
Es posible evitar el desecho excesivo de comida, pero es necesario algo más que la voluntad de los líderes de las ciudades latinoamericanas.
Imagina tirar tu almuerzo completo en el basurero todos los días. Suena absurdo, pero no está muy lejos de la realidad. Un tercio de toda la comida que el mundo produce nunca es consumida. Se pierde durante el proceso de producción o es desperdiciada por los comercios y los consumidores, a pesar de que 800 millones de personas luchan a diario para obtener suficiente alimento. La FAO reporta que tan solo la comida que se pierde o se desperdicia en América Latina podría alimentar a 300 millones de personas.
El costo en vidas humanas es lo suficientemente devastador, pero la pérdida y el desperdicio de comida le cuesta a la economía global 940 mil millones de dólares anuales (unos 850 mil millones de euros), además de ser un enorme problema ambiental. En total, el 8% de las emisiones de gases de efecto invernadero que están calentando al planeta se atribuyen a la pérdida y el desperdicio de alimentos.
Las cifras son alarmantes. Pero con los desafíos vienen oportunidades. Hoy en día, Latinoamérica es la región más urbanizada del mundo (el 85% de su población vivirá en ciudades en el 2025) ubicando a la región en el frente de batalla para reducir el desperdicio de alimentos en el ambiente urbano.
En las ciudades, los comercios y los consumidores son el sector que más comida desperdicia por una variedad de razones. A medida que incrementan los ingresos, el costo relativo de los alimentos se reduce, lo que puede conllevar a que la gente compre más de lo que terminará consumiendo. La gente también tiende a comprar en los supermercados, los cuales exhiben la mercadería con la mejor apariencia, ¿pero qué sucede con esa zanahoria deforme o esa manzana golpeada? Son perfectamente comestibles, pero muchos supermercados eligen tirarlas a la basura de todas formas. Las áreas urbanas son el hogar de incontables restaurantes, hospitales, compañías de catering, oficinas y otros sitios donde arrojan a la basura enormes cantidades de comida.
Hay maneras para evitar que tanta comida que no se consume termine en los basureros, pero tomará más que la mera voluntad de los líderes de las ciudades. Primero, deben plantear objetivos para crear ambición y motivar acciones. Los gobiernos y los negocios involucrados en la cadena de abastecimiento deben definir metas de reducción que sean consistentes con el Objetivo 12.3 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Este objetivo plantea reducir la mitad del desperdicio de alimentos per cápita a nivel global entre los comercios y los consumidores, y reducir la pérdida de alimentos a lo largo de las cadenas de producción y abastecimiento hasta el 2030.
Por lo tanto, las ciudades necesitan datos sobre locaciones y cantidad de comida desperdiciada dentro de sus fronteras. Actualmente, solo unas pocas ciudades cuentan con ...
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