consejo sobre aborto lo hará subrayando que “cometió un error” (en referencia a su actividad sexual fuera del matrimonio) para justificar una acción considerada reprobable socialmente. El médico resalta que es un desafío asesorar sobre este tema en particular porque en Egipto, por ejemplo, no está permitido. “Es uno de los temas sobre los que queremos abogar para que se legisle y se haga de forma segura”. Porque el hecho de que no lo contemple la ley no quiere decir que no se practique, con el riesgo incrementado para la mujer.

En Egipto, Qatar, Arabia Saudí, Túnez, Jordania, Sudán, Omán, Líbano o Kuwait, entre otros, contemplan penas de cárcel para las mujeres que abortan y los que las asisten con castigos que oscilan entre el arresto, meses o años de cárcel.

“En 2018, en Marruecos, 14.503 personas fueron procesadas, de conformidad con el artículo 490 del Código Penal, que castiga las relaciones sexuales fuera del matrimonio”, rezaba un manifiesto redactado por las escritoras Leila Slimani y Sonia Terrab en septiembre de 2019 y firmado por 490 figuras públicas como el escritor Tahar Ben Jelloun, en referencia al número del artículo del código penal. En dos meses fue suscrito por más de 10.000 personas.  “Todos los días, en nuestro país, se realizan entre 600 y 800 abortos inseguros”, afirmaban en el texto que titularon “Nosotras, mujeres marroquíes, declaramos que somos delincuentes”. Dicha petición llegó después de la condena a un año de cárcel de la periodista Hajar Raissouni por tener relaciones prematrimoniales y abortar. La presión social generada logró que se exonerara a Raissouni y, más importante aún, se abriera un debate en la sociedad marroquí que continúa a través de las redes sociales. En Facebook, la página “Delincuentes marroquíes” tiene más de 30.000 seguidores. Allí se publican a diario testimonios de aquellos que defienden su derecho a mantener relaciones sexuales fuera del matrimonio y al aborto. Paradójicamente la ley 490 es una herencia colonial promulgada por Francia durante el protectorado. El colectivo ha recibido el premio de derechos humanos por la libertad de las mujeres Simone de Beauvoir.

 

Retorcer la ley hasta que encaje… o ignorarla

Las relaciones extra o prematrimoniales no están prohibidas o penadas en Egipto, pero sí censuradas socialmente. Marruecos, Libia, Jordania, Kuwait, Bahréin, Qatar, Emiratos, Omán y Yemen sí prevén penas de cárcel. En algunos países como Arabia Saudí los castigos impuestos pueden ser físicos.

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Bandera del Orgullo gay en Beirut, Líbano. JOSEPH EID/AFP via Getty Images

En el país del Nilo una pareja en la que al menos uno de los dos sea local no puede hacer una reserva de hotel sin presentar el acta matrimonial. Lo mismo ocurre con las visitas de miembros del sexo opuesto en residencias particulares. El omnipresente bawab, el portero y a la postre guardián de la moral del edificio (e informante de la policía), se encargará de velar por las buenas o por las malas de que no haya encuentros sexuales. Los vecinos pueden denunciar los hechos a la policía o tomar la justicia por su mano. Dependiendo del vecindario (la clase social a menudo sirve de velo que tamiza la moral), acabarán a palos o instalarán cámaras para usar en contra del o la inmoral. Pudiendo provocar su arresto o expulsión del inmueble. En muchos contratos de alquiler se incluye una cláusula que especifica que el ejercicio de la prostitución en la vivienda es motivo de cesión del mismo. Una herramienta útil para deshacerse del inquilino o inquilina que no se avenga a respetar la moral que impere en el vecindario.

La ley que pena la inmoralidad se aplica también para castigar la homosexualidad en Egipto, o en Jordania, donde no está prohibida abiertamente, pero donde vuelve a existir una disociación entre la realidad social de puertas adentro y de puertas afuera. Está prohibida y penada en Arabia Saudí, Emiratos y Yemen (pudiendo conllevar pena de muerte o flagelación), Libia, Marruecos o Qatar, entre otros. La aplicación depende del país y sus circunstancias. En algunos, como Irak, la inestable situación política no da como para legislar, pero se conocen milicias que persiguen y castigan a los homosexuales. La presencia del autoproclamado Estado Islámico tanto en Irak como Siria o Libia, abren un período de excepcionalidad al respecto también.

El suicidio de la activista de derechos LGTBI egipcia Sarah Hegazy en el exilio en Canadá este mes ha puesto de relieve esa doble moral, además del uso de ciertas leyes para penar lo que no está abiertamente penado pero sí condenado socialmente. Hegazy padecía síndrome de estrés postraumático y depresión tras haber sido encarcelada y torturada durante tres meses. Su crimen fue ondear una bandera arcoíris durante un concierto del grupo libanés Mashrou Leila. En las semanas que siguieron se encarceló a más de 75 personas. El debate en redes sociales evidenció la división entre el espacio público y privado que aún impera.

 

Las redes un arma de doble filo

El código penal marroquí castiga hasta con tres años de cárcel a quienes mantengan relaciones homosexuales. El artículo 489 habla de “actos contra natura con individuos del mismo sexo” y en 2017 casi 200 personas fueron procesadas. Las redes sociales, o aplicaciones de citas, aquí pueden jugar el papel contrario, sirviendo de prueba contra el desviado.

El artículo 178 de la Ley contra delitos cibernéticos de Egipto promulgada en 2018 estipula el castigo por la creación y administración de cuentas de redes sociales que incitan al libertinaje con penas de prisión de hasta dos años y una multa de no menos de 5.000 libras egipcias (unos 300 euros). Una joven influencer denunció recientemente haber sido agredida sexualmente por dos amigos en un vídeo de Tik Tok en el que aparecía con la cara magullada. Finalmente, y tras haberse retractado, fue detenida. La lincharon en redes sociales por su estilo de vida y vestimenta. Una vez más la doble moral.

El último Barómetro árabe de 2019, reflejaba una aceptación mayor de los asesinatos por honor (muerte de la mujer para salvar la honra familiar) que de la homosexualidad. Si bien los porcentajes son bajos, en Argelia y Marruecos el 27 y 25% ve bien los asesinatos de honor mientras solo un 26 y 21%, respectivamente, acepta la homosexualidad. En Sudán dicha cifra desciende hasta el 17% , y aún peor es en Jordania y Túnez, ambas con un 7% y los Territorios palestinos, un 5%. El dato de Líbano, uno de los que se considera más abierto en la región no deja de sorprender: tan solo el 6% de los encuestados considera aceptable la homosexualidad. El Barómetro árabe es una red de investigación con sede en la universidad de Princeton (EE UU) con información que se centra en actitudes y valores sociales, políticos y económicos de los ciudadanos comunes en todo el mundo árabe. Y aglutina el mayor depósito de datos disponibles públicamente sobre las opiniones de hombres y mujeres en la región MENA.

 

Ablación

En lo que a sexo se refiere la divergencia entre sociedad y realidad, lo que se acepta o censura públicamente y lo que se hace en privado, como hemos visto, tiene su reflejo también en la legislación existente y en la  aplicación de las normas. Uno de los ejemplos más claros es el de la ley que prohíbe la mutilación genital femenina. Existe de facto en varios países como Egipto o Sudán, pero la prohibición no se refleja en el porcentaje de niñas y mujeres jóvenes que son sometidas a ella: el 87% en ambos países, según la OMS. En Yemen, por ejemplo, la práctica está prohibida en instalaciones médicas pero no en hogares. Mientras tanto, en Irak, la práctica ha sido prohibida en la Región Autónoma Kurda en el Norte, pero sigue siendo legal en el resto del país.

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Mujeres escuchan a un activista kurdo iraquí hablar sobre la mutilación genital femenina, Irak. SAFIN HAMED/AFP via Getty Images

La doctora Reham Awwad colabora con el doctor Amr Seifeldine, uno de los mayores expertos en reconstrucción de clítoris del mundo. Juntos trabajan para abrir una clínica  gratuita en El Cairo y por el momento atienden en su consulta a mujeres “entre los 18 y los 40 años”, aproximadamente, explica Awwad, “no solo de Egipto, también de Sudán”. Los tabúes sociales y la falta de educación sexual se reflejan en su aproximación a sí mismas para hablar o entender lo que les han hecho. “La mayoría vienen solas, algunas a instancias de su pareja que las siente frías. Tanto solteras como casadas”, señala la especialista.

“Se sienten incompletas y no sienten deseo sexual. Descubren que su vulva no tiene el aspecto de otras”, apunta. Para conocer la severidad de la mutilación y la sensibilidad que aún conservan y valorar la cirugía, la doctora les pregunta sobre sus sensaciones al masturbarse, muchas no lo han hecho nunca. “La mayoría jamás ha hablado sobre lo que les han hecho y se siente avergonzada”. Para romper el silencio y ayudar visibilizar el problema Awwad colabora con Love Matters. El vídeo que grabaron sobre la ablación es uno de los que más repercusión ha tenido, según el coordinador, el doctor Ramy Metwalli. “Las mujeres que vienen a consulta aseguran que nunca le harán eso a sus hijas y es increíble ver cómo progresan”, subraya. “El impacto de esta cirugía es positivo físicamente entre  el 60% y 80% de los casos, pero psicológicamente es de entre el 90% y el 100%. Las mujeres sienten que vuelven a ser ellas”, detalla la doctora, que se muestra optimista. “Poco a poco vemos cambios en la sociedad. La cultura seguirá siendo cultura, pero la nueva generación ya está dando un paso adelante para frenarlo. Abrir nuestra clínica es la mejor declaración de principios que podemos hacer”.