Maniquí de soldado taiwanés frente a la ciudad china de Xiamen en Kinmen, Taiwán. (Chris McGrath/Getty Images)

La guerra en Europa del Este se hace notar con fuerza en este continente, que cada vez es más influyente en la geopolítica global. 

El eco de los combates en Ucrania también retumba en Asia. Desde que comenzara la invasión de este país en febrero de 2022, los países asiáticos han visto como la dinámica bélica ha afectado de un modo u otro a sus intereses geopolíticos. En buena parte, muchos de estos Estados han visto una reconfiguración de cuestiones pendientes que tenían con Rusia, mientras que otros intentan extraer lecciones de cómo el conflicto puede afectar a su papel en el mundo. 

India, la ambigüedad estratégica como baza. Nueva Delhi ha realizado toda una serie de equilibrios desde el comienzo de la invasión de Ucrania. Por un lado, ha mantenido un discurso de defensa de la integridad territorial para criticar el ataque contra la soberanía de Kiev pero, por otra parte, el gobierno del primer ministro Narendra Modi no ha votado a favor de ninguna resolución de la Asamblea General de Naciones Unidas que condenaba la agresión rusa. 

Estos equilibrios responden también a los propios intereses de India. Tal y como ha señalado Ashley J. Tellis, investigador de Carnegie Endowment y experto en este país, la neutralidad de Nueva Delhi “se debe fundamentalmente a sus preocupaciones respecto a China y Pakistán”. 

En este sentido, el analista recuerda que, para el gobierno de Modi, “estos dos Estados son amenazas inmediatas y duraderas, y cree que preservar su amistad con Moscú contribuirá a evitar la profundización de los lazos rusos con China y a limitar las tentaciones rusas de establecer nuevos vínculos estratégicos con Islamabad”. 

Por su parte, Rafael Bueno, director de Política, Sociedad y Programas Educativos de Casa Asia, ha señalado a esglobal que el acercamiento entre Nueva Delhi y Moscú no es nada nuevo, ya que "es importante recordar el vínculo histórico entre India y Rusia, así como antes la URSS". Bueno también introduce otro elemento a tener en cuenta en la relación bilateral al asegurar que, desde el punto de vista indio, "es una buena ocasión para conseguir petróleo mucho más barato".

Las cifras apoyan esta afirmación del responsable de Casa Asia. Las importaciones indias de crudo ruso en 2022 pasaron de suponer sólo un 2% de las compras de petróleo, a dispararse hasta el 20% el año pasado, según datos de Bank of Baroda (entidad de titularidad pública india). 

Con estas adquisiciones, y siguiendo con los datos de Bank of Baroda, la tercera mayor economía de Asia se ahorró 5.000 millones de dólares, cifra nada despreciable en un contexto de escalada global de los precios de la energía. 

Tokio y el alejamiento de un acuerdo por las islas Kuriles. Japón ha sido de los países asiáticos más activos a la hora de promover sanciones contra Rusia y de ayudar a Ucrania. Por ejemplo, ha limitado sus importaciones de hidrocarburos de acuerdo con las sanciones en este terreno promovidas por la UE y EE UU. Pero el conflicto en el este de Europa también ha afectado a cuestiones que llevaban mucho tiempo sobre la mesa. 

Panel describiendo la reclamación japonesa sobre las islas Kuriles en Tokio, Japón. (Stanislav Kogiku/Getty Images)

Debido a la ambigüedad de los tratados de Yalta, Postdam y San Francisco que rubricaron el final de la Segunda Guerra Mundial, la soberanía sobre las islas Kuriles, al norte de Japón, ha sido motivo de disputas diplomáticas entre Tokio y Moscú desde hace décadas. 

Una cuestión antigua que se ha visto afectada por este conflicto tan reciente. En este sentido, la guerra de Ucrania truncó cierto acercamiento que se había visto durante los mandatos de Shinzo Abe. Pero el nuevo marco geopolítico surgido de la invasión de febrero de 2022 ha propiciado que Rusia revocara el pasado otoño un acuerdo que permitía que los antiguos residentes nipones visitaran las islas sin necesidad de visado

La pugna entre Rusia y Japón por este archipiélago ha vivido otros episodios en el marco del conflicto ucraniano. En octubre de 2022, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenksi, anunció que reconocía la soberanía japonesa sobre las Kuriles. Fue una declaración en respuesta a la anexión rusa de los territorios de Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporiyia. 

La guerra en Ucrania también ha dado nuevos matices al debate sobre la neutralidad nipona. Hasta ahora Japón ha proporcionado drones de vigilancia a Ucrania, una ayuda considerada como equipamiento no letal, pero se ha abierto una pugna política en el país asiático sobre si enviar armas a Kiev o no. El Partido Liberal Democrático, en el poder, es favorable a dar este paso, mientras que la principal oposición al envío de material militar viene del Kumeito, una formación que ha defendido tradicionalmente los valores del pacifismo nipón. 

Si se mira qué postura en este debate impera entre la población japonesa, según datos de la encuesta del grupo de comunicación Nikkei Asia, un 76% de los encuestados están en contra de enviar armas a Ucrania, mientras que sólo un 16% era partidario de implicarse de esta manera. 

Las dos Coreas y su rol como suministradores de armas. Otro de los efectos del conflicto ucraniano ha sido resaltar el papel de las dos Coreas como vendedores de armas para las partes implicadas en la guerra. La propia Casa Blanca acusó a Pyongyang en noviembre de 2022 de proporcionar armas a Rusia. John Kirby, coordinador de comunicaciones estratégicas del Consejo de Seguridad Nacional estadounidense, aseguró que disponían de informes de inteligencia que el régimen norcoreano "está suministrando de forma encubierta a la guerra de Rusia en Ucrania un número significativo de proyectiles de artillería". 

El régimen de Kim Jong-un ha negado estas afirmaciones, aunque el propio Kirby ya explicó que no se trataba de una venta transparente, sino que Corea del Norte "enmascaraba el destino real de los envíos de armas tratando de hacer creer que se envían a países de Oriente Medio o del norte de África".

Un mes después de hacer estas declaraciones Kirby volvió a hablar sobre la cuestión y detalló que las armas norcoreanas servían para equipar a los mercenarios de Wagner que combaten en Ucrania. Una afirmación también desmentida desde Pyongyang. Además, este mismo responsable estadounidense señaló en marzo que la ayuda armamentística se realizaba a cambio de alimentos para paliar los problemas en este ámbito que afecta al país asiático de manera periódica. 

Más allá del envío de alimentos, ¿qué otros beneficios obtendría este país de suministrar armas y municiones a las tropas rusas? Tal y como apunta Rafael Bueno, Corea del Norte obtendría divisas, "que son fundamentales para continuar con el desarrollo de su programa nuclear que, a su vez, es el salvavidas del régimen frente a EE UU". 

Si se mira al otro lado del paralelo 38, y tal y como reveló la filtración masiva de documentos de la inteligencia estadounidense el pasado mes de abril, Washington habría estado presionando a Seúl para que suministre armas al necesitado Ejército ucraniano. Ante estas demandas, el Gobierno surcoreano se ha escudado en su política de no vender equipo militar letal a países en guerra. 

Una primera solución de compromiso fue que Corea del Sur incrementara sus ventas de armas a los países de la OTAN que a su vez estaban enviando buena parte de sus existencias a Ucrania. Pero en el pasado mes de marzo, en una exclusiva que avanzó Reuters, Seúl autorizó a Polonia para que exportara a Ucrania los obuses Krabde fabricación surcoreana. 

Los tira y afloja con las ventas de armas han puesto de manifiesto que Corea del Sur se ha convertido en un actor de primer orden en este comercio. El ministro de Defensa, Lee Jong-sup, declaró que su país había realizado en 2022 exportaciones por valor de 17.300 millones de dólares (un incremento del 134% respecto al año anterior). Mientras que, según los datos del SIPRI (siglas en inglés del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo), Seúl se situó en 2022 como el noveno vendedor mundial de equipamiento militar (con un 2,4% del total global). 

Según datos también del SIPRI, Corea del Sur se convirtió en el tercer suministrador de armas a la OTAN, con un 4,9% de las ventas, sólo por detrás de EE UU (un 65%) y Francia (8,6%). 

Kazajistán y el futuro del espacio postsoviético. Este país centroasiático se había perfilado como uno de los aliados más fieles de Rusia desde 1991. Es de los pocos antiguos territorios dominados por Moscú que mantienen el ruso como idioma oficial. Incluso pocos días antes de la invasión de Ucrania, las tropas rusas se desplegaron en territorio kazajo para ayudar a controlar unos disturbios que pusieron contra las cuerdas al Ejecutivo.

Ciudadanos rusos hacen cola en el centro administrativo tras el anuncio de la movilización por el gobierno ruso en Astana, Kazajistán. (Meiramgul Kussainova/Getty Images)

El desarrollo de la guerra desfavorable para los intereses rusos ha hecho que el gobierno de Kasim-Yomart Tokaev marque distancias con el Kremlin para evitar verse afectado por las sanciones occidentales. No han faltado voces que han visto con sospechas las exportaciones kazajas como posible vía para esquivar el bloqueo impuesto a algunos productos rusos. Incluso durante una reunión del Foro Económico Internacional de San Petersburgo, el dirigente centroasiático se negó ante Vladímir Putin a reconocer la independencia de Donetsk y Lugansk

Aunque, en un caso similar a India, Astaná ha mantenido también cierto equilibrio, siguiendo su tradicional política exterior multisectorial para no depender en exceso de una gran potencia. Por ejemplo, pese a las distancias marcadas, Astaná no ha condenado a Rusia en las votaciones de la Asamblea General de la ONU. 

Este malabarismo diplomático se explica en buena parte porque el país centroasiático aún depende mucho de Moscú, ya que el 80% de su petróleo llega a los mercados a través de los oleoductos rusos, según datos de Kazmortransflot (compañía estatal kazaja de transporte de hidrocarburos). 

"Kazajistán se debate entre China o Rusia", señala Rafael Bueno en relación con esta diversificación y, también explica este experto, que "Astaná ha apostado por un mayor acercamiento a Pekín. El responsable de Casa Asia también apunta a un posible escenario de futuro: "si vence Ucrania y se incorpora a la UE será también un fuerte mensaje para las ex repúblicas soviéticas". 

La guerra de Ucrania también ha tenido efectos internos en Kazajistán. Uno de los más visibles ha sido la llegada de inmigrantes rusos, población joven en su mayoría que huía de la movilización militar y que han destacado por ser gente de un nivel socioeconómico alto. Según datos del ministerio de trabajo de este país, en noviembre de 2022 habían llegado unas 400.000 personas procedentes de Rusia. 

Según Marie Dumoulin, directora del Wider Europe Programme del European Council for Foreign Relations, el Gobierno kazajo ha visto con buenos ojos la llegada de estos inmigrantes por ser mano de obra cualificada. Mientras que entre la población del país la causa ucraniana despierta más simpatías. Según los sondeos del Central Asia Barometer, un 48% está en desacuerdo con la intervención rusa, mientras que quienes la apoyan suman un 25% de los encuestados. Las simpatías hacia Kiev aumentan entre los sectores más jóvenes de la población. 

¿Una premonición para Taiwán y China? Casi desde el inicio de la guerra en Ucrania se especuló con su influencia en un hipotético enfrentamiento armado entre Taiwán y China. Incluso diversos estamentos políticos y militares de EE UU alertan constantemente de un conflicto entre Pekín y Taipéi en el próximo lustro. Los analistas también resaltan las periódicas referencias del líder chino, Xi Jinping, a la reunificación, sin descartar el uso de la fuerza. 

Una de las principales especulaciones derivadas de la guerra de Ucrania es qué lecciones estaría extrayendo Pekín de cara a una hipotética invasión de la isla que considera una provincia rebelde. En el aniversario del conflicto, a finales de febrero, el propio ministro de Defensa taiwanés, Chiu Kuo-cheng, declaró que "los militares chinos habrán tomado notas de la invasión rusa de Ucrania", en relación al fracaso de las tropas del Kremlin al asestar un golpe rápido contra su enemigo.

Siguiendo con la comparación, Kuo-cheng también aseguró que, pese a que el Ejército Popular de Liberación mejore sus capacidades para realizar un ataque relámpago, la operación anfibia para cruzar el Estrecho de Formosa, "no se realizaría en una semana o dos".

Viendo la ayuda militar que recibe Ucrania, Taiwán también estaría sacando lecciones sobre cómo defenderse si recibe las armas adecuadas. En primer lugar, debería acumular municiones para protegerse de un bloqueo naval chino que dificultara la llegada de ayuda al exterior o incluso rechazar las oleadas de fuerzas enemigas que intentaran desembarcar. 

A este respecto se ha manifestado en declaraciones a CNN el almirante retirado taiwanés, Lee Hsi-min, conocido por sus análisis sobre la cuestión: "incluso si Estados Unidos no quiere intervenir directamente con la fuerza militar, ese tipo de reservas pueden seguir siendo muy eficaces para nuestra defensa".

Otros analistas militares, como Michael Brown, ex director de la Unidad de Innovación en Defensa del Pentágono, ha afirmado en la revista Foreign Affairs que "a Taiwán le convendría desarrollar capacidades asimétricas que puedan frustrar una potencia de fuego superior [en relación con el poder militar de China]". El experto hace referencia a que Taipéi haga ver a Pekín que el uso de la fuerza no sea viable por el coste humano y material que supondría y porque también podría dar tiempo a la llegada de fuerzas aliadas en forma de una intervención de EE UU. 

De igual manera, visto el peso económico de China (la segunda economía del planeta) y de Taiwán (productor clave de chips), un choque armado con epicentro en la isla de Formosa tendría repercusiones enormes en los mercados mundiales. Un informe de la consultora Rhodium Group en colaboración con el Departamento de Estado de EE UU cifró las pérdidas en 2,5 billones de dólares (el PIB de España en 2022 fue de 1,4 billón) ante esta hipotética conflagración. 

Volviendo al conflicto en Ucrania y cómo podría redefinir las relaciones entre Moscú y Pekín, una derrota de Rusia en la guerra "la haría más vulnerable y dependiente de China", según cree Bueno. En una línea similar se manifestó recientemente Josep Borrell, alto representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, al advertir que "tenemos que estar vigilantes y no tenemos interés alguno en empujar a Rusia a los brazos de China".