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El Presidente chino, Xi Jinping, con las banderas de España y China durante un encuentro con el Gobierno español en Islas Canarias, 2016. DESIREE MARTIN/AFP/Getty Images

¿Cuáles son las oportunidades de España en la China de Xi Jinping?

La visita de Estado a España durante los próximos días del Presidente chino, Xi Jinping, es la primera de este nivel desde que en 2005 visitara el país su predecesor en el cargo, Hu Jintao. Este acontecimiento se produce previo a la próxima celebración de la Cumbre del G20 en Argentina a finales de noviembre, un encuentro en el que se espera que los dirigentes de la primera y segunda potencia mundial, Trump y Xi, avancen en soluciones a la guerra comercial abierta entre ambos Estados. La visita coincide además con la celebración de los 45 años de relaciones diplomáticas entre España y China, un evento que Xi Jinping quiere conmemorar afianzando la colaboración con este país mediante la firma de un memorando de entendimiento que respalde la iniciativa de la nueva Ruta de la Seda a un mayor nivel.

Desde 2014, España es ya parte de la nueva Ruta de la Seda, al ser el destino de una de las vías férreas que forman el Nuevo Puente Terrestre Euroasiático y que conecta la ciudad china de Yiwu con Madrid en 21 días, atravesando ocho países, en la que está considerada la línea férrea más larga del mundo, mayor que la ruta de pasajeros transiberiana Moscú-Vladivostok. Como parte de la Ruta de la Seda Marítima, España también cuenta con puertos estratégicos a través de la participación mayoritaria que tiene la empresa estatal China Ocean Shipping Company (COSCO) en el tráfico de contenedores de Valencia y Bilbao, una cooperación que resulta escasa teniendo en cuenta la magnitud de la mayor iniciativa de desarrollo de infraestructuras global.

La tensa situación con Estados Unidos está provocando que durante el primer semestre de 2018 Europa sea la gran favorecida de la inversión extranjera directa de China, captando 19.360 millones de euros, con Suecia a la cabeza de la clasificación mundial. En segundo lugar se sitúa EE UU, con 1.760 millones de euros, registrando un descenso interanual del 92%, según datos de Baker McKenzie, como efecto de las fricciones existentes entre ambos países. Sin embargo, España se sitúa en esta clasificación en séptima posición, con 1.032 millones de euros, por detrás de Reino Unido, Alemania, Portugal y Francia, que consiguen captar mayor inversión de China con la que abordar el desarrollo de oportunidades de negocio en sus países. Una posición que muestra que, aunque la evolución de la inversión china ha sido muy positiva en los últimos años en España, en 2012 se registraban 10 millones de euros, según Rhodium Group, este país no consigue captar la cantidad de inversión china que el resto de economías europeas de similar nivel. De ahí que, teniendo en cuenta que la diplomacia china establece una mayor relevancia para el primer Estado en el itinerario de los viajes oficiales, la próxima escala en suelo europeo de Xi Jinping tendrá una doble vertiente. Por un lado, consolidar los lazos con los países europeos y, por otro, en relación a España como primero en su agenda, resaltar las buenas relaciones bilaterales entre ambos con el objetivo de buscar proyectos con los que potenciar la inversión de China en este país.

En este encuentro con Xi Jinping, España está lejos de encontrarse a aquella China de hace 13 años. En cuestiones políticas, el gigante asiático ha adquirido en las últimas décadas un mayor protagonismo en la esfera internacional con el objetivo de convertirse en una potencia global en 2049, fecha en la que se conmemorará el centenario de la creación de la República Popular de China. Es una fecha especialmente marcada en el calendario del presidente Xi, ya que representa el momento en el que se considera que pueda estar completado su legado a la sociedad china. A diferencia de Deng Xiaoping que abordó un proceso de reformas económicas y de apertura al exterior en 1978 adoptando un perfil bajo, el actual líder chino busca situar a su país a la altura de las grandes potencias occidentales, tomando decisiones que afectan a la geopolítica y a la geoestrategia mundial. Muestra de ello es la iniciativa de la nueva Ruta de la Seda, símbolo de su política exterior, con la que se pretende conectar China con Europa a través de corredores terrestres y una vía marítima, y con la que el gigante asiático está aumentando su hegemonía tanto en Asia-Pacífico, como en aquellos Estados por los que se extiende la iniciativa.

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Un grupo de turistas chinos cerca de unos grandes almacenes con un anuncio de la actriz española Penélope Cruz, Madrid. GERARD JULIEN/AFP/Getty Images

En lo económico, el PIB de China es casi 10 veces superior al de España, superando a Japón como segunda potencia global en 2010, mientras que desde 2014 ya se considera como la economía líder mundial medido en paridad de poder adquisitivo. En la era de Xi Jinping, el Presidente aborda consolidar la transición de China hacia una economía avanzada buscando alcanzar el estatus de economía de ingresos de nivel medio-alto, en lo que ha venido a denominarse “la cuarta revolución”. Para ello, el objetivo es continuar con aquella tercera revolución que lideró Deng Xiaoping y que supuso la mayor transformación económica y social de la historia protagonizada por un país con una población tan numerosa y en tan poco tiempo. Los ritmos de crecimiento económico de doble dígito durante las últimas décadas han favorecido incrementos de la renta per cápita en 40 años de una media del 10% cada año, lo que ha generado una clase media creciente que hoy representa el 10% de la población. En este punto, las diferencias con España son claras, pues la renta per cápita española triplica la de China. Sin embargo, con una clase media que alcanzará los 480 millones de personas en 2030, un 35% de la población, el gigante asiático podría llegar a reducir sensiblemente esta diferencia que mantiene actualmente con las economías occidentales.

Ajustarse a esta realidad actual de China es una cuestión primordial, y las magnitudes en el caso del gigante asiático marcan la diferencia con el resto de mundo. Xi Jinping representa hoy a un país moderno, con una sociedad cosmopolita, que tiene a la mitad de su población conectada a Internet, unos 772 millones de internautas, que en magnitud supone toda la población de la Unión Europea e Indonesia juntas y que, gracias a crear ecosistemas de plataformas tecnológicas propios, ha conseguido posicionarse como líder mundial en los mercados del e-commerce y las FinTech.

Con este panorama, son muchas las oportunidades que se plantean para establecer acuerdos comerciales que potencien el valor que cada parte aporta a la cooperación. El mercado de las compras electrónicas, que ha pasado de representar en China el 1% del mercado global hace una década a situarse en el 42% en 2016, es uno de las grandes oportunidades para que las startups españolas aprendan del espíritu de innovación que está generando una auténtica revolución digital en China. El Gran Salto Adelante en tecnología es otro de los sectores en auge en un país que apuesta por la innovación y la modernización a través de la iniciativa “Made in China 2025”. Con fuerte apoyo gubernamental, el gigante asiático pretende mantener los ritmos de crecimiento económico actuales a través de desarrollar su industria, pero también mediante la incorporación de la tecnología de las economías más avanzadas.

El consumo interior, como uno de los actuales motores de crecimiento del país, es otra fuente de oportunidades de negocio a explorar. España se posiciona como segunda potencia turística mundial, con una amplia variedad cultural y gastronómica que ofrecer a un turista chino más independiente, que busca experiencias, utiliza principalmente el móvil como medio de pago, y que está siempre conectado a las aplicaciones que forman parte del ecosistema digital que utiliza en China. Una oferta turística que España necesita adaptar para atraer al visitante que mayor gasto mundial realiza por viaje. Pero también existen otros ámbitos que explorar como, por ejemplo, el sector farmacéutico y de la salud, que está experimentando en China un importante crecimiento impulsado por la iniciativa Healthy China 2030.

La nueva Ruta de la Seda, como iniciativa de desarrollo de infraestructuras, es el gran paraguas bajo el que tiene cabida la participación de las empresas españolas en los proyectos bajo esta denominación. La iniciativa está actualmente rediseñando los flujos comerciales entre China y Europa, desarrollando nuevos mercados para los productos chinos. Los puertos españoles son parte de los enclaves estratégicos de la ruta marítima que pueden convertirse en el punto de partida de los productos españoles con destino a las plataformas electrónicas de cibercomercio en China. Esta iniciativa también contempla una componente cultural, donde el estudio del idioma chino en España, y la directriz del gobierno de Pekín de incluir el español como segunda lengua obligatoria abre múltiples oportunidades de cooperación.

En definitiva, puntos de encuentro que empresarios e instituciones pueden fomentar para generar nuevas oportunidades donde las empresas españolas encuentren su espacio en el mercado chino. Sin descartar la opción de joint-ventures con socios chinos en terceros mercados, donde la amplia experiencia de internacionalización de nuestro tejido empresarial por América Latina y Europa es un valor al alza, y muy reconocido en China. De esta forma, aprovechando todas estas oportunidades de negocio a la vista, se dejaría de ver a China como la potencia aspirante de la trampa de Tucídides, y se crearían entornos de cooperación donde todas las partes salieran beneficiadas.