Un campo de aerogeneradores en la isla de Samso en Dinamarca. (Slim Allagui/AFP/Getty Images)
Un campo de aerogeneradores en la isla de Samso en Dinamarca. (Slim Allagui/AFP/Getty Images)

En un mundo en cambio donde la energía está cobrando cada vez más importancia, Dinamarca apuesta por las energías renovables y la eficiencia energética para llegar a ser independiente de combustibles fósiles en el año 2050. He aquí un ejemplo de la ambiciosa agenda energética que sigue el país escandinavo.

La política energética de Dinamarca tiene sus orígenes en una crisis internacional. La crisis del petróleo que tuvo lugar el otoño de 1973 fue un duro golpe para el país. Los daneses, que vivieron aquella crisis, recuerdan los largos domingos sin coche por la limitación de su uso. Recuerdan cómo se impuso un racionamiento del petróleo para la utilización de la calefacción en las casas y en las empresas. Las preocupaciones causadas por el frío del invierno que se les venía encima quedaron grabadas en las mentes de los daneses. Hasta entonces el país había gastado energía sin preocuparse por su procedencia. Pero con una dependencia de importaciones de más del 90% de la energía ya no podía permitirse seguir así. Fue, pues, esa dependencia energética y la cuestión de la seguridad del suministro lo que impulsó un cambio radical y consensuado de las políticas energéticas de Dinamarca. Ha sido un proceso que se ha desarrollado a lo largo de las décadas que siguieron a la crisis del 73 y que, por ahora, ha culminado con el objetivo de llegar a ser independientes de los combustibles fósiles en 2050.

Las políticas energéticas danesas se basan, principalmente, en dos pilares: la eficiencia energética y las energías autóctonas, sobre todo la eólica. La experiencia nos ha enseñado que es posible desvincular el consumo energético del crecimiento económico. Desde 1990, la economía danesa ha crecido alrededor de un 40% mientras que el consumo energético ha bajado un 7% y las emisiones de gases de efecto invernadero más del 30%.

Al mismo tiempo, Dinamarca ha desarrollado una capacidad instalada de energía eólica de casi 4900 MW, la mayor capacidad instalada per cápita en el mundo con 864W/habitante. En 2015, batió el récord mundial de energía eólica, con un 42% del total de la electricidad producida por turbinas eólicas. En un día especialmente ventoso en julio de ese año, el viento cubrió toda la demanda de electricidad en el país y permitió exportaciones a los Estados vecinos de un 40% adicional.

La inserción de esta gran cantidad de energía eólica en el sistema se ha hecho posible no solo debido la red de interconexiones con los países vecinos, sino también por una extensa integración de los sistemas eléctrico y de calefacción y una cada vez mayor flexibilidad en la red de infraestructuras.

Estos pilares han constituido las líneas generales de la política energética de Dinamarca durante décadas. Pero en los últimos lustros, la realidad otra vez les ha impulsado a no quedarse con lo logrado e ir más allá. El país ha sido durante décadas exportador neto de energía. En la práctica, ha sido autosuficiente en energía, gracias a las políticas mencionadas y a la producción de petróleo y gas en el Mar del Norte. Sin embargo, en 2013, gastaron más energía de la que produjeron por primera vez desde 1997. En estos momentos, se prevé que la producción danesa de energías convencionales seguirá cayendo a lo largo de la próxima década, y con esta caída, crecerá de nuevo su dependencia de las importaciones.

Este hecho ha llevado a otro cambio significativo en las políticas energéticas de Dinamarca de cara al futuro. Se han dado cuenta de que por incierto que sea lo que está por venir, hay una certeza innegable: cada corona danesa gastada en petróleo, gas y carbón será, en su mayoría, una corona que saldrá del país. Por el contrario, cada corona ahorrada o gastada en energías renovables autóctonas será una corona que se quedará y que podrá ser reinvertida en fomentar el crecimiento, la innovación y la creación de trabajo en la propia sociedad. Por ello, la transición a una economía verde es una inversión futura. Es una apuesta que beneficia la competitividad de las empresas danesas y las economías de las familias.

El cambio esta vez no ha sido tanto un cambio de política de base como un salto a nivel de ambiciones, cuando en 2010 el entonces Gobierno liberal-conservador trazó el camino a seguir para que Dinamarca llegara en 2050 a ser una sociedad 100% basada en las energías renovables. La Estrategia 2050 y los posteriores pactos políticos han sido consensuados por una amplia mayoría del Parlamento danés y seguidos por los siguientes gobiernos, tanto de signo centro-izquierda como liberal.

Para cumplir este objetivo -ambicioso, pero viable- es necesario cumplir ciertas metas intermedias. A corto plazo, el objetivo es reducir significativamente la dependencia de combustibles fósiles, reforzando y expandiendo las políticas existentes de energías renovables y de eficiencia energética. Los acuerdos estipulan que en 2020 más de un 35% del consumo energético final tiene que provenir de fuentes renovables y el 70% del consumo eléctrico tiene que cubrirse con renovables. De este porcentaje, el 50% de la electricidad tiene que proceder de la energía eólica. Además, el consumo energético bruto tiene que haber bajado un 12% comparado con 2006. A más largo plazo, el suministro de electricidad y calefacción se debe basar ya 100% en energías renovables en 2035.

En la fase posterior, el enfoque estará sobre todo en el desarrollo e implementación de soluciones para construir un sector verde de transporte y un sistema de redes inteligentes.

Está claro que esta transición energética no saldrá gratis y hay que buscar la manera más eficiente de hacerla, pero es una inversión en el futuro. Cabe destacar también que el crecimiento verde ya contribuye muy activamente a nuestra economía.

Hoy en día tenemos en Dinamarca un importante tejido empresarial verde que factura más de 22.000 millones de euros al año y da trabajo a 59.000 personas. Actualmente, los productos y la tecnología verdes constituyen un 12% de toda la industria danesa y más de un 11% de las exportaciones. Varias compañías danesas son líderes mundiales en sectores tecnológicamente avanzados como la energía eólica y soluciones para la eficiencia energética.

El mercado de tecnologías verdes está creciendo en el mundo estos años a pesar de la crisis financiera y los bajos precios del petróleo. Pero si no hay una apuesta seria por una economía verde en el futuro, otros se van a comer la parte del pastel que les correspondería. Es necesario ofrecer las condiciones y la estabilidad que las empresas e los inversores necesitan para poder planificar a largo plazo, creando reglas claras, incentivos e iniciativas nuevas como la promoción de partenariado público-privados. Es la única manera de evitar que las empresas innovadoras con los mejores expertos y las tecnologías más avanzadas se trasladen a China, EE UU e India a lo largo de las próximas décadas.

Este riesgo no solamente debe preocupar a Dinamarca y las empresas danesas, sino a toda Europa y al conjunto de empresas europeas que están trabajando en estos sectores. Esta es una de las principales razones por la que Dinamarca trabaja para conseguir una ambiciosa agenda europea en temas de energía y clima. Necesita una Europa ambiciosa que se comprometa a ir por delante en estos temas. Y todos los países europeos requieren de una política ambiciosa energía para solucionar el problema de la dependencia energética que se ha visto tan dolorosamente actualizado en estos últimos tiempos.

 

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Este proyecto ha contado con el apoyo de la Comisión Europea