Mujeres ecuatorianas votan, separadas de los hombres, para las elecciones generales de su país en el Pabellón de Cristal de la Casa de Campo de Madrid, el 5 de febrero de 2023, en Madrid, España. (Ricardo Rubio/Europa Press/Getty Images)

El país sudamericano constituye un modelo de inclusión y participación de los ciudadanos de la diáspora en las leyes y las agendas de sus países de origen. Un avance en el fortalecimiento de la democracia.

Circula la idea equivocada de que los emigrantes que se marchan de Latinoamérica al Hemisferio Norte son ciudadanos que se desvinculan de la política de su país. Pero la realidad es que, con mucha frecuencia, esos emigrantes siguen participando en la política de su lugar de origen y hacen todo lo posible por intervenir en su sistema democrático, bien mediante el voto o formando parte de órganos representativos. Un ejemplo de esto son los emigrantes ecuatorianos en todo el mundo. 

Los ecuatorianos residentes en el extranjero participan en los distintos procesos electorales nacionales y están representados por seis escaños en la Asamblea Nacional, lo que convierte a Ecuador en uno de los pocos países del mundo con presencia de emigrantes en su órgano legislativo. Gracias a estos mecanismos de inclusión política, estos han desempeñado un papel decisivo en la política ecuatoriana que otros países deberían tratar de imitar.

Cómo se fomenta la participación de los emigrantes en Ecuador

Entre 2006 y 2023, los ecuatorianos residentes en el exterior han podido participar en seis procesos electorales. El mandato del presidente Rafael Correa (2007-2017) fue un período de grandes cambios políticos internos en el país, entre otras cosas en la política relacionada con los emigrantes y su participación. En 2008, el gobierno instauró una nueva Constitución que les permite votar en las elecciones presidenciales, en referendos, así como para elegir a sus representantes en el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (una institución autónoma anticorrupción) y en la Asamblea Nacional. La representación de los emigrantes consiste en seis escaños repartidos por igual entre tres distritos electorales en el extranjero: Estados Unidos y Canadá; América Latina, el Caribe y África; y Europa, Oceanía y Asia. El gobierno de Correa también aumentó el número de consulados, embajadas y centros ecuatorianos en las ciudades con gran concentración de nacionales de este país latinoamericano. Al mismo tiempo, Correa creó programas para facilitar el regreso de los emigrantes a Ecuador y diseñó una Secretaría Nacional del Migrante dedicada a protegerlos en el extranjero.A cambio, los emigrantes respaldaron al movimiento correísta. Desde 2009 hasta 2017, año en el que terminó la presidencia de Correa, sus candidatos obtuvieron una y otra vez la mayoría de sus votos en las presidenciales y en la elección de los escaños para representarlos en la Asamblea Nacional. Es más, después de acabar su mandato, los dos candidatos elegidos a dedo por Correa —Lenin Moreno y Andrés Aráuz— consiguieron la mayoría de los sufragios en los distritos del extranjero. En las últimas elecciones en 2023, el partido correísta, rebautizado como Revolución Ciudadana, volvió a obtener cuatro escaños de los emigrantes en la segunda vuelta.

El entonces presidente de Ecuador, Rafael Correa, saluda durante un encuentro cultural con residentes ecuatorianos locales en Madrid, España, en 2017. (Patricio Realpe/LatinContent/ Getty Images)

Ahora, años después de la presidencia de Correa, los emigrantes siguen teniendo más posibilidades de participar. Aunque algunos sostienen que Correa utilizó la inclusión política de los emigrantes como herramienta clientelar para conseguir más votantes, las últimas elecciones han mostrado el comienzo de una ruptura entre estos y los correístas. En la segunda vuelta de las elecciones, la candidata presidencial de Revolución Ciudadana, Luisa González, perdió el voto de los emigrantes en dos de los tres distritos extranjeros, un brusco giro respecto a la hegemonía correísta anterior. Este gran cambio de lealtades pone en duda que aumentar la ayuda a los ecuatorianos en la diáspora sirva como táctica puramente electoral.

La participación actual de los emigrantes

Uno de los indicadores fundamentales de hasta qué punto se involucran los emigrantes en la democracia es el índice de participación en las elecciones. Desde 2006, cuando solo se inscribieron para votar 143.352 personas, la participación ha aumentado de forma apabullante, hasta llegar a los 409.250 emigrantes que votaron en las elecciones de 2023. Teniendo en cuenta que su voto es facultativo —a diferencia de los ciudadanos residentes, para quienes es obligatorio—, el gran aumento de la participación demuestra que los ecuatorianos en el exterior tienen cada vez más deseos de participar en la democracia de su país. Además, según las entrevistas hechas a estos antes de la segunda vuelta de los comicios de 2023, la muerte del candidato presidencial Fernando Villavicencio también los animó a votar.

No obstante, a pesar de este aumento del voto emigrante, existe mucha abstención entre este grupo de electores (277.936 en 2023). Aunque uno de los factores pueden ser los ciberataques sufridos en la primera vuelta de este año, también es evidente que es cada vez más necesario mejorar las facilidades para votar en los centros ecuatorianos de todo el mundo y así poder satisfacer la demanda creciente de participación. Las elecciones de 2023 fueron las primeras en las que los emigrantes ecuatorianos pudieron emitir el voto electrónico en la primera vuelta. Entre las herramientas que podrían mejorar la participación están la formación sobre el voto digital, la ampliación de la red consular fuera de las zonas urbanas densamente pobladas y, en especial, facilitar que los emigrantes indocumentados confíen en las instituciones políticas.

Dar representación política a los emigrantes fortalece la democracia en Ecuador, porque proporciona otra plataforma para la participación democrática y hace que estos cultiven el vínculo y la responsabilidad cívica desde lejos. De esa forma, el país puede sacar provecho de su numerosa población en el extranjero, puesto que, según la ONU, el 8% de los ecuatorianos vive fuera del país. Quizá es ese sentido del deber cívico lo que ha convertido a Ecuador en el país de Latinoamérica que más remesas recibe (en porcentaje del PIB), casi 5.000 millones de dólares enviados al país desde el extranjero en 2022. Ese dinero ha servido para mantener en un nivel elevado el gasto de los hogares incluso en la difícil situación económica reciente, que ha obligado a dedicar una proporción cada vez mayor de los ingresos de las remesas a cubrir necesidades básicas como la vivienda y la comida.

Un plan de futuro para los emigrantes de todo el mundo 

También otros Estados deberían reconocer la aportación económica que hacen los emigrantes mediante las remesas y el hecho de que, por tanto, son partes interesadas en el desarrollo nacional. A largo plazo, para los países de la región la relación con los emigrantes puede ser beneficiosa, porque es una comunidad que forja ideas de ciudadanía e identidad nacional por encima de las fronteras geográficas.

A medida que los líderes políticos de Latinoamérica han reconocido la importancia de incluir a sus nacionales en el exterior en el proyecto democrático de su país, se han ido implantando herramientas similares. Por ejemplo, en 1991, Colombia otorgó a los ciudadanos residentes en el extranjero la posibilidad de elegir a sus propios representantes en la Cámara Baja. En Uruguay, en 2008, la Ley n.º 18250 creó los “Consejos consultivos” para que los uruguayos de todo el mundo participen en la política nacional. En 2021, los emigrantes peruanos pudieron elegir por primera vez a dos representantes para el Congreso Nacional. En 2018, en todo el mundo 15 países habían creado ya escaños específicos para representar a los emigrantes en la cámara legislativa.

La incorporación de los emigrantes a los órganos legislativos de su país de origen representa un avance significativo en la forma que tienen los gobiernos de definir las fronteras y relacionarse con los ciudadanos residentes en el extranjero. Ecuador ha sentado ejemplo con la incorporación de mecanismos de participación política para los emigrantes, que les permiten influir en las leyes y las agendas de sus países de origen. Esta inclusión representativa es un gran paso en el proceso de participación ciudadana y construcción de la democracia. El ejemplo ecuatoriano muestra unos pasos concretos al alcance de los países de la región para mejorar la inclusión y la participación de los ciudadanos no residentes.

La versión original en inglés se publicó con anterioridad en The Global Americans. 

Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia.