franciaMacron
El presidente francés, Emmanuel Macron, en una rueda de prensa por la visita del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, en el Elíseo, París, Francia. (Philippe Wojazer/AFP/Getty Images)

He aquí las claves para entender por qué Francia puede tener un papel decisivo en la creación de una política en la región de MENA más audaz y estratégica para Europa.

La reciente intervención de Francia en los ataques militares en Siria -como consecuencia del uso de armas químicas por parte del presidente sirio, Bashar al Assad- es solo el último ejemplo de la ambición francesa de jugar un papel clave en la región de Oriente Medio y Norte de África (MENA), tanto con Emmanuel Macron, ahora a la cabeza, como bajo sus predecesores. La región de MENA ha dado forma y apoyo a la ambición internacional de Francia durante varios siglos. Como consecuencia, esta tiene fuertes lazos políticos, estrechas relaciones económicas, importantes vínculos demográficos y una presencia militar duradera en toda la zona.

Los ataques y la situación general de Siria también ejemplifican cómo Oriente Medio vuelve a presentar un desafío a los intereses de Francia, en particular, a raíz de las revueltas árabes, la llamada Primavera Árabe. A principios de 2011, la caída del régimen tunecino de Ben Alí y el tardío ajuste de la política francesa sacaron a la luz antiguas tensiones, antes ignoradas, entre el realismo duro de Francia para tratar con los Estados tal y como son, y la necesidad de reconocer que las aspiraciones democráticas y económicas importan, incluso para la seguridad regional.

Sin embargo, finalmente, el realismo prevaleció. Mientras tanto, la caída de la mayoría de las revueltas árabes en el caos, el autoritarismo o ambos han propiciado la grave situación actual que vive la región, acentuada por el vacío dejado por Estados Unidos. Todo ello ha generado una sensación de crisis entre los funcionarios franceses. En Irak, Libia, Líbano, Túnez y otros lugares, Francia estaba preocupada por un "intento sistemático de destruir Estados", como dijo en 2016 el ministro de Defensa, Jean-Yves Le Drian.

Rápidamente, Francia priorizó evitar una mayor desestabilización e insistió en asegurar a los gobiernos socios de la región que Francia tendría en cuenta dentro de su política exterior sus preocupaciones: inestabilidad doméstica, cambios en el equilibrio de poder, incertidumbres internacionales.... La preferencia francesa por la estabilidad ofreció los beneficios adicionales de mantener relaciones intergubernamentales familiares y de apoyar una cooperación muy necesaria en materia de seguridad, especialmente contra el terrorismo.

Por ejemplo, la dura posición de Francia durante la negociación del acuerdo nuclear con Irán se debió a su compromiso con la proliferación desde la década de 1980, pero también surgió de la necesidad de que el acuerdo fuera lo suficientemente sólido como para abordar las preocupaciones israelíes y saudíes. También en Siria, la política de Francia deriva de este enfoque, y considera que la ausencia de una respuesta internacional a la horrible violencia del Gobierno sirio contribuye al surgimiento de grupos extremistas y opera como un fuerte incentivo para que ...