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Puerto de Nansha en Guangzhou. (Qian Wenpan/Nanfang Daily/VCG via Getty Images)

La pérdida de influencia de EE UU en la región Indo-Pacífico, sumado al ascenso de la influencia China en la zona y el posible aislamiento de Rusia por la guerra en Ucrania podrían hacer que las potencias asiáticas regionales reivindiquen la configuración de un nuevo orden asiático con el poder económico de fondo.

El orden mundial muestra realidades diversas que no siempre se juegan en el mismo tablero geopolítico. La balanza de poder geoestratégica ha ido creando una diversidad de alianzas y asociaciones a las que cada economía mundial se ha ido adhiriendo, buscando asegurar el mejor posicionamiento geoestratégico que le otorgue una óptima estabilidad económica, comercial y de defensa.

Superponiendo múltiples tableros geopolíticos, la región del Indo-Pacífico busca equilibrar las posiciones de poder entre Estados Unidos, China y Rusia, triangulando entre las complejas relaciones que se plantean. Con independencia de cuál termine siendo el desenlace del episodio histórico de la invasión rusa de Ucrania, mientras los países occidentales persiguen poner distancia con las dependencias que han ido generando con Rusia durante décadas, principalmente en el sector energético, la visión asiática se muestra más compleja.

Occidente y Oriente son entidades geográficas que aglutinan una amplia diversidad de visiones geoestratégicas. El apoyo a Ucrania frente a la invasión de Rusia converge en el caso de las potencias occidentales, mientras las potencias asiáticas han mostrado una mayor disparidad, sin ajustarse plenamente a los tableros geopolíticos y a los pactos de defensa vigentes. Surge así un nuevo juego de poder en una de las regiones más dinámicas del mundo que desvela una realidad diferente.

La respuesta a la invasión rusa de una parte mayoritaria de las democracias asiáticas marca una vinculación cohesionada con los valores que comparten con las occidentales, alineándose Australia, Japón y Singapur a las sanciones promovidas por la Unión Europea contra Rusia. A nivel global, las hostilidades rusas han fomentado un apoyo masivo en la esfera política mundial en la resolución de condena a la invasión rusa de Ucrania en la Asamblea General extraordinaria de la ONU que, aunque sin ser vinculante, ha contado con 141 votos a favor de un total de 193 Estados miembros. Frente a este respaldo, las 35 abstenciones dan muestra de las diferentes realidades que afrontan algunos países africanos y asiáticos, representando estos últimos algo más del 34% de la posición de neutralidad, y que de forma conjunta aglutinan casi el 83% de las abstenciones.

La tensa situación geopolítica mundial ha puesto de manifiesto que Asia y el Indo-Pacífico muestran otras realidades que se mantienen alejadas del pensamiento occidental. De ahí que, la alianza entre China y Pakistán, y los intereses antagónicos con la India, no han impedido que las tres potencias nucleares hayan coincidido en una votación que entra en conflicto con los respectivos intereses regionales estratégicos.

Los presidentes de Pakistán y China reunidos en Pekin. (Kyodo News / Madoka Ikegami)

En este mismo contexto, el pacto de defensa AUKUS, suscrito por Australia, Reino Unido y Estados Unidos, y el diálogo de seguridad cuadrilateral (QUAD), formado por Australia, India, Japón y Estados Unidos, comparten el objetivo de contrarrestar la asertividad de China en el Indo-Pacífico. AUKUS y QUAD marcan el tono de la encrucijada que supone triangular entre Estados Unidos, China e India y que pone en juego alianzas de diferentes tableros geopolíticos sobre un mismo espacio geopolíticamente muy tensionado. Sin embargo, compartir tablero geopolítico con Washington no ha sido óbice para que Nueva Delhi haya mostrado su neutralidad frente a un conflicto que se desarrolla en suelo europeo, a pesar de la advertencia de EE UU de que un alineamiento estratégico más explícito con Rusia tendrá consecuencias, más si cabe después del escenario geopolítico surgido tras la retirada de Estados Unidos de Afganistán y que ha dejado patente la divergencia de intereses en la región.

La seguridad energética y la dependencia rusa de gas y petróleo no es estrictamente una cuestión europea. De forma similar al desafío al que se enfrentan las potencias europeas, la fuerte dependencia de Japón de combustibles fósiles importados, es el mayor importador de gas natural licuado, según la Agencia Internacional de la Energía, plantea dificultades para alinearse con la política del G7 de reducir la dependencia energética rusa. Una compleja situación que ha llevado al país nipón a mantener su participación en los proyectos conjuntos Sakhalin 2 de petróleo y gas natural licuado que mantiene en Rusia, a pesar de la condena explícita de la invasión de Ucrania y de la retirada de otros participantes en el proyecto como el gigante energético Shell.

Las necesidades de seguridad y defensa, que incluyen las disputas territoriales que varios países asiáticos mantienen por la soberanía de múltiples enclaves estratégicos en la región, condicionan la compra de armamento hacia alguno de los cinco países que de forma conjunta aglutinan casi el 80% del mercado de venta de armas, según el instituto de estudios estratégicos Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI). En cuestión de venta de armamento, Estados Unidos ha mantenido, e incluso incrementado, su liderazgo en este sector, siendo el proveedor de 103 países entre 2017-2021, más del doble que los 47 a los que Rusia suministró armamento.

Los países más dependientes del bloque ruso en la región asiática, Kazajistán (91%), China (81%), Vietnam (56%) e India (46%), mostraron su abstención en la votación. Sin embargo, la actual política de sanciones internacionales impuesta sobre las empresas de defensa rusas podría conllevar movimientos geoestratégicos a escala mundial en la búsqueda de nuevos proveedores de armamento, con posibles implicaciones en la configuración de alianzas.

Las proyecciones de crecimiento económico son parte también de los efectos colaterales de la crisis de Ucrania, difíciles de cuantificar hasta que la contienda no llegue a su fin. La invasión rusa coincide con el giro del eje económico hacia Asia y el Pacífico, cuyo potencial de crecimiento se ha visto incrementado con la reciente entrada en vigor de la Asociación Económica Integral Regional (conocida en inglés como RCEP, Regional Comprehensive Economic Partnership), el mayor acuerdo de libre comercio del mundo, que representa más del 25% del comercio mundial. Y son las implicaciones económicas futuras las que están ejerciendo un particular Pivot to Asia entre las propias economías asiáticas, motivando una alineación estratégica de varias potencias regionales. China, Vietnam y Laos estarían más cercanas al juego de poder que busca potenciar el crecimiento económico de la región, inclinando así su sentido de voto hacia la abstención.

Las economías del Indo-Pacífico son conscientes que la región goza de un momentum impulsado por la órbita económica que genera China, y que el país asiático aprovecha para desplegar influencia. Las grandes potencias regionales recelan del crecimiento chino, mientras las economías asiáticas más pequeñas, y también aquéllas que normalmente se muestran neutrales en los principales asuntos mundiales, como Indonesia y Tailandia, se han posicionado a favor de las sanciones internacionales recelosas de que el debilitamiento económico de Rusia pudiera impulsar su acercamiento a Pekín y un mayor fortalecimiento de la hegemonía del gigante asiático en la región.

El auge de Asia está generando cambios en el equilibrio de poder económico que coincide con un declive constante de la hegemonía de Estados Unidos en el Indo-Pacífico y un ascenso de la influencia de China en la región, en lo que podría suponer una mayor reivindicación de las potencias regionales hacia la configuración de un nuevo orden asiático. En este nuevo ciclo histórico, el Indo-Pacífico está marcando una senda propia en la configuración de una dimensión económica regional mientras se acelera una reordenación de los actuales tableros geopolíticos que quedarán bajo la esfera de la rivalidad entre Estados Unidos y China, de quedarse aislada Rusia por las sanciones internacionales. Quizás la invasión rusa de Ucrania no haya hecho más que acelerar el proceso.

Esta obra ha recibido una ayuda a la edición del Ministerio de Cultura