
La oposición busca derrotar en las próximas elecciones al presidente Erdogan en Turquía tras 16 años en el poder y, por primera vez, éste no está tan seguro de salir vencedor, a pesar de que la estrategia opositora no funcionará si los kurdos no entran en el Parlamento.
Turquía ha afrontado cinco interesantes plebiscitos desde 2014 y el sexto, el que abre la sublime puerta a la Nueva Turquía de Recep Tayyip Erdogan, no podía ser menos: el presidente, quien tal vez tema a los actores financieros y no a la oposición, de nuevo puede ser derrotado. La delicada situación económica, que todo indica empeorará aún más, es la razón socialmente aceptada para justificar estos anticipadísimos comicios, que coinciden además con una ola de fervor nacionalista tras la exitosa campaña contra los kurdos en Siria. Es decir, es el mejor momento para el presidente. Sin embargo, esta ola de ilusión contradice las denuncias de medios de comunicación, políticos y organizaciones de derechos humanos que, desde la fallida asonada de 2016, han descrito al presidente como “autoritario”. Además, tras la purga de 150.000 personas Erdogan controla las parcelas fundamentales del país: justicia, seguridad y educación. Hay incontables noticias que lo testifican. Entonces, teniendo en cuenta estas dos realidades, ¿es posible su derrota en las elecciones presidencialistas y/o parlamentarias del próximo 24 de junio?
Empecemos por quienes apuestan que Erdogan no perderá los comicios, para los que esta euforia es parte de un teatro electoral. En el último mes lo han asegurado varios analistas. Uno fue Howard Eissenstat en el Washington Post. Recogía el concepto “autoritarismo electoral”. Se resume así: el autócrata, recurriendo a un pucherazo electoral si fuera necesario, intentará mostrar que el país es una democracia y sus líderes representan la voluntad popular. Sin embargo, el resultado final es siempre la victoria del autócrata, que se sirve en el camino de medidas antidemocráticas, como son polémicas leyes, en un marco de supuestas instituciones independientes que, como fachada, suponen un contrapeso al poder. Hay demasiados casos en el mundo: Azerbaiyán, Egipto... y Turquía, donde la sociedad no aceptaría un pucherazo tan irreal como en Egipto. Así, esos resultados ajustados, como predicen las encuestas, reflejan la polarización social y siguen la línea del referéndum de 2017, en el que Erdogan obtuvo un 51,4% con la aceptación de dos millones de votos sin sello por parte del Consejo Electoral Superior.
Tras las irregularidades, la oposición se planteó salir a la calle, o al menos eso sugirió el ala de izquierda del kemalista Partido Republicano del Pueblo (CHP). Había indignación en la sociedad. Pero también miedo: no sólo a Erdogan, sino a la volátil coyuntura de Oriente Medio. Kemal Kiliçdaroglu, el líder kemalista, visto como un mal político y una figura dialogante, eligió una marcha por la justicia y recordar la crítica situación en el ...
Artículo
para suscriptores
Para disfrutar de todos nuestros contenidos suscríbete hoy:
Plan mensual
3,70€/mes
- Asiste a eventos en exclusiva
- Recibe la Newsletter mensual ‘Cambio de foco’ con contenidos de actualidad
- Participa activamente en la elección de los contenidos de esglobal
- Accede a todos los contenidos semanales
- Accede al archivo de artículos desde 2007
- Descarga todos los artículos en PDF
Plan anual
37€/mes
- Asiste a eventos en exclusiva
- Recibe la Newsletter mensual ‘Cambio de foco’ con contenidos de actualidad
- Participa activamente en la elección de los contenidos de esglobal
- Accede a todos los contenidos semanales
- Accede al archivo de artículos desde 2007
- Descarga todos los artículos en PDF