
Corea del Norte suele ser noticia por temas de seguridad o de derechos humanos. El solitario régimen evita comprometerse con causas de la comunidad internacional, prefiriendo que se le conozca por su grandilocuencia y subversión. Poco se habla, sin embargo, de una amenaza que con rapidez se cierne sobre sus habitantes y que Pyongyang parece tomar cada vez más en serio: los efectos devastadores del cambio climático que, sumados a las sanciones económicas internacionales y a la falta de liquidez, están causando graves estragos en una nación de por sí aislada y empobrecida.
El cambio climático es ya una realidad, de cuyos efectos ningún país se salva. Sin embargo, hay Estados menos preparados que otros para hacerle frente: factores estructurales internos debilitan la capacidad de algunas naciones, no solo para ejecutar protocolos de acción rápida cuando ocurren eventos climáticos extremos, sino para reparar, en un corto plazo, los daños causados por estos y para aumentar constantemente la resiliencia frente a nuevos desastres naturales.
Este es el caso de Corea del Norte, país que, pese a contribuir de forma muy modesta al calentamiento global, es altamente vulnerable al mismo. La muestra más reciente es 2020, año que padeció varios meses de lluvias torrenciales que inundaron campos de cultivo y arrasaron a su paso con casas e infraestructura, así como sufrió una intensa sequía en los meses restantes. El año siguiente, la sequía fue el problema, junto con una mayor degradación de los bosques y erosión de la tierra cultivable. La forma más dramática en que esto afecta a los norcoreanos, además de las muertes inmediatas en las inundaciones, es poniendo en riesgo su de por sí precaria seguridad alimentaria.
Lamentablemente, las hambrunas no son un problema nuevo para los ciudadanos, quienes han lidiado con ese problema de manera aguda por lo menos desde inicios de los 90, lo cual ha generado que al norte del paralelo 38 las personas sean entre tres y ocho centímetros más bajos de estatura que los surcoreanos, mientras que la esperanza de vida al nacer es de 12 años menos en el norte que en el sur de la península.
La hambruna que todos recuerdan

Los 90 fueron, prácticamente en su totalidad, años en los que la población norcoreana padeció hambre… y miles murieron por ello: 220.000 personas según el propio gobierno; entre 1,5 y 3 millones, de acuerdo con diversas agencias de Naciones Unidas y algunas ONG que tenían acceso a datos en el terreno en aquel entonces.
Antes de esa década, Corea del Norte no había sufrido hambrunas; sus arrozales eran incluso más productivos que los del Sur, aunque vale decir que esa prosperidad era posible gracias a fuertes subsidios, grandes obras de irrigación y un uso abundante de fertilizantes, cortesía de la entonces Unión Soviética y de China.
La producción agrícola norcoreana comenzó a ...
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