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El primer ministro Boris Jonson en una visita de campaña electoral a un fabricante de electrodomésticos.  Frank Augstein/AFP/Getty Images.

Reino Unido sigue intentando salir del laberinto del Brexit con unas nuevas elecciones generales convocadas para el próximo 12 de diciembre. ¿Qué se juegan los británicos? ¿Cuáles son los posibles escenarios y sus consecuencias?

Tras meses de disputas en los que los parlamentarios británicos fueron incapaces de ponerse de acuerdo en cómo avanzar con el Brexit, Reino Unido llegó a un punto muerto. Para salir de él parecía haber dos vías: un nuevo referéndum o unas elecciones generales. El referéndum no era, al menos en esta fase, más que una opción teórica. El Gobierno conservador del primer ministro Boris Johnson no quería ni hablar de él, y el principal partido de la oposición, el Laborista, no conseguía llegar a una postura común al respecto. Ahora Reino Unido se vuelve a encontrar a pocos días de otras elecciones generales, convocadas para el día 12 de diciembre, en un intento de salir del laberinto del Brexit.

Estos son unos comicios que no deseaba casi nadie. Los conservadores empezaron a pensar en ellos sólo cuando se vio que el acuerdo de Boris Johnson con la Unión Europea sobre el Brexit no iba a superar el escrutinio del Parlamento a tiempo de cumplir el plazo previsto para la salida, el 31 de octubre. El Partido Laborista tuvo que aceptar las elecciones, también a su pesar, cuando otros partidos más pequeños (como los Liberales Demócratas y el Partido Nacional Escocés) se alinearon con los Tories en la convocatoria, pensando que había llegado el momento de sacar partido a su oposición al Brexit.

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Activistas anti-brexit en Londres. Leon Neal/Getty Images.

El objetivo de estas elecciones es desatascar ese punto muerto en el que se encuentra el Brexit. ¿Podría el acuerdo negociado por Johnson en Bruselas pasar favorablemente por el Parlamento británico? En caso negativo, una de las alternativas podría ser otro aplazamiento de la salida de la UE para poder negociar un acuerdo nuevo o un referéndum sobre el acuerdo actual que incluya la opción de permanencia. ¿Habría alguna más? Esto dependerá de lo que piensen los votantes sobre estas elecciones, si consideran que son esencialmente un referéndum sobre el acuerdo de Johnson o un sondeo sobre diversas cuestiones, entre las que dominan las habituales: salud, educación, vivienda, etcétera. Una cosa sí es cierta: dadas las posturas de los partidos sobre el Brexit, estos comicios serán los más divisivos desde hace mucho tiempo.

 

¿Qué se juegan en estas elecciones?

El Gobierno quiere que estos comicios giren sobre todo en torno al Brexit y Johnson asegura que él es el único que puede hacerlo realidad.  El Primer Ministro espera que su relato sobre “el pueblo contra el Parlamento” y la amenaza de que no haya ningún Brexit si él no gana las elecciones asuste a los laboristas más partidarios de la salida y les lleve a cambiar su voto.

Boris Johnson Launches The Conservative Party General Election Campaign
El primer ministro Boris Johnson en el lanzamiento de campaña del Partido Conservador para las elecciones generales de diciembre de 2019. Furlong/Getty Images.

Ahora bien, esta es una estrategia arriesgada. Johnson no ha conseguido materializar la salida, a pesar de haber dicho que Gran Bretaña estaría fuera de la Unión Europea al terminar octubre “por encima de todo”, y el partido del Brexit de Nigel Farage puede arrebatarle unos votos cruciales.

Los conservadores saben que algunos escaños pueden ir a parar a los liberales demócratas en las zonas del país partidarias de la permanencia y al Partido Nacional Escocés (SNP) en Escocia, donde en la actualidad ni siquiera cuentan con un líder regional. Por tanto, la estrategia fundamental de Johnson es compensar esas pérdidas apelando a los votantes tradicionalmente laboristas —en particular, en el nordeste de Inglaterra— que optaron por el Brexit en el referéndum. También este es un paso peligroso como descubrió Theresa May en las elecciones de 2017.

Por otro lado, para el Partido Laborista, la mejor esperanza de triunfar en las urnas es trasladar el debate del Brexit a una mayor variedad de asuntos. Y eso es exactamente lo que está haciendo desde el comienzo de la campaña. Está prometiendo, por ejemplo, unos niveles de gasto público nunca vistos en Reino Unido o introducir banda ancha gratuita para todos de aquí a 2030. Además de los planes ya anunciados de nacionalizar las compañías de ferrocarril, las redes de suministro de energía y las empresas de agua y servicios sanitarios. El líder laborista ha llegado incluso a prometer revisiones dentales gratis en Inglaterra (en Escocia ya lo son). Sin duda, estas medidas ocupan titulares, pero no parece que, al menos hasta ahora, hayan tenido mucho efecto en el electorado.

A unos días de los comicios, los conservadores son el partido más popular, con un 40% aproximado de apoyo entre los votantes, mientras que los laboristas están por debajo del 30% y los liberales demócratas en el 15%. En cuanto a la popularidad de los líderes de los partidos, Boris Johnson es el más popular con una gran diferencia, aunque el porcentaje de sus detractores es más o menos el mismo. Aquí hay que hacer una advertencia: Theresa May comenzó su campaña de 2017 con una ventaja de 20 puntos y cinco semanas después perdía la mayoría. Según algunos sondeos de opinión, estas elecciones no son un referéndum sobre el Brexit porque los votantes también tienen presentes otros asuntos, fundamentalmente la sanidad y la criminalidad.

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El líder del partido laborista Jeremy Corbyn habla en el lanzamiento del manifiesto electoral del Partido Laborista. OLI SCARFF/AFP/Getty Images.

Denis MacShane, antiguo ministro para Europa en un gobierno laborista y autor de un nuevo libro sobre el Brexit, está de acuerdo: “Hasta ahora, las elecciones han dependido de una gran variedad de temas, incluido el futuro del Servicio Nacional de Salud (NHS, en sus siglas en inglés), y preocupa que un futuro gobierno de Johnson pueda permitir a compañías médicas estadounidenses que se apropien de parte del NHS para maximizar los beneficios. El Brexit es importante, pero cada vez más gente se da cuenta de que, si se aprueba el Acuerdo de Retirada, solo se abrirá la puerta a muchos más años de negociaciones sobre la futura relación de Reino Unido con la UE y sus 27 Estados miembros”.

No obstante, parece que el Brexit es el tema que domina los comicios y que está rompiendo a toda velocidad las lealtades de partidos tradicionales. Muchos votantes, tanto partidarios de la salida como de la permanencia, han asegurado que podrían abandonar el partido que siempre han votado para optar por el que promete cumplir lo que votaron en el referéndum sobre la UE. Este es un problema más grave para los laboristas que para los conservadores porque los primeros tienen dificultades para entrar en las zonas del país partidarias a marcharse.

En cuanto a las posibilidades de formar gobierno de los partidos, el mejor resumen lo ha hecho John Curtice, catedrático de política en la Strathclyde University de Escocia. Curtice afirma que las probabilidades de los Laboristas de obtener una mayoría absoluta son casi nulas y que lo que se juega en estas elecciones, en realidad, es el alcance de la victoria de los conservadores, suficiente para tener la mayoría absoluta o no. Y, si los conservadores no obtienen los 326 escaños necesarios, la siguiente pregunta es: ¿podrán formar los partidos de la oposición una coalición —formal o informal— que impida que Boris Johnson siga siendo primer ministro?

 

Posibles escenarios tras las elecciones

Si la estrategia electoral de Boris Johnson triunfa y obtiene una mayoría absoluta, su legislación del Brexit será aprobada sin demasiados obstáculos. En las últimas semanas, su partido se ha deshecho de los partidarios de la permanencia y los escépticos, por lo que todos sus futuros diputados son fieles defensores del Brexit. La doctora Kirsty Hughes, directora del Centro Escocés de Relaciones Europeas, está de acuerdo: “Si los Tories consiguen la mayoría, el Brexit seguirá adelante casi con toda seguridad; los diputados conservadores serán un grupo mucho más homogéneo que en el parlamento anterior, de modo que el acuerdo de Johnson debería aprobarse. Ahora bien, si es una minoría muy justa, podría no ser tan fácil”.

Si hay un gobierno de minoría encabezado por Johnson, el Primer Ministro estaría en una situación más inestable a la hora de conseguir que el Parlamento apruebe su acuerdo con la UE. El Partido Unionista Democrático —que ahora se da cuenta de que el acuerdo de Theresa May le ofrecía mucho más— seguramente exigiría cambios y pasaría a ser un socio difícil y no del todo fiable. Johnson podrá contar con el apoyo de los diputados de Nigel Farage, aunque no es muy probable que resulten elegidos muchos —o ninguno— con el sistema británico de mayoría directa y después de que hayan retirado a la mitad de sus candidatos. No olvidemos tampoco que Boris Johnson podría conseguir que se aprobara su ley en enero, pero encontrarse ante la perspectiva de que no haya acuerdo en diciembre de 2020.

La propuesta laborista de alcanzar un nuevo acuerdo —aún no definido— con la UE y después celebrar un referéndum para escoger entre ese acuerdo y la permanencia puede ser difícil de vender a los votantes. Aunque los laboristas se aseguraran una mayoría, probablemente con la ayuda de los liberales demócratas y el SNP, ¿estaría dispuesta Bruselas a seguir negociando? Digamos que sí. Dadas las divisiones en la dirección laborista entre los partidarios de la permanencia y los que, como Jeremy Corbyn, llevan mucho tiempo criticando a la UE, es muy difícil adivinar cuál será la postura del partido. Además, hay que tener en cuenta también el precio que podrían reclamar los liberales demócratas y el SNP a cambio de su apoyo.

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Activistas anti-Brexit con pancartas pro-UE se manifiestan en Londres. TOLGA AKMEN/AFP/Getty Images.

Kirsty Hughes asegura que el SNP ya ha dejado claro cuál sería ese precio: “Evidentemente, querrían un fuerte compromiso de celebrar un segundo referéndum de independencia, y no solo otro referéndum sobre la UE. Pero probablemente no insistirían en que se celebrase en 2020. En el último parlamento, los laboristas fueron un problema, porque no respaldaban plenamente una nueva votación sobre la UE, pero que Corbyn siga en el poder puede ser un problema más para los liberales demócratas que para el SNP”. Los liberales demócratas, una formación abiertamente partidaria de la permanencia, confían en aumentar su número de escaños en el Parlamento británico. Aunque no pueden aspirar a obtener una mayoría, ni siquiera acercarse a ella, sí podrían ser un partido bisagra en un Parlamento empatado.

Phil Syris, catedrático de Derecho Comunitario en la Universidad de Bristol, opina que los liberales demócratas están jugando con fuego: “Los LID están en una situación difícil. Están situándose como alternativa a los conservadores y los laboristas, transmitiendo señales inequívocas de que no van a sumarse a ningún acuerdo de coalición ni con Boris Johnson ni con Jeremy Corbyn. Uno de los motivos parece ser la creencia de que, si se arriman demasiado a los laboristas, no podrán quedarse con el voto de los conservadores partidarios de la permanencia. [Pero], si no ganan las elecciones —y no las van a ganar—, ¿qué piensan hacer para detener el Brexit? Es indudable que la única vía es algún tipo de acuerdo con el Partido Laborista, que prometerá una nueva votación popular. Así que es posible que su postura cambie tras los comicios, en función de los números en el Parlamento”.

La postura laborista consiste en consensuar un acuerdo con la UE en el plazo de tres meses y entonces celebrar un referéndum en el que la opción alternativa sería la permanencia. Como los laboristas no son los únicos que han prometido ese referéndum, sino que también lo han hecho casi todos los demás partidos de la oposición, Denis MacShane cree que Jeremy Corbyn no necesita ganar las elecciones para que las pierda Boris Johnson: “Los laboristas pueden tener menos escaños que los conservadores pero, en alianza con otras formaciones, tener una mayoría que permita un nuevo referéndum, lo que significaría el fin del sueño de Johnson de convertir Reino Unido en un socio privilegiado y estrechamente vinculado a Estados Unidos y Donald Trump. No se trata de que formen un gobierno de coalición, sino una administradora provisional de técnicos cuya única tarea sea celebrar el referéndum para tomar la decisión definitiva que ponga fin a la saga del Brexit. Después podrá reanudarse la política normal”.

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Un hombre con una pancarta que dice "¡No más excusas, queremos el Brexit ahora!".JUSTIN TALLIS/AFP/Getty Images.

Phil Syris, por el contrario, no está seguro de que un referéndum resuelva el Brexit: “Será más difícil de lo que la gente piensa que se celebre un referéndum para votar entre un Brexit blando y la permanencia. ¿Cómo reaccionarán, por ejemplo, el Partido Conservador, el Partido del Brexit, los medios, etcétera? Si los laboristas acaban con un referéndum en el que se ofrezca una opción de marcharse que no está dispuesta a apoyar más que una pequeña minoría, no sé cómo será posible que así se resuelva el Brexit”. Y, dado que hay muchos parlamentarios laboristas que se oponen vehemente a un segundo referéndum, la ruptura de la disciplina de partido podría dejar al primer ministro Corbyn en una situación similar a la de Theresa May, que no logró los suficientes apoyos dentro de su partido para poder hacer progresos. Las posibilidades de una salida sin acuerdo, en estas circunstancias, no son muchas, pero no pueden descartarse.

Ocurra lo que ocurra el 12 de diciembre, una cosa parece segura: estas elecciones no van a poner fin a la cuestión del Brexit. Los conservadores posiblemente han sabido juzgar el estado de ánimo del país: tres años después del referéndum sobre la UE, muchos votantes están furiosos y quieren que el Brexit sea realidad de una vez. Las empresas quieren lo mismo. Pero el acuerdo de Johnson no es mucho más que un punto de partida para años de difíciles negociaciones sobre la futura relación entre Gran Bretaña y la Unión. Y representa el peligro de que, al terminar 2020, nos encontremos con otra situación de suspense y “sin acuerdo”. Como la que tuvimos hace unas semanas.

 

Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia