
Europa tiene que ser capaz de ofrecer una respuesta militar autónoma a los conflictos, crear espacios de protección y asistencia a las víctimas civiles, así como resolver el eterno dilema entre valores e intereses en la acción exterior.
Europa no lo tiene fácil. No remite, sino que arrecia, la crisis existencial a la que se refería Federica Mogherini, Alta Representante para la Política Exterior y de Seguridad de la Unión Europea, en la introducción a la Estrategia Global Europea (EGE) de junio de 2016. El Reino Unido entonces acababa de votar que no quería quedarse en la Unión; y hoy vemos cómo algunos otros países (o más bien sus gobiernos) no tienen problema en quedarse para dinamitar el proyecto europeo desde dentro.
El llamado grupo de Visegrado (Polonia, Hungría, República Checa y Eslovaquia) apenas oculta su objetivo de deconstruir Europa, y gobiernos como el austriaco o el italiano hacen alarde de su falta de solidaridad en relación, por ejemplo, con la solución del problema de los refugiados. Ciertamente, la EGE define nuevas amenazas híbridas, tan inasibles y efectivas como los ciberataques, y se esfuerza por explicar que ya no hay fronteras que valgan para delimitar la amenaza exterior de la interior, pero debería también decir que el bloqueo a las respuestas comunes agrava las amenazas que se ciernen sobre Europa. Por si fuera poco, la Administración Trump parece estar tomando partido por la des-Unión. No solo Trump, cuando era candidato a presidente, apoyó el Brexit, sino que el Embajador estadounidense en Alemania, Richard Grenell, manifestó hace unas semanas que EE UU apoya a los “conservadores” europeos, en referencia a los gobiernos y movimientos antieuropeístas.
En los dos años transcurridos desde que la EGE vio la luz, y comparando con la primera Estrategia de Seguridad Europea de 2003, ya se atisba el encaje del texto en el nuevo contexto: más cooperación en materia de defensa, con el incentivo de multiplicar por veinte el presupuesto común (pero no comunitario) a través del Fondo Europeo de Defensa; y más protección de las fronteras de Europa, uno de los pocos nuevos objetivos del documento que marca las pautas de la relación de la UE con el mundo. Europa, podría decirse, está cada día más ensimismada y más a la defensiva.
Aunque la EGE apuesta por la respuesta integral a las crisis en otros países, queda muy diluido el espíritu expedicionario de la estrategia que inspirase Javier Solana en 2003, y, desde luego, no se menciona la Responsabilidad de Proteger a poblaciones en peligro, que sí aparecía en la revisión de 2008. También en esta línea, la EGE aspira a la resiliencia –que viene a ser la capacidad de soportar y recuperarse de las crisis– en la propia Unión, y se dispone a contribuir a ella en el vecindario y también en el mundo. La aspiración a contribuir a la democracia más allá de las fronteras se ...
Artículo
para suscriptores
Para disfrutar de todos nuestros contenidos suscríbete hoy:
Plan mensual
3,70€/mes
- Asiste a eventos en exclusiva
- Recibe la Newsletter mensual ‘Cambio de foco’ con contenidos de actualidad
- Participa activamente en la elección de los contenidos de esglobal
- Accede a todos los contenidos semanales
- Accede al archivo de artículos desde 2007
- Descarga todos los artículos en PDF
Plan anual
37€/mes
- Asiste a eventos en exclusiva
- Recibe la Newsletter mensual ‘Cambio de foco’ con contenidos de actualidad
- Participa activamente en la elección de los contenidos de esglobal
- Accede a todos los contenidos semanales
- Accede al archivo de artículos desde 2007
- Descarga todos los artículos en PDF