Claudio Descalzi (izquierda), CEO de la compñaía italiana ENI, y Tevfik Hakkar (derecha), director de la compaía argelina Sonatrach, firman el acuerdo de suministro de gas entre ambos países el pasado 11 de abril (Presidencia de Argeria/Getty Images)

La invasión rusa de Ucrania está generando un nuevo juego de alianzas para poder así garantizar el suministro de energía. Este nuevo contexto geopolítico podría representar una gran oportunidad para Argelia siempre y cuando sea capaz de llevar a cabo cambios fundamentales en su política económica y energética.

Ahora que Europa se esfuerza por diversificar sus proveedores de gas, hay muchos países que van sumándose a la lista de posibles socios: desde pesos pesados como Australia, Catar y Estados Unidos hasta otros importantes como Azerbaiyán, Egipto, Libia y Argelia. El posible papel de este último país se ve reforzado por la existencia de tres gasoductos submarinos que ya lo conectan con la Península Ibérica e Italia. Al menos dos de ellos, el Pedro Durán Farell, que une Argelia con España y Portugal a través de Marruecos (cerrado desde el 1 de noviembre por las tensiones cada vez mayores entre Argelia y Marruecos) y el Enrico Mattei, que une Argelia con Italia a través de Túnez, están infrautilizados. El segundo, también conocido como TransMed, transporta 22.000 millones de metros cúbicos al año, un 30% por debajo de su capacidad real. El gasoducto Medgas, que une Argelia directamente con España, transporta 8.000 millones de metros cúbicos al año.

Si en los próximos meses y años la Unión Europea decide comprar más gas a Argelia, junto a otros proveedores extranjeros, habrá que responder tres preguntas: ¿es Argelia, históricamente, un proveedor fiable para los clientes occidentales?, ¿tiene grandes reservas?, ¿y la capacidad de garantizar un mayor volumen de exportaciones de gas en el futuro?

La respuesta a la primera pregunta es que Argelia exporta gas desde 1964 y siempre ha respetado escrupulosamente sus contratos. Shell inventó el gas natural licuado en Argelia entre 1961 y 1964, año en el que se hizo el envío del primer cargamento argelino al Reino Unido. Más de medio siglo después, la empresa estatal argelina de petróleo y gas Sonatrach vende gas a Grecia, Turquía, Italia, Francia, Reino Unido y Bélgica. E incluso Alemania, por primera vez desde que se apartó de los contratos de GNL que había firmado con Sonatrach en 1978 —por motivos que todavía hoy desconocen los negociadores argelinos—, muestra su interés por el gas de este país. Ni las disputas comerciales que necesitaron arbitraje internacional ni la guerra civil de los 90 han perjudicado la fiabilidad de Sonatrach.

En cuanto a la segunda pregunta, conocer el volumen exacto de las reservas de petróleo y gas de cualquier país es bastante difícil. Lo que sí sabemos es que al menos la mitad de la masa terrestre del Estado más grande de África está todavía por explorar; que algunas zonas se exploraron hace años y que es muy posible que las técnicas modernas puedan aumentar las reservas conocidas. Además, Argelia dispone de las terceras mayores reservas de gas no convencional del mundo (25.000 millones de metros cúbicos), empatada con Argentina.

La pregunta fundamental en estos momentos es la tercera. La producción de gas de Sonatrach, para la venta nacional y para la exportación, bajó de 95.898 millones de metros cúbicos en 2018 a 85.119 millones en 2020. Está claro cuál es el problema. La producción actual de gas se divide en tres partes casi iguales: las destinadas al consumo, la exportación y la reinyección, procedentes sobre todo del yacimiento de Hassi R’Mel. El ritmo de producción actual no va a poder mantenerse más allá de 2028 y será insignificante a partir de 2040. La producción de los yacimientos que están empezando a explotarse en la actualidad no será suficiente para compensar el descenso previsto de la producción de Hassi R’Mel.

La necesidad de aumentar la producción es acuciante. Con ese propósito se aprobó en 2019 la Ley de Hidrocarburos (Ley 19-123, diciembre de 2019), que hace que sea mucho más atractivo para las empresas internacionales invertir en los yacimientos de petróleo y gas argelinos y en la exploración de yacimientos nuevos. El contrato firmado entre el Ente Nazionale Idrocarburi (ENI) de Italia y Sonatrach el pasado mes de diciembre es importante por tres razones: es el primero desde la aprobación de la nueva ley en el que los dos firmantes tienen largos y amplios antecedentes de cooperación; prevé un desarrollo acelerado para entrar rápidamente en producción; y las dos empresas están evaluando oportunidades conjuntas en áreas como las energías renovables, lo que implica el uso del hidrógeno verde y azul, entre otros. ENI y Sonatrach anunciaron a principios de marzo un nuevo e importante hallazgo de crudo y gas asociado, y la compañía italiana aspira a comprar asimismo los activos de BP en Argelia.

La otra cara de la ecuación argelina es el consumo interno, que aumenta a toda velocidad porque los consumidores no tienen ningún incentivo para el ahorro. Como señalaba Petrostrategies hace un año, “Argelia corre el riesgo de tener que interrumpir sus exportaciones de gas aproximadamente en 2030 si no toma medidas urgentes en los yacimientos”, el índice de eficiencia de sus antiguas centrales eléctricas es muy bajo (en torno al 36 %) y las pérdidas en la red son muy elevadas (una media del 13,5 %), pero ni Sonelgaz (que tiene el monopolio de la producción y venta de electricidad) ni los consumidores tienen incentivos para ahorrar. Sonelgaz obtiene gas a “un precio ridículamente bajo, de menos de 0,30 dólares por MMbtu (millones de unidades térmicas británicas), probablemente el más bajo del mundo”. Ni siquiera cubre los costes de producción de Sonatrach. El precio medio de la electricidad para el consumidor es de solo 0,03 dólares por kWh, sin incluir los impuestos. En Argel muchos consideran que esta política es el colmo del absurdo económico, porque fomenta el despilfarro. Los usuarios industriales, incluidas las empresas conjuntas con compañías extranjeras como la fabricante de cemento Lafarge, se benefician de unos precios que les dan la oportunidad de obtener beneficios gigantescos, por no decir injustificados.

El Ejecutivo, apoyado por los generales, pospone el incremento de los precios por temor a la agitación social. En realidad, los altos mandos del Ejército saben que la población considera ilegítimo su gobierno. Sin embargo, el cambio de las circunstancias geopolíticas ofrece a los dirigentes argelinos la oportunidad de reescribir su futuro y el del país. Si se contase con la participación de grandes economistas y gestores cuyo conocimiento del mundo no se tiene en cuenta actualmente sería quizá posible redactar un proyecto económico a la altura de los formidables retos debidos a la guerra de Ucrania. Hasta que los militares no acepten que Argelia no puede hacer depender su fuerza exclusivamente de tener un armamento sofisticado sino que necesita una economía diversificada, próspera y más libre, persistirá esta absurda ecuación de política energética.

Si Argelia desea aumentar su suministro de gas a Europa y fortalecer este sector clave de la economía que da empleo a más de 100.000 personas, proporciona el 98% de los ingresos extranjeros del país y el 60 % de sus ingresos presupuestarios, debe antes romper con las prácticas del pasado.

¿Qué país puede convertirse en el futuro centro del gas en el sur de Europa?

España aspira a la primera posición, pero tiene ante sí numerosos obstáculos, entre ellos la probable resistencia francesa a la ampliación del gasoducto transpirenaico, algo a lo que el sector nuclear galo lleva resistiéndose 20 años. Además, España tendría que estar en condiciones de poder importar más gas de Argelia, y eso parece poco probable ahora, desde que, a principios de marzo, Madrid decidió inesperadamente apoyar las reivindicaciones de Marruecos sobre la disputada región del Sahara Occidental y la decisión tensó la relación del país con su mayor proveedor de gas.

Tras el giro de España, el presidente Abdelmajid Tebboune dejó claro que Argelia colaboraría estrechamente con su amigo tradicional, Italia, su mayor comprador de gas con gran diferencia. Sonatrach ya suministra a sus clientes italianos, desde diciembre de 2021, 2-3M/btu de gas por encima de los contratos actuales.

Hay que tener en cuenta tres factores en relación con el futuro papel de Italia como centro de distribución de gas: en primer lugar, Argelia e Italia tienen unos vínculos que se remontan a 1960-1962, cuando el fundador del ENI italiano, Enrico Mattei, asesoró al Gobierno Provisional de la República Argelina (GPRA) durante las negociaciones con el general Charles de Gaulle que desembocaron en la independencia. En segundo lugar, Italia tiene en el valle del Po unos yacimientos de gas agotados que serían un lugar ideal para el almacenamiento, una prioridad para los responsables políticos de la UE en estos momentos. Y por último, a principios de siglo se elaboró el estudio de viabilidad de un nuevo gasoducto que uniría el este de Argelia con el puerto italiano de Génova, el GALSI.

La visita del primer ministro italiano, Mario Draghi, a los argelinos el 11 de abril, siguiendo a la del presidente Sergio Matarella de hace cinco meses, subraya la importancia de Argelia como futura fuente de gas para un país que busca reducir su dependencia del gas ruso (el cual constituye un 40% de importaciones). A día de hoy, Argelia solo puede ofrecer aproximadamente 3-4 bn metros cúbicos de gas extra a Italia, pero una mayor inversión italiana en exploración de gas y petróleo y en energías renovables en el país norteafricano ayudará a recortar su propio consumo de gas dejando así más para las exportaciones. Italia se está convirtiendo en una aliada europea, y por tanto ocidental, estratégica para Argelia.

El intento de Argelia de aumentar sus exportaciones de gas también dependerá, quizá incluso en mayor medida, de que los altos mandos del Ejército estén dispuestos a aceptar que no poseen los conocimientos económicos necesarios para ser totalmente conscientes de las ventajas que podría suponer para el país el proceso de desglobalización actual. Tienen que dar cabida en el Gobierno a las ideas estratégicas de una variedad mucho mayor de argelinos con experiencia y talento. Si no lo hacen, el país perderá una oportunidad histórica de modernizar su economía y reforzar su papel en la región.

 

Puede consultar la versión original y en inglés de este artículo aquí. Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia.