Apuntes sobre la división del agua en hidrógeno y oxígeno en un laboratorio del Centro Helmholtz de Geesthacht, Alemania. (Christian Charisius/dpa/Getty Images)

Cómo explorar y trabajar en un espacio de cooperación entre ALC y la UE en el desarrollo del hidrógeno verde.

Desde la publicación de la Estrategia del Hidrógeno de la UE, en julio de 2020, el hidrógeno ocupa un lugar destacado en los debates europeos sobre descarbonización, desarrollo de infraestructuras, política industrial y seguridad energética. La UE aspira a posicionarse como líder normativo mundial, desarrollador de tecnología y productor e importador de hidrógeno. Con la invasión rusa de Ucrania y la publicación de REPowerEU, actualizando los objetivos en materia de hidrógeno renovable, su desarrollo se ha identificado como una pieza central del Net Zero Industry Act en la búsqueda de autonomía estratégica abierta. La dimensión exterior de esta estrategia basada en importaciones, posicionamiento tecnológico e inversiones ha generado toda una diplomacia europea del hidrógeno enfocada a desarrollar una triple función: avanzar en la descarbonización global, incrementar la competitividad económica de la industria europea y reforzar la seguridad de suministro del continente en tiempos de crisis energética. 

América Latina y el Caribe (ALC) ha tenido un desarrollo del hidrógeno más pausado y heterogéneo. Los países de la región continúan enfocados en el despliegue de las energías hidroeléctrica, solar y eólica, además del acceso asequible a la energía en un contexto inflacionario de las materias primas. Chile, con la publicación de su ambiciosa estrategia nacional en 2020, se ha posicionado políticamente a la vanguardia del desarrollo de este vector energético, seguido de los países del Cono Sur y Colombia. Al igual que al otro lado del Atlántico, las expectativas generadas han sido enormes, gozando de gran atención política y empresarial en los últimos dos años, pese a los todavía escasos resultados. 

Tanto en Europa como en América Latina el hidrógeno renovable se encuentra en una fase de desarrollo muy temprana, aunque existen sinergias positivas entre el potencial y las necesidades de ambas regiones, ofreciendo un nuevo espacio de cooperación en materia energética. Si la inversión europea en renovables puede calificarse como un éxito (en la última década el 75% de la inversión extranjera directa en energía solar y eólica en América Latina proviene de la UE) se prevé que el hidrógeno presente oportunidades para replicar esta experiencia. La Unión puede acompañar y aprender junto a América Latina en su desarrollo del hidrógeno como inversor para su producción y consumo local, diseño de políticas públicas, regulación, y finalmente, como potencial consumidor de los productos industriales derivados del hidrógeno renovable. En este intercambio con ALC, la UE debe estar dispuesta a transferir tecnología, conocimientos, inversión para generar empleo y crear valor agregado; y no solo transformar a la región en una mera proveedora de materias primas claves para la transición. España, que ya ha diseñado una estrategia nacional del hidrógeno enfocada en la industrialización y el desarrollo de nuevas cadenas de valor, cuenta con una posición genuinamente favorable para liderar la diplomacia europea y exportar este modelo.

Una estrategia de cooperación en hidrógeno

La cooperación institucional entre la UE y los países de América Latina en el desarrollo del hidrógeno ha demostrado en los dos últimos años gozar de buena salud, interés y dinamismo involucrando a organismos multilaterales, agencias de cooperación y al sector privado. La UE ha desplegado su acción en la región a través de tres canales: la cooperación institucional en materia regulatoria, la planificación estratégica de la inversión con el Global Gateway y, recientemente, la creación de un vehículo para la emisión de bonos verdes que faciliten la llegada de capital. Para ello, la UE ha apostado por la firma de partenariados bilaterales con Uruguay, Argentina y Chile que incluyen el hidrógeno dentro de paquetes de cooperación energética más completos.

El Canciller alemán Olaf Scholz y Gabriel Boric, Presidente de Chile, en rueda de prensa en Santiago de Chile, en enero de 2023. (Kay Nietfeld/dpa/Getty Images)

La Unión quiere ser el referente global en la definición de qué es hidrógeno renovable y la forma en la que se contabilizan sus emisiones. Se espera que Europa tenga un papel relevante en el comercio de hidrógeno y sus derivados en las próximas décadas, sirviendo de incentivo para que terceros países adopten la normativa europea y refuercen el poder blando que Bruselas ejerce como potencia regulatoria. A pesar del retraso, en junio de 2023 entraron en vigor los Actos Delegados que definen el hidrógeno renovable, pudiendo servir de referencia en aquellos países de ALC que cuentan con inversores europeos y programas de colaboración bilateral en este sector. Un ejemplo de ello es la mesa de diálogo de la Alianza Energética entre Chile y Alemania, que prepara y facilita reuniones políticas de alto nivel con el objetivo de generar procesos de aprendizaje mutuos que deriven en convergencia regulatoria. Mediante estos procesos, la UE busca que terceros países cuenten con una producción de hidrógeno renovable regida por estrictos criterios de sostenibilidad, mientras que los países latinoamericanos facilitan la llegada de inversiones europeas y la potencial integración comercial de los productos bajos en emisiones asociados al hidrógeno.

Para dotar de una visión estratégica a la inversión europea y coordinarlas con los esfuerzos de cooperación y desarrollo, durante la cumbre UE-Celac se anunció la creación de la Agenda de Inversiones de Global Gateway con América Latina y el Caribe. Esta agenda se identifica como el vehículo con el que desarrollar unas inversiones valoradas en 45.000 millones de euros hasta 2027 que incluyen conectividad (redes 5G), transición energética (renovables, electromovilidad, hidrógeno y materias primas) y cooperación medioambiental (prevención de la deforestación y agricultura sostenible). El Global Gateway se espera, por tanto, que sea el instrumento central que coordine la cooperación entre ambas regiones en materia de hidrógeno. No obstante, este enfoque requiere una revisión y fortalecimiento del Global Gateway para hacer operativo su mandato de integrar los fondos dedicados a la cooperación al desarrollo con una visión estratégica. Los agentes europeos deben presentar resultados tangibles, comunicar de manera efectiva su misión e involucrar a actores locales en su desarrollo. Es esencial evitar presentar narrativas que puedan ser percibidas como neocoloniales, para lograr un enfoque genuinamente cooperativo que demuestre los beneficios de vincularse con iniciativas europeas, en este caso aquellas relacionadas con el hidrógeno. España, con una larga trayectoria como país inversor y donante en América Latina, debe asumir el liderazgo en la implantación regional del Global Gateway a través de las iniciativas Equipo Europa, aportando una perspectiva inclusiva e integradora que evite el unilateralismo.

La iniciativa de los Bonos Verdes Mundiales en América Latina y el Caribe son una herramienta adicional para movilizar el capital para financiar una incipiente economía del hidrógeno en la región y facilitar la llegada de inversión europea. Los generosos programas de subsidios y ayudas desplegados por EE UU con la Inflation Reduction Act (IRA) o los fondos europeos Next Generation EU, así como la subida generalizada de los tipos de interés, hacen necesario dotar a América Latina de un marco financiero favorable para atraer inversión en transición energética. La emisión de estos bonos, con un tipo de interés condicionado a la efectiva reducción de emisiones u otros parámetros de tipo socioeconómico, permitirían a la región amortiguar el impacto del incremento de los tipos de interés a nivel global. La principal contribución de la UE al desarrollo de este innovador instrumento para captar recursos en el mercado de capitales es aportar experiencia en el desarrollo de parámetros homologables y mecanismos efectivos de monitorización de los proyectos, aportando transparencia a los inversores. 

Vectores para la cooperación 

Además de la estructura y las herramientas de cooperación institucional, el hidrógeno renovable ofrece oportunidades para avanzar en unas relaciones energéticas UE-ALC complementarias y beneficiosas para ambas partes. Su uso en sectores industriales existentes en América Latina puede reducir el impacto del Mecanismo de Ajuste de Carbono en Frontera (CBAM, por sus siglas en inglés), reforzar la seguridad alimentaria de la región y liberar cantidades adicionales de gas para las exportaciones. No obstante, al igual que en la UE, el hidrógeno renovable debe ser integrado en los planes nacionales y regionales de descarbonización, evitando que el consumo eléctrico empleado para su producción compita con otros usos más eficientes y prioritarios.

Frans Timmermans, vicepresidente de la Comisión Europea, y Paolo Gentiloni, comisario europeo de Economía, hablan con los medios de comunicación sobre el mecanismo de ajuste fronterizo del carbono y la fiscalidad de la energía. (Thierry Monasse/Getty Images)

El desarrollo del hidrógeno renovable puede amortiguar el impacto del CBAM, un nuevo tipo de arancel europeo que impone un precio al CO2 emitido por el producto importado con el objetivo de evitar las fugas de carbono, en el comercio con la UE. El CBAM afectará de forma progresiva a partir de 2026 al hierro y acero, fertilizantes, aluminio, cemento, electricidad y derivados del hidrógeno. El principal damnificado será Brasil, cuyas exportaciones de acero a la Unión alcanzaron en 2021 los 1.400 millones de dólares o el 3,4% del total, pero también tiene implicaciones para Argentina, Chile, México, Colombia y Uruguay. En un futuro, el CBAM se extenderá a otros productos y materias primas, incluida la minería, y es del máximo interés para la UE que, en paralelo a los mecanismos de internalización del precio del carbono, surjan opciones de descarbonización mediante hidrógeno en América Latina. Una implantación exitosa del hidrógeno renovable en la cadena de valor industrial de ALC fomentaría la creación de un mercado atlántico de productos bajos en emisiones que reforzase otras iniciativas como el Acuerdo Marco Avanzado UE-Chile o el potencial acuerdo comercial UE-Mercosur.

El hidrógeno renovable también puede ser un vector de descarbonización del sector agroalimentario y refuerzo de la seguridad alimentaria regional. América Latina depende del exterior para los fertilizantes nitrogenados en un 73%, que alcanza hasta el 85% en el caso de Brasil. Rusia y Bielorrusia han tenido una posición dominante en los tres principales fertilizantes: nitrógeno, potasio y fosfatos, con una cuota cercana al 40% en América Latina. La invasión de Ucrania ha impuesto un alto coste a los agricultores de los países en desarrollo, muy dependientes del precio de los fertilizantes, que alcanzaron máximos de una década al comienzo de la guerra, resultado de las sanciones y la interrupción de la producción europea por los altos precios del gas natural. En un contexto internacional de aislamiento de Rusia, el desarrollo de un mercado latinoamericano de fertilizantes nitrogenados basado en hidrógeno renovable es una oportunidad para reducir la influencia internacional de la oligarquía rusa, propietaria de las principales empresas dedicadas a la exportación de fertilizantes, además de avanzar en la descarbonización industrial reduciendo el consumo de gas natural empleado en la producción de urea y amoniaco.

El desarrollo de energías renovables para generación eléctrica y producción de hidrógeno para usos industriales liberaría volúmenes adicionales de gas natural para la exportación, especialmente interesante en México, Argentina y Bolivia, cuyos planes para exportar gas natural se han visto limitados por el elevado consumo doméstico. Tanto México como Argentina tienen planes para incrementar las exportaciones de GNL y la entrada de más gas natural en el mercado internacional ayudaría a la UE en sus esfuerzos de diversificación de Rusia, mientras que generaría un lucrativo flujo de divisas para los países exportadores. Esta situación se vería reforzada por la complementariedad de los mercados europeos y latinoamericanos de gas natural. Los picos de demanda en el invierno austral coinciden con los mínimos en el consumo de gas natural durante el verano europeo y viceversa, ofreciendo sinergias comerciales y geoestratégicas a ambos lados del Atlántico.  

El hidrógeno también presenta oportunidades industriales en el sector químico y petroquímico. Además de sustituir su uso tradicional en refinerías, el hidrógeno renovable es un elemento clave para la producción de metanol y combustibles sintéticos, necesarios para usos en los que las alternativas descarbonizadas no están disponibles técnica o comercialmente, como el transporte marítimo o la aviación. Si bien la tecnología de los combustibles sintéticos está en una fase de desarrollo muy temprana, las ventajas competitivas de América Latina son indudables, ofreciendo oportunidades para generar actividades con elevado valor añadido tanto en la producción y exportación de estos combustibles, como en su investigación científica.

Una diplomacia del hidrógeno europea

Planta piloto de Iberdrola para la producción del hidrógeno verde a partir de energía solar, en Puertollano, España. (Jan-Uwe Ronneburger/dpa/Getty Images)

Para América Latina, las sendas de cooperación que prioricen el consumo doméstico industrial parecen más sostenibles social, económica y medioambientalmente, que aquellas orientadas principalmente a la exportación de la molécula de hidrógeno en sus diferentes formas. La UE debería apostar por una narrativa de desarrollo industrial asociada al hidrógeno que evite replicar los flujos energéticos fósiles unidireccionales y la reprimarización de la economía de la región. Un desarrollo del hidrógeno en clave industrial permitiría incrementar el empleo en las áreas urbanas, donde vive el 80% de la población latinoamericana, reducir la informalidad, tener repercusiones sustanciales en la productividad y la competitividad de las empresas, generar ingresos fiscales adicionales, además de contribuir a reducir la exposición de la región a los ciclos de las materias primas. Para la UE, el éxito en América Latina de una estrategia de desarrollo sostenible asociada al Pacto Verde Europeo es la mejor fórmula para garantizar su influencia internacional como poder verde blando. 

Sin embargo, es importante gestionar las expectativas de forma razonable, presentando al hidrógeno renovable como un vector energético con sus oportunidades y limitaciones. La Unión Europea y América Latina presentan perfiles complementarios en materia de hidrógeno que pueden favorecer el nuevo acercamiento estratégico entre las dos regiones. La larga historia de alianzas y visiones compartidas entre ambos justifican aún más el fortalecimiento de las relaciones energéticas, que podría aprovechar experiencias ya exitosas, como los elevados stocks de inversión directa que Europa ya tiene en la región en el sector renovable. No obstante, esta cooperación deberá enmarcarse en el ámbito de acción mucho más amplio del Pacto Verde Europeo, la transición energética y el desarrollo social y medioambientalmente sostenible de América Latina. Para ello, España debe tratar de impulsar en Bruselas una diplomacia del hidrógeno que priorice una narrativa basada en el desarrollo industrial y consumo local del hidrógeno, en oposición a aquellas que favorezcan la producción para su inmediata exportación al mercado europeo.  ¿Cómo puede todo esto llevarse a cabo?

En primer lugar, habría que favorecer estrategias de desarrollo del sector del hidrógeno renovable que sean realistas y coherentes con los planes nacionales de descarbonización de los países latinoamericanos. En segundo, promocionar aquellas actividades asociadas al hidrógeno renovable que desplacen los consumos existentes de aquel de origen fósil: fertilizantes y sector de refino, o formen parte de nuevas cadenas de valor: metalurgia e industria química. Por otro lado, es necesario dotar al Global Gateway de las capacidades y recursos necesarios para alcanzar sus objetivos, integrando a los actores locales, incluyendo sociedad civil, en la toma de decisiones. Por otra parte, se deberían generar mecanismos de cooperación público-privados que faciliten la transferencia tecnológica y el desarrollo de capacidades humanas. Además, dado el carácter intensivo en capital del desarrollo del hidrógeno renovable, reforzar los mecanismos institucionales de financiación sostenible y su capacidad de monitoreo también es importante. Por último, habría que apostar por una diplomacia del hidrógeno que evite ser percibida como neocolonial, apostando por una comunicación que destaque la creación de beneficios y procesos de aprendizaje mutuos.