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En la esfera geopolítica, la coincidencia de la pandemia con los últimos meses de campaña electoral norteamericana ha ralentizado la toma de algunas decisiones importantes. Pero la actualidad internacional no se ha limitado a los asuntos relacionados con el COVID19: se ha producido una guerra en el Cáucaso sur, los flujos migratorios han seguido atravesando fronteras, la guerra en Siria continúa y se han mantenido maniobras militares ya programadas, por citar sólo algunos de los eventos más destacados. En la siguiente selección de libros, series y documentales se abordan algunos de los temas que, más a allá de la producción y distribución de vacunas, condicionarán el orden global en este 2021. 

 

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(Sean Gallup/Getty Images)

La UE entre EE UU y China en dos libros 

  • Estrategias de poder de Fidel Sendagorta, Debate, 2020
  • Le Temps des prédateurs: La Chine, l’Amérique, la Russie et nous  de François Heisbourg, Odile Jacob, 2020

Cada uno en su casa, y China en la de todos. Podría ser un refrán geopolítico sobre la presencia China en casi todas las prospectivas tanto de empresas como de gobiernos europeos. ¿Cómo gestionar el ascenso chino (y, en cierto modo,  nuestro propio declive)? El diplomático español Fidel Sendagorta repasa los aspectos más importantes en las relaciones entre Estados Unidos, China y Europa. Una rivalidad estratégica que, previsiblemente, se reorientará con la nueva Administración estadounidense y en la que los países de la Unión Europea corren el riesgo de ver degradada (aún más) su posición internacional. Hasta la fecha (el libro es anterior a la firma del CAI), señala Sendagorta, las medidas adoptadas por los países de la Unión Europea han sido predominantemente defensivas (caso de las sanciones económicas). Además, argumenta, se necesitaría una estrategia global que incluyese no sólo una negociación con Pekín, sino una reformulación de las relaciones transatlánticas y una inclusión de Rusia como actor clave en los futuros equilibrios de poder entre las otras tres potencias. Para el autor hay margen de maniobra, pero los desafíos son muy importantes y el éxito de la UE no está, ni mucho menos, asegurado.

Más pesimista en sus perspectivas sobre la Unión en este nuevo escenario geopolítico se muestra el diplomático y analista francés François Heisbourg en su obra Le Temps des prédateurs: La Chine, l’Amérique, la Russie et nous. Su tesis principal es que, en el tablero internacional, siempre ha habido países depredadores (los occidentales lo fueron durante siglos, también con China) y Estados presas a nivel comercial, industrial, financiero y también ideológico y político. Actualmente, a la UE le está tocando ser un territorio presa de los principales depredadores, en especial, afirma, de China. Europa, en esto coincide con Sendagorta, está funcionando en la esfera geopolítica en modo reactivo. Va, incluso, más allá al afirmar que Bruselas no tiene la capacidad para afrontar los retos que ya le están amenazando. Especialmente, si lo hace sin cohesión interna.

 

Geopolítica de la energía en una lectura 

The New Map: Energy, Climate, and the Clash of Nations de Daniel Yergin, Penguin Press, 2020

¿Acelerará la pandemia la descarbonización y la transición energética o la ralentizará? Esta es la pregunta que se hace Daniel Yergin en el epílogo de su nuevo libro sobre la geopolítica energética. La última parte de la obra está dedicada a la relación entre cambio climático y desarrollo de nuevas energías, analizando los cambios profundos que se han producido en la última década, como los coches eléctricos o las tecnologías para la captura de carbono. Pero el resto de su libro se ocupa de analizar el entramado geopolítico de oleoductos y gaseoductos, las tensiones dentro de la OPEC y las alianzas o los enfrentamientos entre los principales agentes en el panorama energético mundial. Incluso con la anunciada vuelta de Estados Unidos al Acuerdo climático de París, y a pesar de los ambiciosos planes de descarbonización de la UE y China –a los que podría sumarse un Green Deal de EE UU por dos mil millones de dólares-, los combustibles fósiles seguirán dominando a corto y medio plazo la geopolítica.  

Yergin explica en detalle la profunda transformación que ha tenido el fracking en la posición de Estados Unidos como consumidor y exportador de energía. Un cambio que le ha permitido, por ejemplo, posicionarse en Europa como una alternativa al gas ruso, especialmente atractivo para los países del este, como Polonia de Europa. El entramado de gaseoductos y plantas de regasificación desarrollado en los últimos años se completará en enero con el funcionamiento de una nueva planta en Croacia que permitirá una mayor interconexión entre el Báltico y el Mediterráneo atravesando Europa Central.

En el libro se analiza también el mercado energético de Oriente Medio, con la rivalidad entre Arabia Saudí e Irán como factor clave que va mucho más allá de la energía. Además, se trazan las principales variables geopolíticas que, para Yergin podrían condicionar la estabilidad en la zona del Mar del Sur de China: donde se disputa la soberanía de pequeñas islas que dan acceso y control de aguas territoriales claves para el tránsito de buques, la pesca y, eventualmente, la extracción de combustibles.

Por lo que respecta a la UE, el autor se extiende en la conflictiva relación entre Rusia y el bloque europeo, mostrando las interconexiones energéticas de la guerra en Ucrania y los acuerdos de Alemania para asegurarse suministro a través de los dos proyectos Nord Stream. Sin olvidarse de la reconfiguración de aprovisionamiento que está teniendo lugar en el Mediterráneo Oriental y que enfrenta a Israel, Chipre y Grecia con Turquía, quien espera convertirse en el nodo clave en  la importación de gas azerí hacia Europa. 

 

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Un policía supervisa las calles con una cámara de inteligencia que detectan movimientos sospechosos en la vía pública. (Uwe Anspach/picture alliance via Getty Images)

Geopolítica del algoritmo para analizar en un documental y un libro

  •  In the Age of AI  (PBS, 2019)
  • Red mirror. Il nostro futuro si scrive in Cina de Simone Pieranni, Laterza 2020

El desarrollo de la Inteligencia Artificial (IA por sus siglas en inglés) se ha convertido en uno de los campos con más potencial disruptivo. Su aplicación a los negocios, la defensa y el control social promete cambios profundos cuyas consecuencias no siempre serán positivas. En este documental de casi dos horas, PBS trata de ofrecer una amplia mirada a las aplicaciones de esta tecnología basada en algoritmos, abordando su gran desarrollo en China; el impacto sobre el mercado laboral mundial y las amenazas que comportan el cibercontrol estatal chino y el “capitalismo de la vigilancia” en Occidente.

En su dimensión geopolítica, el documental se ocupa casi en exclusiva de la carrera tecnológica entre EE UU y China, aunque también hay empresas de otros países –Alemania, Francia, Japón e Israel, sobre todo- que son actores relevantes. La falta de capacidad de las empresas de la Unión Europea para convertirse en alternativas viables preocupa en Bruselas y la Comisión acaba de presentar un plan para que los datos puedan llegar a gestionarse dentro del territorio europeo por actores fiables. China, por su parte, acaba de lanzar una iniciativa sobre gobernanza de datos para hacer frente a la Clean Network que fue presentada por la Administración Trump. 

Otro de los aspectos relacionados con el uso del big data, es el control social. En el libro Red mirror. Il nostro futuro si scrive in Cina, el periodista italiano Simone Pieranni, sinófilo desde hace más de 15 años, ofrece una crónica sobre el desarrollo digital chino que ha permitido, entre otras cosas, un mayor control social y más censura. Las innovaciones tecnológicas son continuas y siempre que sean útiles a las autoridades terminarán implementándose con fines represivos y de control, como está ocurriendo en Xinjiang, donde se combinan técnicas de control y represión sofisticadas con métodos tradicionales.  ¿China como espejo (rojo) en el que mirarnos? Pieranni se muestra partidario de una regulación europea sobre el uso de los datos mucho más ambiciosa que la actual para evitar un futuro que limite nuestras opciones a elegir entre el modelo estadounidense o el chino. Ninguno de los dos coinciden (al menos de momento) con los valores ni con las expectativas sociales europeas. Pero terminarán siendo las únicas opciones disponibles si no comenzamos, advierte el autor,  a diseñar una alternativa viable

 

Oriente Medio en la encrucijada con la mirada puesta en un documental 

Notturno de Gianfranco Rosi (2020) 

La guerra en Siria y la lucha contra el Estado Islámico han supuesto la última reconfiguración –en curso- de Oriente Medio. Desde inicios de año, tanto los kurdos iraquíes como el Gobierno de Irak han advertido sobre un incremento de actividad de ISIS en áreas no controladas por las fuerzas iraquíes. En Siria, Israel acaba de bombardear varios objetivos militares iraníes, el mayor ataque desde 2019. En 2021, la evolución de estos dos conflictos –al que se suma la animosidad entre Turquía y los kurdos, con un despliegue de operaciones militares en el Este del país- condicionarán la red de alianzas y negociaciones entre todos los actores implicados, a falta de saber los planes de la Administración Biden, que ya ha anunciado una retirada –parcial- del apoyo a Arabia Saudí en su guerra en Yemen. 

Mientras, como consecuencia de esos conflictos, la vida de millones de refugiados y desplazados en campos precarios, como cada invierno, se ha complicado con los temporales de lluvias y nieve. Unicef estima que en enero aún permanecían sin escolarizar 2,4 millones de niños sirios, el 40% niñas, una cifra que ha aumentado considerablemente en los últimos meses debido a la pandemia. El italiano Gianfranco Rosi dedicó tres años de rodaje en las zonas fronterizas entre Siria, Irak, Kurdistán y Líbano para documentar las vidas cotidianas de un puñado de civiles y de un grupo de peshmergas kurdos. El documental Notturno no es un reportaje sobre la guerra, sino sobre el difícil día a día. Asistimos, por ejemplo, a los intentos de montar una obra teatral en un psiquiátrico de Bagdad; a las charlas de una maestra con niños kurdos que dibujan las escenas terribles de las que fueron testigos: mutilaciones, torturas y asesinatos a manos de soldados del Estado Islámico; a los trabajos –en lo que surja- de un adolescente por unos cinco dólares al día en la frontera sirio-libanesa o al hacinamiento de cientos de presos en una cárcel turca cercana a la frontera con Siria. También visita las calles devastadas de Raqqa y uno de los varios campamentos de refugiados de la región. 

El futuro de millones de civiles como los filmados por Rossi dependerá de las –lentas- negociaciones en curso para consensuar una nueva Constitución siria. También de los progresos o retrocesos que se produzcan en el Pacto Nuclear con Irán y en la decisión de Catar sobre las condiciones que sus vecinos del Golfo le piden respecto a Irán y Turquía para reintegrarse totalmente en el club del Consejo de Cooperación para los Estados Árabes del Golfo.

 

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La secretaria de Estado para Política Europea de Portugal, Ana Paula Zacarias, durante una sesión en el Parlamento Europeo. (Thierry Monasse/Getty Images)

Funcionamiento de la Unión Europea en una serie  

Parliament, 2020

En la serie Parliament, destaca la presencia de una comisaria que se enfrenta a las grandes compañías tecnológicas estadounidenses y que ha logrado un aura mediática muy superior a la del resto de comisarios. El personaje está inspirado en la comisaria danesa Margrethe Vestager. Todos quieren reunirse con ella, buscar su apoyo para las distintas causas que en el día a día de Bruselas tratan de lograr posicionarse en la agenda política del momento. Uno de ellos es el protagonista de la serie, Samy, un  joven asistente parlamentario francés que maniobra para lograr sacar adelante una iniciativa legislativa comunitaria que proteja a los tiburones (de actualidad en las últimas semanas por las advertencias científicas sobre las amenazas que sufren diversas poblaciones de escualos). 

Las complejas negociaciones que tienen lugar en las instituciones europeas son uno de los temas principales de Parliament. La serie (una coproducción belga, francesa y alemana) tiene un tono de comedia ligera y menos incisiva que Yes, Minister o The Thick of It, pero sorprendentemente amena para tratarse de una serie centrada en la cotidianidad de los pasillos de Bruselas y en la endiablada complejidad de las negociaciones para poner de acuerdo a 27 Estados, con intereses muchas veces contrapuestos, sobre todo en política exterior. 

En los próximos meses, la UE tendrá que abordar varios asuntos importantes en el plano exterior, algunos de ellos tratados en Parliament y otros que podrían abordarse en la segunda temporada de la serie, ya confirmada. Las negociaciones del Brexit tendrán que resolver el futuro fronterizo de Irlanda del Norte o el estatus final de Gibraltar. Otro campo de batalla será la relación de la Unión con las grandes tecnológicas estadounidenses y chinas. La Comisión ha comunicado recientemente la apertura de una investigación contra Amazon por posición abusiva, el último de los frentes abiertos contra las big tech por Bruselas (la comisaria Vestager aparece en Parliament con otro nombre). La fiscalidad de las grandes tecnológicas será otro de los asuntos que la UE deberá negociar con Estados Unidos. 

La reciente visita a Moscú del Alto Representante para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, ha mostrado que las relaciones del bloque comunitario con el régimen de Vladímir Putin van a necesitar de unos esfuerzos diplomáticos intensos y complejos en los próximos meses. Siguiendo a Hungría, varios Estados miembros ya se han mostrado partidarios de recibir las vacunas rusas, siempre que las autoridades regulatorias europeas den el visto bueno. Además, la UE pretende reformular los términos de la relación estratégica con Moscú, que incluya negociaciones sobre Oriente Medio, Este de Ucrania o sanciones estadounidenses contra Cuba. La expulsión de diplomáticos europeos no es un buen comienzo. La compleja y no siempre coherente maquinaria europea mostrada en Parliament deberá lidiar con todos esos desafíos al tiempo que sigue planificando la gestión de la pandemia y diseñando las hojas de ruta –tan apreciadas en Bruselas- para la futura recuperación económica. En el horizonte: elecciones generales alemanas en otoño de 2021 y presidenciales francesas en la primavera de 2022. 

 

Radicalización e Internet con otra serie 

Califato (Netflix, 2020) 

Los últimos ataques terroristas en Austria y Francia  han vuelto a abrir el debate sobre las dinámicas de radicalización yihadista a través de las redes sociales. Muchos de los atentados cometidos en Europa son llevados a cabo por ciudadanos europeos que se han radicalizado, en buena medida, gracias a todos los recursos online –en abierto o en la deep web– y que deciden o bien irse a combatir en Siria (Austria calcula que unos 300 de sus ciudadanos han pasado por allí, del total de unos 5.000 europeos combatientes) o bien cometer atentados en suelo europeo. O ambas cosas. La serie sueca Califato muestra ambos procesos: la preparación de un atentado en Estocolmo y el trabajo de un reclutador para conseguir mujeres jóvenes que enviar a Siria para servir como esclavas sexuales y reproductivas de los combatientes. Ambos fenómenos se han repetido en numerosos países europeos, incluida España. La acción de la serie transcurre entre los suburbios de la capital sueca -desde donde no es fácil creer en el próspero e igualitario estilo de vida nórdico-, y las calles de Raqqa, en Siria. La serie trata de abordar todos los aspectos del fenómeno, incluidos los intentos de prevención social de la radicalización y el trabajo de los servicios secretos (el SAPO) para rastrear y evitar la comisión de atentados.

De momento, cada país europeo trata de gestionar por su cuenta el retorno de esos combatientes y de las mujeres que les han acompañado. Más allá de la cooperación policial y política, sigue sin haber una estrategia común de la UE: el Gobierno sueco, por ejemplo, ha propuesto establecer un tribunal internacional para juzgarlos. 

En el exterior, la Unión Europea está tratando de incluir en sus negociaciones con países claves como Turquía –con implicación en la guerra de Siria y de Libia– cláusulas que faciliten el control en los flujos de terroristas. Es también uno de los temas más importantes entre los tratados por el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, en su reciente reunión con el presidente de Mauritania. La inestabilidad en el Sahel está atrayendo a muchos combatientes yihadistas, como el detenido a comienzos de enero en Barcelona, que podrían viajar a Europa con la intención de cometer atentados. 

 

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Cartel del presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, en un campo de refugiados sirios. (Burak Kara/Getty Images)

Turquía: nueva potencia regional. Vuelta a la lectura 

Erdogan’s Empire. Turkey and the Politics of the Middle East de Soner Cagaptay, Bloomsbury Academic, 2019

¿Está peleando Turquía por encima de su peso en el ring geopolítico? A juzgar por el amplio listado de acuerdos, conflictos y negociaciones en las que está implicado el país, podría pensarse que sí. Sobre todo si tenemos en cuenta que muchos no están saliendo como Ankara esperaba. Eso es lo que opina el analista Soner Cagaptay, que repasa en su libro la evolución de las relaciones diplomáticas y militares de los gobiernos Erdogan en estos últimos años. 

A nivel externo, especialmente desde las Primaveras Árabes, la estrategia de Ergogan le ha llevado a involucrarse cada vez más en escenarios geopolíticos. Turquía ha realizado un intenso trabajo diplomático para expandir su influencia en Oriente Medio y el Magreb, destacando su actuación en Libia. Varias de las decisiones de Ankara han deteriorado las relaciones con Estados Unidos y con la UE (a cuenta de su teoría de la ‘Patria Azul’ sobre el Mediterráneo y en los últimos meses a cuenta del laicismo), aunque siga siendo miembro de la OTAN. También se ha enfrentado con Irán (por su estrategia en Siria) y con Rusia (tanto por Siria como por la red de acuerdos comerciales y militares en Asia Central, a la que Cagaptay llama el Bayram Belt). Su apoyo a Azerbaiyán en la guerra con Armenia es el último episodio de esta proyección exterior. 

Cagaptay no ofrece un balance positivo de la política exterior erdoganista. En el mundo árabe, su apoyo al islamismo político en varios países le ha enemistado con aliados potenciales y el único socio fiable que tiene es Catar (en vías de reconciliarse con sus vecinos del Golfo). Respecto a su relación con Rusia, la evolución ha tenido sus altibajos. Moscú ve con desconfianza la proyección turca en Asia Central y los objetivos opuestos de ambos países respecto a Siria han sido motivo de continuos roces. Pero Ankara depende excesivamente del suministro energético ruso (también del iraní), y apenas ha logrado diversificar su aprovisionamiento, salvo por el gas azerí, una de sus bazas en las relaciones con la Unión. Está por ver qué consecuencias tendrá, a medio plazo, la guerra de Nagorno-Karabaj en las relaciones entre ambos países. Por último, la complicada relación con Estados Unidos y con Europa no pasa por sus mejores momentos. Aunque, como reconoce Cagaptay, Erdogan sabe que la inversión occidental es imprescindible para sostener la economía turca. Este 2021, de momento, ha comenzado con invitaciones recíprocas desde Bruselas y Ankara (y con intercambio de mensajes entre Macron y Erdogan) para retomar negociaciones y lograr acuerdos importantes para ambas partes. 

 

Desequilibrios comerciales en un libro 

Trade Wars Are Class Wars: How Rising Inequality Distorts the Global Economy and Threatens International Peace de Matthew Klein y Michael Pettis (Yale University Press, 2020)

Los desequilibrios comerciales entre las principales potencias económicas han degenerado, en los últimos años, en una sucesión de aranceles defensivos recíprocos. En 2021, asistiremos previsiblemente a una reconfiguración de esas defensas arancelarias, aunque es poco probable su inmediato desmantelamiento. Matthew Klein y Michael Pettis tratan de ofrecer en su libro Trade wars are class wars una explicación sobre qué subyace en estas guerras comerciales. Para ello se centran en tres casos de estudio: China y Alemania, como ejemplos de países exportadores con altos superávits, y Estados Unidos, la mayor economía del mundo y el principal receptor de ahorro extranjero. 

Por lo que respecta a China, la hipertrofia exportadora del país, según los autores, genera unos beneficios que terminan exportándose en su mayor parte, canalizados hacia países con déficits comerciales, sobre todo hacia Estados Unidos. Aunque el excedente comercial chino se ha reducido en los últimos años, el ahorro del país sigue sin derivarse hacia inversiones locales o aumento de los salarios, para favorecer la demanda interna. El objetivo declarado de las élites chinas es consolidar la demanda interna –reduciendo la desigualdad creciente- para consolidar una nueva fase en su desarrollo, pero según los autores, este giro implica elegir entre alternativas problemáticas: “aumentar la deuda, un alza en el desempleo y transferencias de riqueza desde las élites hacia los hogares”.  

El caso de Alemania como potencia exportadora tiene una trayectoria histórica distinta, pero ha generado problemas similares en los países que reciben su exportación de capital. En especial, desde la reunificación  y con las reformas laborales de los 90 y los primeros años 2000, el mercado laboral alemán ha logrado contener el aumento salarial –a través de la depreciación salarial, por una parte, y debilitando el poder sindical en la negociación colectiva con la deslocalización, por otra-. En lugar de reinvertir esos excedentes comerciales en su territorio, los exportaban. Como resultado: “Las patologías alemanas –desigualdad creciente, un consumo interno deprimido y una falta de inversión sistémica- fueron el prólogo de lo que terminaría sucediendo en todo el continente”.

Las soluciones que proponen para recomponer estos desequilibrios deben comenzar por reducciones en la desigualdad creciente de los principales países exportadores. Además, podrían sumarse posibles barreras financieras en los Estados receptores de la inversión –por ejemplo, limitando inversiones inmobiliarias especulativas como ya hacen Australia, Canadá o Nueva Zelanda-. En el caso de la UE,  se sumaría una reforma que federalizase todo lo posible la política fiscal. Este último punto, impensable hace unos años, puede estar más cerca con el empleo masivo de deuda para afrontar los costes de la pandemia en todo el bloque comunitario. 

 

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Zapatos de migrantes colgados en el campo de refugiados de Matamoros, México. (John Moore/Getty Images)

Frontera Móvil vista en un documental

Immigration Nation (2020)

La política migratoria de Estados Unidos seguirá siendo un asunto relevante con la nueva Administración Biden. Detener la construcción del muro fronterizo –con más simbolismo que utilidad respecto a su objetivo declarado-, no ha sido complicado para el presidente, pero otros retos migratorios sí lo serán: por ejemplo, mantener las promesas electorales respecto a la regularización de los llamados dreamers, o mejorar la gestión de deportaciones, para los que deberá renegociar acuerdos con los países de origen y tránsito de los inmigrantes y refugiados.  

La miniserie documental Inmigration Nation se centra en los años de política migratoria de la Administración Trump, pero también muestra las carencias heredadas de anteriores gobiernos. Se abordan muchos de los principales aspectos del fenómeno migratorio: el control de la frontera; el trabajo del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE, por sus siglas) en su tarea de localizar, detener y deportar a migrantes sin permiso de residencia y la pésima gestión del flujo de refugiados procedentes, sobre todo, de Centroamérica. Se presentan testimonios de miembros de las fuerzas armadas, de profesionales del sistema de justicia, de migrantes y de defensores de los derechos humanos. La impresión general es que se trata de un sistema ineficiente que, además de  no estar logrando sus objetivos, sí causa mucho dolor y vulnera derechos reconocidos internacionalmente. Como todos los sistemas de control migratorio basados en la represión,  incluidos los europeos. 

Las cifras de deportaciones, sin embargo, no han alcanzado bajo la Administración saliente los máximos que se registraron bajo la de Obama. Además, un aspecto del que no se ocupa este documental –la subcontratación de México como agente migratorio- distorsiona las cifras de los últimos cuatro años. La ya complicada situación en Centroamérica –pobreza y violencia de las maras- se ha agravado aún más con los destrozos causados por el huracán Iota, que se suman al impacto económico y social de la pandemia. Es previsible que 2021 vuelva a ser un año con un importante flujo de migrantes centroamericanos. Su gestión dependerá tanto del papel de las fuerzas del orden mexicanas y guatemaltecas como de las agencias migratorias estadounidenses. En enero, una caravana de migrantes hondureños fue bloqueada por el Ejército y la policía guatemaltecos. La frontera de Estados Unidos cada vez se desplaza más al sur. Unas semanas más tarde, Biden anunció que suspendía los acuerdos de deportación de solicitantes de asilo con El Salvador, Guatemala y Honduras. El objetivo declarado es restablecer un proceso de solicitudes de asilo que respete los derechos de los solicitantes. En los próximos meses, se deberá ofrecer el nuevo esquema migratorio y el papel que jugarán los Estados centroamericanos y México, como países de paso y de origen tanto de migrantes como de refugiados. 

 

Acuerdo nuclear con Irán para tratarlo en una serie 

Teherán (Apple TV, 2020)

La serie Teherán, emitida a comienzos del pasado verano en Israel, viene a sumarse a la lista de producciones israelíes –más o menos propagandísticas- que tienen como protagonistas principales a miembros de sus fuerzas especiales (la más exitosa Fauda) o a agentes de sus servicios de inteligencia infiltrados en países de la región. En este caso, la protagonista es la agente Tamar Rabinyan, hacker de ascendencia iraní, que llega Teherán para facilitar, mediante el sabotaje informático, un ataque aéreo contra las instalaciones nucleares iraníes. Una trama que podría considerarse un producto de la imaginación desbordada de los guionistas si no fuera porque la realidad de las relaciones entre Irán, Estados Unidos e Israel supera, en muchas ocasiones, la ficción. Como ejemplo: el pasado noviembre, uno de los científicos más destacados del programa nuclear iraní fue asesinado en las calles de la capital. El último de una serie de asesinatos de científicos cometidos en suelo iraní desde 2010

Las relaciones con Irán serán uno de los temas más importantes de la esfera exterior que tendrán que gestionar tanto la Comisión Europea como la Administración Biden, que acaba de nombrar, como negociador especial, a Robert Malley, quien ya guió las negociaciones que condujeron en un acuerdo en 2015. La posición de Estados Unidos –el presidente acaba de decir que no levantará sanciones a menos que se detenga el programa de enriquecimiento de uranio- condicionará la de la Unión Europea, que ya ha mostrado repetidamente su voluntad de consolidar el acuerdo sobre el programa nuclear con Irán pese la retirada de Estados Unidos en 2018. Washington, a su vez, deberá acomodar el belicismo de su aliado, Israel, a sus propios intereses geopolíticos. En los últimos meses, se ha presionado diplomáticamente desde Jerusalén a Reino Unido y varios países de la Unión para que abandonen también el acuerdo. En paralelo, el Gobierno de Benjamín Netanyahu ha maniobrado exitosamente para lograr el reconocimiento como Estado por parte de los Emiratos Árabes Unidos

La ya anunciada segunda temporada de la serie podría ocuparse de los preparativos para la ejecución del supuesto número dos de Al Qaeda, llevada a cabo, según fuentes de inteligencia, en las calles de Teherán por dos pistoleros israelíes en agosto de 2019 o abordar alguno de los ya mencionados asesinatos de científicos.