
La región de la península de Corea se encuentra en su punto más peligroso en los últimos cinco años y las opciones sobre qué hacer con el régimen de Pyongyang se agotan. ¿Qué alternativas quedan?
Existe un dicho entre quienes se dedican a estudiar a Corea del Norte: “se puede ser todo, menos alarmista”.
A principios de noviembre leímos y escuchamos a varias personas expertas en el tema referirse, de forma nerviosa, a la “semana histórica” en la situación de seguridad en la península coreana, por el lanzamiento de, por lo menos, 33 misiles por parte de Corea del Norte —23 de ellos en un solo día—; inusitada semana que se enmarca, además, en un récord mensual y anual, por la misma razón. El 2022 ha sido el año de la mayor actividad militarista del otrora Reino Ermitaño, desde su creación en 1948.
Inédito año no sólo por la cantidad de lanzamientos de misiles de distinto alcance sino porque, en las últimas semanas, el régimen norcoreano cruzó varias líneas rojas, consideradas vitales para la estabilidad de la zona: no esperó a que finalizaran los ejercicios militares conjuntos de Estados Unidos y Corea del Sur, como era costumbre para evitar escarceos o errores que pudieran desembocar en enfrentamientos abiertos, sino que esta vez lanzó misiles de distintos tipos al mar, desde ambas costas, mientras dichos ejercicios aún se llevaban a cabo; 500 aviones de guerra norcoreanos volaron muy cerca de la frontera con su vecino al sur y, por primera vez, lanzó decenas de misiles de artillería en dirección sureste, que acuatizaron en la zona de amortiguamiento, establecida voluntariamente por las dos Coreas en 2018, y considerada intocable. Así mismo, lanzó un Misil Balístico Intercontinental —ICBM— (el Hwasong-17, conocido como “el monstruo”), capaz de alcanzar territorio estadounidense, aunque fracasó tras volar únicamente 756 kilómetros y después caer al mar. Por si fuera poco, semanas antes Pyongyang probó un misil balístico de mediano alcance sobre Japón, cuya inesperada presencia en cielos nipones obligó a los ciudadanos de ese país a buscar guarecerse en refugios antimisiles.
Al hacer todo esto, el líder norcoreano, Kim Jong-un, no solo violó varias resoluciones de Naciones Unidas al respecto, sino salió de su autoimpuesto exilio, en el que se encerró desde que fracasaron las negociaciones directas de alto nivel con el entonces presidente estadounidense Donald Trump, sostenidas entre 2018 y 2019; aislamiento que reforzó cuando Trump perdió la reelección en 2020; aunado al encierro, literal, de la población mundial durante la pandemia por la Covid-19.
Pese al llamado a mantener la calma, estos días se habla abiertamente de una escalada, que ha colocado a la península en su momento más tenso en los últimos cinco años; se baraja incluso la posibilidad —alertada por los propios servicios de inteligencia estadounidenses y surcoreanos— de que ...
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