Un cartel de Qasem Soleimani durante una manifestación contra Donald Trump en Teherán, Irán. (ATTA KENARE/AFP/Getty Images)

El general Qasem Soleimani es el responsable de la fuerza Quds, el contingente de la Guardia Revolucionaria iraní encargado de las operaciones encubiertas en el exterior. Ostenta esta posición desde hace 20 años, circunstancia que lo convierte en una pieza clave en Oriente Medio, y su figura báscula entre el gran malvado o el genio estratégico, ¿pero qué se sabe realmente de él? 

Salvar al régimen de Al Assad de una derrota casi segura, preparar el contraataque contra Daesh en Irak, armar a Hezbolá y los rebeles hutis… Estas actuaciones han sido dirigidas por el general Qasem Soleimani, y han sido claves para defender los intereses de Irán como potencia regional de Oriente Medio.

Para algunos, es un hábil estratega que ha sabido enfrentarse a rivales militarmente más poderosos como los ejércitos de Israel y Estados Unidos. Para otros, es un personaje siniestro que recurre a tácticas terroristas, como el asesinato de líderes enemigos o atentados con bombas para lograr sus fines. Lleva casi dos décadas siendo uno de los principales mandos de la Guardia Revolucionaria, aunque para el gran público ha empezado a ser conocido en los últimos años. Su posición le otorga de una importante influencia en los asuntos del régimen de los ayatolás, debido a que “su figura se asocia a la expansión del poder de Teherán en Oriente Medio”, tal y como explica Irene Martínez, analista de CIDOB para el Mediterráneo y Oriente Medio. La experta también señala que es un hombre muy cercano al líder supremo de Irán, Alí Jamenei.

Mientras que Haizam Amirah Fernández, investigador principal del Mundo Árabe y Oriente Medio del Real Instituto Elcano, cree que “estamos hablando de alguien muy influyente cuya visión estratégica está marcando y condicionando conflictos regionales que se han agudizado en los últimos años”; en referencia a su papel en Siria, Irak o Yemen.

Este ascendente le viene por estar al frente de la fuerza Al Quds (nombre persa para Jerusalén). Se trata de una división de operaciones especiales del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica. Su principal misión son las acciones encubiertas en el extranjero, muchas veces a través de grupos afines como Hezbolá u otros grupos armados (normalmente de orientación chií).

Conviene recordar que la Guardia Revolucionaria fue creada por los ayatolás nada más conseguir el poder en 1979, ya que desconfiaban de un ejército que aún tenía mandos leales al sha. Repasar el historial de Soleimani al frente de Al Quds es hacer un recorrido por los puntos calientes de la política exterior iraní en los últimos veinte años: Afganistán, Líbano, Siria o Irak.

Durante buena parte de este tiempo se ha mantenido en un segundo plano; pero la prensa internacional comenzó a fijarse en su figura tras acudir, primero, en ayuda del régimen sirio durante la guerra civil, y luego, por dirigir el contraataque de las milicias chiíes contra Daesh en Irak. En los medios de comunicación (principalmente anglosajones), se han referido a él con calificativos como shadow commander (comandante en la sombra), tal y como hizo The New Yorker que publicó uno de los artículos sobre Soleimani que han tenido más repercusión.

Soleimani no tiene buena consideración en Occidente. En 2007, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos consideró a la Guardia Revolucionaria como una organización terrorista por su estrecho apoyo a Hezbolá y Hamás. Sus líderes, como Soleimani, fueron objeto de sanciones. Pese a un leve deshielo tras el acuerdo nuclear con Irán, el presidente Donald Trump ha vuelto a poner en el punto de mira a este cuerpo y sus mandos. En octubre pasado, el presidente de EE UU les amenazó con nuevas sanciones.

Nacido el 11 de marzo de 1957, los primeros años de Soleimani no son tan conocidos, pero hay trabajos que arrojan luz, como el que publicó para el American Enterprise Institute el analista en asuntos iraníes Alí Alfoneh. El historial político del futuro líder de Al Quds comenzó tres años antes de la revolución contra el sha de 1979, cuando entró en contacto con círculos islamistas.

Tras la caída de la monarquía persa y el triunfo de la revolución, se unió a la entonces incipiente Guardia Revolucionaria en mayo de 1979. A partir de ahí, forjó una carrera en la represión de la rebelión kurda, en la guerra contra Irak (1980-1988) y luchando contra los narcotraficantes en la frontera afgana en los 90.

En estos destinos, se mostró partidario de la máxima de que la mejor defensa es un buen ataque, pero estaba en contra de las acciones que supusieran una pérdida inútil de vidas (algo habitual en la guerra contra Irak por parte de las fuerzas iraníes). También se labró una imagen de hombre estricto en la aplicación de la ley y de ser leal a sus seguidores.

Finalmente, entre finales de 1997 e inicios de 1998 (la fecha exacta varía según la fuente consultada), Soleimani asumió el mando de la fuerza Al Quds. Pronto demostró que el uso de grupos armados afines iba a ser uno de los pilares de su estrategia de defensa de los intereses iraníes en Oriente Medio.

Uno de los primeros escenarios donde se vio esta estrategia implementada por Soleimani fue en Líbano. Al Quds intensificó la colaboración con Hezbolá, formando a este grupo en el uso de explosivos EFP (por sus siglas en inglés explosively formed penetrator, proyectiles formados por explosión) contra las tropas israelíes. Son bombas con alto poder de penetración contra blindajes que aumentaron el goteo de bajas entre los soldados hebreos. El aumento de esta mortalidad sería una de las causas que llevaron a Israel a retirarse del sur del país en 2000, tal y como esgrimió el entonces primer ministro hebreo, Ehud Barak.

En Irak, Soleimani volvería a emplear tácticas similares. Al Quds entrenó y armó a las milicias chiíes que se enfrentaron a las tropas de la coalición y a los grupos suníes. También utilizaron los mismos explosivos EFP contra el Ejército estadounidense. Según explica el historiador del Departamento de Defensa de EE UU, David Crist, en su libro The Twilight War, el volumen de bajas que causaban los EFP a las fuerzas norteamericanas en 2006 era seis veces mayor que el de otro tipo de bombas.

Pero su papel no se limita al de entrenar grupos terroristas o guerrilleros. También ha demostrado sus habilidades como diplomático, por ejemplo para dirigir la ofensiva contra Daesh en Irak. Tal y como recuerda Irene Martínez de CIDOB, “Soleimani no solo organizó la liberación de varias ciudades, también sentó en la misma mesa a la Unión Patriótica del Kurdistán, a las milicias chiíes y al Gobierno de Bagdad”.

En Siria, se ha encargado de organizar a las milicias chiíes y a los contingentes de Hezbolá que salvaron el régimen de Al Assad de lo que parecía una derrota inminente en 2013. Todas estas actuaciones decisivas le han dado un aurea de figura influyente en los lugares claves de Oriente Medio.

Bajo la dirección de Soleimani no todo han sido victorias o contar con un control absoluto de facciones afines. Por ejemplo, las fuerzas de Teherán han sufrido muchas bajas en Siria. Según medios como Reuters, alrededor de 1.000 militares iraníes han caído allí, incluidos oficiales de la Guardia Revolucionaria de alto rango.

Otro punto complicado para Soleimani es Yemen. En opinión de Haizam Amirah Fernández, “Teherán ha conseguido causar un daño importante a un competidor regional como Arabia Saudí”, en referencia a las armas suministradas a los hutíes que les han permitido resistir a la coalición liderada por Riad. Sin embargo, “Irán no dicta cómo se tienen que organizar las milicias hutíes”, tal y como apunta Irene Martínez.

Un icono del régimen

Aunque su actuación en Irak y Siria ha sido llamativa, el ascenso de Soleimani como hábil estratega también ha sido, hasta hace poco, una jugada de la propaganda de Teherán para alimentar el sentimiento nacionalista entre la población. Hasta la ola de protestas de finales de 2017, y tal y como recuerda la analista del CIDOB, los ayatolás habían recelado del patriotismo porque se alejaba de las esencias islámicas. Pero la propaganda ha estado utilizando a figuras que eran populares como Qasem Soleimani para reconducir el nacionalismo iraní hacia los valores de la revolución ya que era una figura muy valorada por la población.

Conviene recordar que uno de los principales argumentos de las protestas es el lastre que las intervenciones en el extranjero suponen para la economía iraní; por lo que la opinión favorable de la población iraní hacia Soleimani puede verse profundamente afectada, teniendo en cuenta su papel de líder de Al Quds.

Con este panorama y de cara al futuro, la evolución del malestar de los ciudadanos del país y la política hacia Teherán que tome el eje Arabia Saudí-Israel pueden condicionar si Soleimani seguirá siendo tan decisivo en Oriente Medio.