En los próximos 30 años, el tradicional carácter sagrado de la vida humana se derrumbará bajo las presiones de los hallazgos científicos, tecnológicos y demográficos. En 2035, puede que sólo un puñado de fundamentalistas religiosos obstinados e ignorantes sigan defendiendo que toda vida humana es sacrosanta desde la concepción hasta la muerte. Visto desde ese futuro, puede que 2005 se considere el año en el que esa postura se hizo indefendible. Los conservadores de EE UU llevan años defendiendo la prohibición de otorgar fondos federales a la creación de nuevos embriones destinados a la investigación, lo que impide que sus científicos estén en la vanguardia en un área que podría revolucionar el tratamiento de muchas enfermedades comunes. Ahora bien, este año, esa opinión se ha vuelto aún más incómoda. Los investigadores surcoreanos han demostrado que las células madre humanas pueden clonarse sustituyendo el núcleo de un óvulo fecundado por el núcleo de una célula corriente. Este avance supone un verdadero desafío para la posición conservadora. La investigación con embriones está avanzando también en Europa, incluso en el Reino Unido, y –más sorprendentemente– en España, antiguo bastión de la Iglesia católica. Madrid permite ahora la experimentación con embriones sobrantes creados para la fertilización in vitro. Que España pueda ser más liberal que la superpotencia en estos temas demuestra cuánto se han alejado Europa y Estados Unidos en las últimas décadas.
La posibilidad de clonar a partir del núcleo de una célula corriente resta valor a la idea de que los embriones tienen un valor incalculable porque tienen el potencial de convertirse en seres humanos. Las viejas razones para preservarlos se desvanecen. También es importante 2005 por ser el año en el que adquirió más fuerza el debate sobre el cuidado de los pacientes en estado vegetativo persistente. La larga batalla legal sobre la retirada de la alimentación asistida a Terri Schiavo empujó a intervenir al presidente y al Congreso estadounidenses, deseosos de mantenerla con vida. La opinión pública sorprendió a muchos expertos porque no aprobaron su actuación, y el caso multiplicó el número de personas que declararon su deseo de que les dejen morir si están en esas condiciones. A medida que las técnicas para obtener imágenes de tejidos blandos se vayan perfeccionando, podremos determinar con considerable precisión que algunos seres humanos han sufrido daños cerebrales tan graves que nunca van a recobrar la consciencia. En esos casos, sin ninguna esperanza de recuperación, lo normal ... |
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