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Un serbokosovar con una bandera serbia en Gracanica, Kosovo. (Armed Nimani/AFP/Getty Images)

En Kosovo dos comunidades, la serbokosovar y la albanokosovar, viven de manera paralela, pero sin integrarse. ¿Cuál es el futuro para la población serbia del país?

En Kosovo, país que aceptó una segregación extrema en su territorio para evitar conatos de violencia entre las comunidades serbia y albanesa, los serbokosovares parecen confundidos: no saben si seguir sus corazones o aceptar esa realidad que dice que Kosovo no volverá a ser una región de Serbia. Tampoco están seguros de si el partido Lista Srpska, controlado por Belgrado y que aglutina la mayoría del voto serbokosovar, lucha por mejorar la situación de su comunidad o simplemente hace uso de ella con el fin de entorpecer el desarrollo de Kosovo. En el décimo aniversario de la independencia, los serbokosovares tienen una sola certeza: quieren conocer el significado de la normalidad. Pero el pasado lo impide; condiciona una estabilidad que parece prohibida no sólo para los serbios, sino para todas las comunidades de esta tierra en la que los periodos de la historia se definen por batallas. Esta situación tiene uno de sus porqués en la injerencia de Serbia, cuya influencia ha estandarizado las vidas paralelas entre serbios y albaneses y, además, ha desencadenado una integración asimétrica entre los serbokosovares.

Para entender el génesis de esta asimetría hay que volver al periodo posterior a la guerra que concluyó en 1999. Entonces comenzó un éxodo de serbios que redujo su comunidad en Kosovo en más de un 60%. La mayoría se fueron a Serbia. Había mucho rencor, temores fundados que hablaban de ajustes de cuentas pendientes por las décadas de represión yugoslava. Así, de las varias decenas de miles de serbios que aguantaron en Kosovo, varios miles huyeron al norte, región que quedó bajo el control de Belgrado, mientras que otros resistieron en municipalidades unicolor que estaban rodeadas de albaneses. En cada una de las 10 municipalidades de mayoría serbia, cuatro en el norte de Kosovo y seis en el resto del país, Belgrado impulsó las estructuras paralelas en educación, justicia, seguridad y sanidad. Así nació un Estado dentro de un Estado, un conflicto en el que Kosovo perdió nada más nacer el control que nunca tuvo sobre los serbios.

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Estas estructuras paralelas han permitido a Serbia controlar el norte de Kosovo, una región que según los albanokosovares está dominada por la mafia, pero no han tenido el mismo éxito en las regiones serbias rodeadas de albaneses. “Los serbios del norte de Kosovo son nuestra mayor disputa. Han sido orquestados desde Belgrado para tener un rol negativo. En cambio, las estructuras paralelas del sur se han debilitado y tienden a incluirse en las instituciones kosovares”, explica Adem Beha, politólogo de la Universidad de Pristina, quien subraya la posición geográfica como factor clave: “En el norte de Kosovo están cerca de las fronteras serbias y se sienten más seguros”.

Las estructuras paralelas no son más que los servicios básicos entregados por Belgrado ...