
El acoso es el pan de cada día para los medios críticos con el Gobierno turco y, en especial, con su presidente, Recep Tayyip Erdogan.
“Me recosté en el asiento y tomé un hondo respiro. ‘Soy un espía’, dije con profunda afectación. Y me regocijé entonces en degustar la mezcla de sorpresa y admiración causada en mis interlocutores. Pero si me hubieran preguntado para qué país estaba ejerciendo de espía no hubiera sabido contestar”.
Esta escena de interrogatorio tuvo lugar al poco de que ingresara en prisión Can Dündar, redactor jefe del diario turco Cumhuriyet, creado en 1924 por Mustafa Kemal Atatürk, el fundador de la república de Turquía. Dündar, que no ha perdido su sentido del humor a juzgar por su relato de lo acontecido, lleva desde el 26 de noviembre, junto al máximo responsable del mismo rotativo en Ankara, Erdem Gül, tras las rejas de una cárcel en un suburbio de Estambul acusado de almacenar y revelar documentos secretos en aras del “espionaje y de apoyar a una banda terrorista armada”.
Según el acta de acusación se trata de la organización armada “FETÖ”, a saber, la cofradía suní-ortodoxa liderada por un ex socio del presidente turco, Recep T. Erdogan, exiliado en Estados Unidos desde 1999: Fetulá Gülen. Todo ello porque ambos periodistas hicieron público con imágenes y datos que camiones cargados de armas y municiones se dirigían a principios de 2014 hacia Siria protegidos por el servicio de inteligencia turco (MIT). Al ser inspeccionados los vehículos por la gendarmería se halló un abundante arsenal –compuesto por 50.000 municiones para rifles de asalto y 30.000 ametralladoras, 1.000 morteros y 1.000 granadas– oculto bajo medicinas.

Previsiblemente, la razón de la filtración al periódico Cumhuriyet era interesada, pero eso no quita que lo publicado sea de interés para los lectores. Como trasfondo: una batalla entre el principal servicio secreto del país (MIT), el Ejército (en este caso: la gendarmería) y la cofradía Gülen. Sí, esto es Turquía.
La exclusiva salió impresa el 29 de mayo de 2015 (día en el que se celebra habitualmente la conquista de Constantinopla en 1453) del año pasado y provocó de inmediato una censura estatal de las informaciones vertidas (que varios medios tuvieron la sana disposición de saltarse a la torera). Poco después, en una entrevista televisiva a Erdogan, el jefe de Estado advierte que los responsables de la noticia “pagarán caro” su exclusiva.
A pesar de que Dündar defiende la publicación refiriéndose al Watergate de Bob Woodward & Carl Bernstein, los papeles del Pentágono de Daniel Ellsberg y el Wikileaks de Julian Assange, el poder hace oídos sordos. El 1 de junio, Erdogan a través de un fiscal pide dos cadenas perpetúas y 42 años de prisión para Dündar.
Y así hasta hoy, con ya más de siete semanas en prisión para ambos periodistas que, sobre todo en el ...
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