
A pesar de que la crisis del coronavirus ha abierto importantes fisuras que podrían afectar a la presidencia de Bolsonaro, las consecuencias de su gestión de la pandemia todavía parecen estar lejos.
La política negacionista de la pandemia del COVID-19 que tiene Bolsonaro y su rechazo a las medidas de aislamiento le están dejando aislado políticamente. Para el presidente, el confinamiento es incompatible con la economía y por tanto la actividad del país debería continuar ante lo que ya ha denominado como “pequeña gripe”. Tal situación combinada hace que voces muy conocidas y respetadas del liberalismo económico como Arminio Fraga (expresidente del Banco Central brasileño durante la gestión de Fernando Henrique Cardoso), Claudio Ferraz (profesor de la Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro, el más destacado centro brasileño de formación de economistas liberales) y Cándido Botelho Bracher (presidente de la mayor institución financiera de América Latina, el Itaú Unibanco) sean unánimes en criticar la conducción económica de la crisis en tiempos de coronavirus. Igualmente, André Lara Resende (economista y uno de los padres del Plano Real) dijo que el otrora festejado ministro de Economía, Paulo Guedes, se basaba en “un liberalismo primitivo”. Todos ellos criticaron que, si no se aplica un estricto aislamiento social, el sistema de salud pública brasileño (el SUS, Sistema Único de Salud, el mayor sistema público universal de salud del mundo) se derrumbará y la recuperación económica será mucho más lenta y dolorosa. Incluso, este comportamiento que parece pelear con la realidad, llevó a la prestigiosa publicación británica The Economist a llamar al presidente de la octava economía del mundo de “BolsoNero”. El pronóstico de la prestigiosa Fundación Getúlio Vargas/FGV ya es una contracción de 4,5% en 2020 (con riesgo de seguir sintiendo efectos negativos “significativos” hasta 2023).
A pesar de esta previsión, las pocas medidas anunciadas hasta ahora por el Gobierno brasileño caminan en la dirección de minimizar las pérdidas para las empresas y reducir los impactos de la crisis en estas, por ejemplo, flexibilizando las regulaciones laborales durante el estado de calamidad pública, pero con pocas acciones visando el bienestar general de la población. La única legislación que hasta ahora se ha votado en el Congreso buscando proteger del impacto económico del confinamiento a una población con más del 40% de trabajadores informales, surgió de una propuesta de los partidos de la oposición, la renta mínima de emergencia: poco más de 100 euros mensuales que el gobierno dará durante el periodo de pandemia a cada familia de bajos ingresos.
Gobernadores versus Bolsonaro
Un capítulo aparte que impacta directamente en las condiciones de gobernabilidad y el futuro del mandatario brasileño y del país pasa por su complicada relación con los gobernadores de los estados de la Federación, gobernadores estos que, ante la inacción de Brasilia, tomaron la delantera decretando sus propias medidas de aislamiento. Durante una tensa ...
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