Cascos blancos sacan un cuerpo de lo escombros de un edificio destruido. Ameer alhalbi/AFP/Getty Images

La Defensa Civil Siria (Difaa al Medani Suri en árabe), bautizada por los medios de comunicación como Cascos Blancos, es una organización humanitaria creada a raíz de la guerra que asola al país y que tras su nominación al Nobel de la Paz en 2016 ha despertado un debate por su presunta vinculación con grupos terroristas.

 

“Su labor consiste en salvar vidas humanas”

Los cascos blancos evacuan a un bebe de un edificio destruido por los bombardeos. Ameer Alhalbi/AFP/Getty Images

Sí. Desde su nacimiento, los voluntarios del grupo dicen haber salvado a alrededor de 82.000 personas. El cuerpo surgió en marzo de 2013 tras intensificarse los ataques por

parte del régimen de Bachar al Assad, que respondía así a la pérdida de territorio a manos de grupos rebeldes. En estas áreas fue la propia población la que se organizó para intentar prestar ayuda tras los incesantes bombardeos. Formaron varios centros, y tras darse cuenta de la necesidad de equipamiento y de entrenamiento que tenían para ser más efectivos durante las tareas de salvamento, se organizó el primer curso de formación en Turquía con 25 miembros de Anadan y del norte de Alepo.

Esta instrucción inicial fue llevada a cabo por Analysis, Research, and Knowledge (ARK) y la ONG turca AKUT y consistió en un curso de búsqueda bajo escombros y capacitación sobre cómo apoyar techos frágiles, cortar barras, usar taladros y excavadoras manuales para ayudar a determinar la presencia de supervivientes o víctimas tras los bombardeos. Asimismo, el curso también proporcionó entrenamiento en el transporte de personas en camillas médicas o la extinción de incendios.

El éxito de este primer grupo les ha llevado a la creación de 120 centros repartidos en las provincias de Alepo, Idlib, Hama, Latakia, Homs, Damasco, periferia de Damasco y Daraa. La organización cuenta con 2.890 voluntarios, entre los que hay panaderos, ingenieros, taxistas, pintores, estudiantes o farmacéuticos. Entre sus labores no está solamente rescatar a gente de entre los escombros sino que prestan otros servicios, como asegurar edificios o reconectar la red eléctrica. Pese a que hay pocas mujeres, existen dos grupos femeninos en los Cascos Blancos que se formaron en octubre de 2014 y que participan en labores de rescate liberando, sobre todo, a las mujeres que se encuentran atrapadas y que se niegan a ser rescatadas por un hombre.

Un total de 154 Cascos Blancos han perdido sus vidas intentando sacar a gente de los escombros. Han sufrido los bombardeos del régimen en sus propios edificios y muchas de las muertes que la organización ha tenido en sus filas han sido debidas a la técnica conocida como doubletap, ataques aéreos sobre una misma ubicación llevados a cabo con un corto periodo de tiempo entre ellos. De esta manera, cuando los Cascos Blancos acudían al lugar a rescatar a civiles acababan encontrando también la muerte.

 

“Los gobiernos de EE UU y Reino Unido financian su causa”

Miembros de los Cascos Blancos se hacen una foto con el certificado de formación, Damasco. Amer Almohabany/AFP/Getty Images

Sí, pero también otros muchos gobiernos como el de Francia, Alemania, Holanda y Japón. La Defensa Civil Siria fue fundada por el ex oficial del Ejército británico y ahora consultor de seguridad, James Le Mesurier, quién decidió ir un paso más allá tras intensificarse los bombardeos del régimen y organizó y entrenó a esa primera hornada de voluntarios en Turquía junto a ARK. Le Mesurier es el director de la fundación Mayday Rescue a través de la cual los Cascos Blancos canalizan la mayor parte de sus ingresos.

Además, parte de los fondos recaudados por la familia de la parlamentaria británica asesinada el pasado mes de junio de 2016, Jo Cox, también han ido a parar a los Cascos Blancos. El apoyo de la laborista a esta organización fue tal que llegó a escribir una carta al Comité del Premio Nobel de la Paz nominándolos para el reconocimiento aunque, éste, finalmente fue a parar a manos del presidente de Colombia, Juan Manuel Santos. No obstante, sí que se hicieron con el conocido como el “Nobel Alternativo” que entrega la fundación Right Livelihood Award.

En 2016 aparecen nuevas fuentes de financiación como la de Chemonics, organización privada estadounidense. Los Cascos Blancos han recibido, al menos, 36 millones de euros de Reino Unido y EE UU y parte de estos ingresos se destinan a pagar salarios, de entre 90 y 130 euros al mes, aunque el compromiso de los voluntarios no depende del dinero, ya que hay meses que no reciben nada. Estos cuentan con el beneplácito y la ayuda de la vecina Turquía, en suelo turco se han formado 3.200 efectivos.

También reciben donaciones de distintas asociaciones madrileñas, que en 2016 gracias a Bomberos Unidos Sin Fronteras y la Asociación de Apoyo al Pueblo Sirio, consiguieron enviar 1,5 toneladas de ayuda en alimentos o medicinas. Asimismo, hace tan solo unos días los Cascos Blancos recibieron en la capital española cuatro camiones de bomberos y participaron en varias actividades destinadas a recaudar fondos y que fueron impulsadas por la propia Asociación de Apoyo al Pueblo Sirio y en las que colaboraron, entre otros, el Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid.

No son el único medio de financiación, ya que la organización también percibe otras donaciones de miles de personas a través del programa ‘Hero Fund’, cuyo dinero se ha utilizado para comprar equipos o cuidar de voluntarios que han sido heridos, así como las familias de los que han muerto. El fondo está dirigido por Abdulmalek, un ex bombero que perdió una pierna durante un ataque.

 

“Son neutrales”

Así lo especifican en su estatuto. Para ser miembro del cuerpo hay que llevar a cabo un juramento en el que es necesario comprometerse con los valores de neutralidad, imparcialidad y humanidad, con los que comulgan los Cascos Blancos. Durante los años que llevan rescatando a personas en Siria han salvado tanto a civiles, como a soldados del régimen o a combatientes de las distintas milicias que operan en la zona. Y es que dicen llevar a rajatabla su lema, extraído de un verso del Corán: “Salvar una vida es salvar a toda la humanidad”.

Pese a que a la hora de rescatar no distingan bando, ideología o procedencia, lo cierto es que en sus declaraciones se muestran críticos con el gobierno de Bachar al Assad y la situación por la que está atravesando el país, sobre todo después de la intervención de Rusia en el conflicto. Sin embargo, no tienen ni deben de ser neutrales en esta materia, y denunciar los abusos que se comenten por parte del régimen sirio no debería ser utilizada como arma arrojadiza para deslegitimar la labor que están desempeñando teniendo en cuenta los innumerables crímenes que han sido registrados por la ONU o por Human Rights Watch.

 

Miembros de los cascos blancos en Alepo. Thaer Mohammed/AFP/Getty Images

“Son terroristas de sombreo blanco

No hay ninguna prueba. Ante la campaña de desprestigio orquestada por el régimen sirio, Rusia e Irán, que señalan una supuesta vinculación de los Cascos Blancos con grupos terroristas lo cierto es que, hasta la fecha, no hay ninguna evidencia de ello. Los propios miembros de la organización han reconocido que entre sus voluntarios hay gente que participó en el pasado en la lucha armada, pero que la abandonó para integrarse en la organización humanitaria y que desde 2015 no se les puede achacar ningún tipo de vínculo.

Sin embargo, el pasado mes de abril EE UU negó la entrada a su territorio al propio director de la organización, Rahed al Saleh, por considerarlo un islamista radical y aunque desde la organización apuntan a que fue un error, lo cierto es que despertó ciertos recelos. Y es que la mayor parte de las críticas de los Cascos Blancos son hacia los abusos del régimen y en menor medida hacia grupos yihadistas. El propio Rahed en una visita a España trató de desmarcarse de estas acusaciones y señaló que “cualquiera que haya hecho daño a los sirios merece ser castigado”, aunque apostilló que Daesh surgió por culpa del régimen.

Lo cierto es que su lugar de actuación se encuentra, principalmente, en las zonas no controladas por el régimen de Al Assad, que es donde reside el peligro debido a los constantes bombardeos de la aviación rusa. Además, para poder desenvolverse en el día a día es necesario relacionarse con yihadistas como Jabhat Fatah al Sham, debido a que el grupo controla el territorio en el que los Cascos Blancos desempeñan su trabajo y que está logrando la confianza de la población local.

Son estas redes que crean las organizaciones de la zona y que funcionan gracias a la negociación y al soborno, naturales en contextos de guerra, las que consiguen que la ayuda humanitaria pueda llegar donde realmente se necesita y no quede bloqueada como en ocasiones sucede con los convoyes de la ONU.

Habrá que esperar al fin del conflicto para ver cuál es el nuevo orden que desean que impere en Siria y bajo qué condiciones. De momento, y tras haber perdido el Nobel de la Paz, la organización ha logrado alzarse con el Oscar como mejor documental por The White Helmets y aunque tras el veto de Trump la asistencia de estos quedaba en el aire, lo cierto es que la organización rechazó finalmente acudir a la gala después de que el Gobierno sirio cancelara el pasaporte del cámara Jaled Jatib.

No obstante, sí que enviaron un vídeo de agradecimiento en el que Rahed al Saleh dedicaba el premio a todos los voluntarios de los Cascos Blancos, así como a toda la gente del mundo que trabaja por la paz. Además, remarcó que espera que la atención que ha despertado la película ayude a poner fin a la guerra de Siria.