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¿Servirá para algo este nuevo enfoque de la diplomacia pública? 

Independientemente de cómo los llamemos -ISIS, ISIL, Daesh o el Estado Islámico (EI)-, son unos expertos propagandistas. Han sabido utilizar las redes sociales para hacer una exhibición de violencia que ha causado una reacción visceral y un terror generalizados. El Departamento de Estado de EE UU informa de que el EI genera 90.000 tuits y respuestas al día. Este inmenso volumen de mensajes en redes sociales es formidable y funciona, como corresponde a las redes sociales, de forma exponencial: una mayor actividad genera más seguidores, lo cual genera más contenidos publicados, que a su vez atraen a más seguidores.

Dada la gran visibilidad de la violencia de Daesh y teniendo en cuenta los ataques recientes en París, Ottawa y Sídney, es normal que los ciudadanos quieran sentir que sus gobiernos están haciendo todo lo posible para luchar contra esta amenaza. La Casa Blanca obró con la debida diligencia al convocar en febrero una cumbre de tres días sobre la lucha contra el extremismo violento para compartir las mejores experiencias tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo. Aunque algunos críticos lo han considerado pura fachada, la Casa Blanca insiste en que el principal objetivo de la cumbre era desarrollar las conclusiones de un documento de 2011 titulado “Fortalecer a los socios locales para evitar el extremismo violento en Estados Unidos”. Asistieron delegados de 69 países, 10 organizaciones internacionales y muchos representantes de la sociedad civil y el sector privado, incluido el ministro del Interior español, Jorge Fernández Díaz.

Las redes sociales constituyen solo una parte de esta estrategia múltiple para combatir el extremismo violento. La reciente disolución por parte de España de una banda que reclutaba a mujeres para el EI es un buen ejemplo de una acción y un resultado concretos y claros. Aunque es mucho más difícil mostrar ese tipo de resultados tangibles en las redes sociales, estas se han convertido no solo en una herramienta legítima para combatir el terrorismo extremo, sino en un “instrumento clave”, como destacaron Dos altos funcionarios de la Casa Blanca por teléfono antes de la Cumbre.

Podría parecer lógico preguntar, si la mayoría de las redes sociales son propiedad de EE UU, por qué no simplemente cerrar esas cuentas. Los altos funcionarios de la Casa Blanca evitaron la pregunta durante la conferencia telefónica, pero dijeron que “el objetivo no está en que el Gobierno controle lo que se dice”. La revista de investigación periodística Mother Jones escribió el pasado noviembre que “entre las prioridades de Twitter no está librar una guerra (virtual) contra el EI. Según un empleado de la compañía, que pidió que no se le identificara, la empresa no está interesada en definir el terrorismo ni en silenciar el discurso político”.

Además, las redes sociales son un objetivo que cambia de forma constante y, si bien Twitter ha cerrado algunas cuentas, el Departamento de Estado norteamericano ha considerado útil intervenir en otras. Dentro de ...