Mujer skater en Venice Beach, Estados unidos.

Más allá de los datos positivos sobre la salud del idioma español en Estados Unidos, no deben obviarse los problemas, así como una serie de nuevas dinámicas, a los que se enfrentan los hispanohablantes en Norteamérica.

El Hispanic Council señala que en Estados Unidos el español es hablado por 57 millones de personas. 42 son nativos. Según la última encuesta de la Oficina del Censo, a fecha de 1 de julio de 2021, los hispanos constituían 62,6 millones; el 18,9% de la población. En 2060 se prevé el 27,5%. Su número se incrementa en torno al millón anual.

Es la segunda lengua de EE UU, sí, pero ni siquiera es usada habitualmente por la totalidad de los hispanos debido a un fenómeno de fuerte aculturación. El uso del español y el espanglish (mezcla de español e inglés) queda reservado a los ambientes informales: familia y amigos. Aún peor, el español continúa sufriendo un fundamental problema de falta de prestigio. Existe una estigmatización al ser considerado el idioma de los migrantes en estado de vulnerabilidad. Es no solo una lengua minoritaria sino minorizada.

Muchos hablantes de segunda generación prefieren el inglés, conscientes de las críticas por su español. Es de lamentar que siendo bilingües, a la mayoría se les negara la posibilidad de hablar español. Solo el 53% habla el idioma de sus abuelos. El acoso lingüístico en lugares públicos va desde malas miradas al oírlo hasta una xenofobia contra lo latinoamericano.“En la tercera generación, el dominio del español va a ser muy escaso”, predice Sergio Adrada-Rafael, profesor de la Universidad de Fairfield.

Joven profesora escribe verbos para conjugar en español.

En el ámbito profesional, la preferencia del inglés es clara y apabullante. Aunque el bilingüismo sea objetivamente valorado, el español sufre una minusvaloración desde el colegio. Sí, el 91% de las escuelas secundarias ofrece clases en español, pero solo un 20% de alumnos en enseñanza primaria estudia un segundo idioma. Y las horas lectivas son escasas. Además los maestros que enseñan esta lengua cometen frecuentes faltas de ortografía.

Es necesario precisar que los términos “hispano” y “latino” no son sinónimos, aunque las agencias estadounidenses las han empleado de modo indistinto. Con todo, en EE UU se favorece el término “hispano”. No así en los países de Latinoamérica, donde tiene connotaciones negativas al hacer referencia al pueblo colonizador. 

Pese a ser con diferencia la mayor minoría, los hispanos son el grupo étnico con menos cobertura sobre igualdad racial y racismo. Solo el 6% de las noticias informan sobre esta lacra. Son las conclusiones de un estudio del Berkeley Media Studies Group y UnidosUS. Hay que reconocer que entre los propios hispanos hay prejuicios raciales y xenófobos. Los comportamientos discriminatorios están muy arraigados en Latinoamérica. Los más jóvenes están más abiertos a discutir temas como la discriminación y el racismo debido a su exposición multicultural, e incluso, confrontan a sus padres cuando tienen actitudes discriminatorias o racistas.

El voto hispano representa el 14,3% del censo electoral. En Texas, Arizona, California, Florida, Nevada y Nueva York los hispanos en condiciones de participar son hoy mayoría. Además, el porcentaje de los llamados votantes tempranos (18 a 34 años) aumentó allí de manera ostensible.

Según estimaciones del Pew Hispanic Center, un proyecto del Pew Research Center, 34,5 millones de hispanos estuvieron habilitados para votar en las midterm del año pasado. El centro Pew calcula que para las presidenciales del año próximo las cifras de electores hispanos llegará a 36 millones. Contradicción: solo el 47,6% participa. 

De acuerdo a un informe de Televisa Univision y L2Data recogido por Axios, los codiciados hispanos no partidistas están a punto de convertirse en uno de los mayores grupos indecisos del país. Una razón es que la complicada realidad económica resta fuerza al tradicional apoyo a los demócratas. No es de extrañar que demócratas y republicanos dediquen cada vez más recursos e ideas a la misión de lograr su participación temprana y regular. Así, el actual presidente estadounidense, Joe Biden, ha elegido a la hispana Julie Chávez Rodríguez como jefa de campaña para su reelección. 

Paradoja: el expresidente Donald Trump con su retórica antiinmigrante consiguió un sorprendente apoyo del 32% de hispanos en 2020 (28%, en 2016). Recuérdese su reiterado mensaje de que “son demasiados y vienen a aprovecharse” para anunciar la construcción de un muro fronterizo con cargo a los mexicanos. El magnate aspira a un nuevo mandato y su ideología no parece restarle apoyo entre los latinos. Y es que la línea dura en inmigración es compartida tanto por demócratas como republicanos. A pesar de institucionalizarse en sectores como agricultura, construcción y servicios, no se ha realizado una reforma comprensiva para que los indocumentados cuenten con beneficios y privilegios como seguridad social, ayudas de programas estatales y nacionales, entre otros.

Con el pretexto de la pandemia, EE UU activó el Título 42 del Código. En virtud de la medida, desde 2020 se han llevado a cabo más de 2,5 millones de expulsiones en caliente. Con la suspensión de la normativa se prevén 10.000 cruces irregulares diarios. Washington se prepara para ese incremento del flujo militarizando su frontera con México. 

Biden agradece a España haber accedido a acoger una parte de los migrantes que lleguen a los nuevos centros de procesamiento que creará en Colombia y Guatemala. El propósito: “ampliar” las vías para migrar de forma “regular y ordenada”.

Los contrasentidos se extienden a la empresa en cuyos consejos de administración los hispanos apenas están representados. En el caso de Cisco Systems, Intel, Tesla, Amazon, FedEx, JPMorgan Chase y otras grandes es cero. La situación es similar en compañías menores. Asimismo brillan por su ausencia en las directivas de organizaciones no lucrativas. La Latino Corporate Directors Association fundada en 2013 se apoya en inversores institucionales, fondos de pensiones y bancos, para presionar a las empresas para que nombren consejeros latinos. Cita estudios recientes de organizaciones como McKinsey, Carlyle Group y la organización sin ánimo de lucro Board Ready, que muestran que la diversidad se correlaciona con mayores beneficios. No obstante, hay mucha frustración por la lentitud de los avances.

Familia comprando comida hispana en un food truck en Miami Beach, Estados Unidos. (Jeffrey Greenberg/Getty Images)

El complejo acceso a la sanidad se convierte en un caso paradigmático en la enumeración de dificultades. En la actualidad, solo el 6% de los médicos en ejercicio son hispanos. Esta escasez y la falta de conocimiento de la cultura tiene repercusiones en la salud de los latinos, en general, y de los migrantes, en especial. EE UU tiene la esperanza de vida más baja entre los países desarrollados, según un reportaje publicado por los Institutos Nacionales de Salud, con la mayor carga de enfermedades crónicas y obesidad, hospitalizaciones y muertes evitables. De los más de 27 millones de estadounidenses sin seguro médico, casi el 18% son latinos, según datos del último censo. Los latinos norteamericanos son más propensos a padecer enfermedades crónicas que sus pares nacidos en Latinoamérica. Más del 40% de los adultos hispanos padecen obesidad. Casi el 12% habían sido diagnosticados con diabetes a partir de 2019. Un estudio publicado en 2018 sugiere que la dieta se deteriora con la emigración, lo que conduce a una mala salud.

La falta de información adecuada y la carencia de recursos, junto al frecuente hecho de no dominar el idioma, lleva a que muchos no puedan asistir a consultorios legales, hospitales y clínicas en general. El resultado: servicios de salud ilegales de bajo coste. Ana Martínez-Donate, de la Universidad Drexel, sostiene que “los hispanos enfrentan limitaciones de disponibilidad y accesibilidad”. Añade que “muchos aún desconocen los programas y recursos de ayuda (traducciones, telesalud, asistencia financiera y servicios educativos) activados por la pandemia”. Una investigación publicada en Science Direct descubrió que las inmigrantes latinas corren un mayor riesgo de sufrir depresión y ansiedad. Los factores de estrés incluyen tensión económica, separación familiar, aislamiento social y experiencias de discriminación al llegar a Estados Unidos.

En lo que atañe a medios y publicaciones –CNN en Español, Telemundo, Univision, El Nuevo Herald, La Opinión, El Latin, etcétera– su importancia es creciente. Hasta un total de 624 en activo. Sin embargo, el hecho mismo de que el periodismo hispano interesa ya a quien no es parte de la cultura latina lo convierte en cada vez más bilingüe.

Los cambios y anomalías se extienden a otras esferas. El número de hispanos estadounidenses católicos ha caído de forma dramática en la última década. Según el reciente estudio “Entre los latinos de EE UU, el catolicismo sigue disminuyendo, pero sigue siendo la fe más grande”, la proporción de latinos no afiliados a una creencia se sitúa en el 30% (10% en 2010). Es patente la diferencia frente a la identificación religiosa de los inmigrantes. A finales del pasado siglo la mayor fuente de crecimiento de la comunidad hispana era la inmigración, ahora es la generación nacida en EE UU y que refleja las tendencias más amplias en el país. La Iglesia debe adaptarse.

En el terreno militar hay deudas pendientes con los veteranos hispanos. La tragedia de muchos de ellos es que, tras la guerra, la lucha sigue. Promesas incumplidas, beneficios no entregados y hasta excombatientes deportados a sus países de origen.

En 2021, 13 de los 50 estados contaban con al menos un millón de residentes hispanos. Diez estados, cuatro territorios y decenas de condados y municipios tienen nombres en español. Algo más de un cuarto de los hispanos se encuentra en California, que roza el 40%, solo superada por Nuevo México (casi la mitad). En Florida, constituían en 2020, según el censo, más de un cuarto de la población.

Un hecho demasiadas veces obviado es la enorme diversidad que aportan los hispanos. Mientras el Caribe y Suramérica ejercen un gran impacto en la Costa Este, en la Oeste, las identidades mexicana y centroamericana tienen una fuerte presencia. A su vez cada una conforma un crisol de culturas.

Los hispanos no solo han hecho historia dejando una huella muy profunda. Conforman el futuro y están construyendo la sociedad estadounidense. Su peso demográfico, influencia política y poder económico van en aumento. Su contribución ha de ser reconocida y valorada, así como estudiados y tratados todos los aspectos de las cuestiones que les afectan. 

Más allá de celebraciones puntuales como el Día del Idioma Español y grandes cifras, la comunidad hispana, que se estima bordeará los 100 millones en 2050, debe ser aceptada en plena igualdad de condiciones.