Palestinos caminan frente a los escombros de edificios destruidos tras un ataque aéreo israelí en la ciudad de Gaza, el 8 de octubre de 2023. (Sameh Rahmi/NurPhoto/Getty Images)

La renovación de la violencia palestino-israelí certifica una vez más el fracaso de la precaria paz de los Acuerdos de Oslo, condicionada por el auge de de actores radicalizados que obstaculizan cualquier tipo de resolución del conflicto.

Palestina. De los Acuerdos de Oslo al apartheid

José Abu-Tarbush e Isaías Barreñada

Los Libros de la Catarata, 2023

Treinta años después de los Acuerdos de Oslo y 75 años después de la Nakba palestina y de la proclamación del Estado de Israel, el conflicto palestino-israelí parece encaminado a perpetuarse sin aparente solución satisfactoria en el horizonte. Sigue predominando la violencia y la radicalización por encima de la negociación y el diálogo. Lo acabamos de observar con la inesperada ofensiva relámpago realizado por el movimiento islamista palestino Hamás contra territorio israelí este 7 de octubre y el estado de guerra que comienza a instalarse en Israel, que ha observado en los últimos meses frecuentes protestas ciudadanas llenando las calles israelíes contra la deriva ultraderechista y ultrarreligiosa del enésimo gobierno del primer ministro Benjamin Netanyahu. Unas manifestaciones que, en ningún momento, han provocado algún atisbo de compresión sobre el interminable drama palestino y que, viendo el contexto actual de guerra declarada entre Israel y Hamás, podría más bien determinar una unificación de criterios dentro de la sociedad israelí, más favorables a las posiciones de los halcones militaristas y los actores que sustentan a Netanyahu en el poder.

Más allá del súbito contexto de violencia que domina la actualidad palestino-israelí, ambas sociedades parecen darse la espalda mientras la colonización y el sistema de apartheid israelí contra la población palestina avanzan ante el silencio de la comunidad internacional; toda vez incluso hay un cambio tectónico en las relaciones exteriores de Israel, que comienza a obtener logros de normalización diplomática incluso a través del reajuste estratégico del mundo árabe, sean éstas por la vía del reconocimiento oficial (Bahréin, Emiratos Árabes Unidos) o por los caminos de la realpolitik (Arabia Saudí, Marruecos), aunque estos últimos casos muy probablemente condicionados por el actual  estado de guerra entre Israel y Hamás. 

Ni siquiera las guerras de Irak (2003), las "Primaveras árabes" (2011-2013), el aparente declive geopolítico de Estados Unidos de Oriente Medio, la emergencia de Irán, Turquía y Arabia Saudí como nuevas potencias regionales, el peso ascendente en esa región de actores externos (China, Rusia), los cambios en el sistema internacional tras la guerra de Ucrania o las nuevas tecnologías han logrado darle un vuelco a la inercia de violencia que lastra el conflicto palestino-israelí, particularmente en lo relativo a impulsar iniciativas de resolución del conflicto.

Es por ello que el libro de los profesores José Abu-Tarbush e Isaías Barreñada, materia de esta reseña, es oportuno para ofrecer una mirada crítica a tres décadas de frustraciones trazadas por las expectativas, claramente ilusorias, fraguadas con las negociaciones que llevaron a la consecución de ...