El presidente de Ucrania, Volodymyr Zelenskyi, durante la rueda de prensa conjunta con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, el 4 de noviembre de 2023 en Kiev, Ucrania. (Viktor Kovalchuk/Global Images Ukraine/Getty Images)

Eclipsado por la guerra de Gaza, atascado en el frente militar tras el fracaso de la contraofensiva y con síntomas de cansancio en Occidente hacia la "causa ucraniana", Volodymir Zelenski se enfrenta a sus horas más difíciles al frente del poder y ante las incertidumbres de un 2024 estratégicamente electoral en Ucrania, Rusia, Europa y Estados Unidos.

En una de las ya comunes estrategias de algunos medios rusos, sean o no afines al Kremlin, de hacerse pasar por periodistas o líderes internacionales mientras entrevistaban a jefes de gobierno occidentales, esta vez le tocó el turno a la primera ministra italiana, Giorgia Meloni. En ese medio ésta reconoció que existía "mucha fatiga desde todos los lados" a la hora de afrontar la situación en Ucrania. 

Semejante revelación no pasa desapercibida si observamos qué es lo que está sucediendo en el frente ucraniano. Desde el ataque en territorio israelí del grupo palestino Hamás el pasado 7 de octubre y la posterior respuesta israelí invadiendo Gaza, los focos se han trasladado al siempre volátil e inestable Oriente Medio. 

Este visible desplazamiento de la atención mediática mundial y de las prioridades de los líderes occidentales hacia Ucrania lleva inevitablemente a enfocar la atención en otro nombre: el presidente ucraniano, Volodymir Zelenski.

¿Se está cansando Occidente de Zelenski?

EL presidente de Ucrania vive probablemente sus horas más bajas desde que llegó al poder en Kiev en 2019 y, principalmente, una vez se convirtió en la gran prioridad de atención y ayuda occidental tras la invasión rusa a su país. En una entrevista a The Economist en septiembre pasado llegó incluso a reconocer que "algunos de nuestros aliados está perdiendo la fe" en la victoria militar ucraniana.

Ni siquiera la reciente decisión de la Unión Europea de abrir a partir de 2024 los canales de admisión de Ucrania (además de Moldavia) ha contribuido para que Zelenski recupere ese peso protagónico de antaño. A pesar de la retórica oficial en Bruselas de apoyo indiscutible a Zelenski en la guerra contra Rusia y a Ucrania para su admisión futura en la UE, existen ciertas resistencias internas que igualmente podrían complicar en el futuro el proceso de admisión de Ucrania en la Unión. 

La reciente victoria en octubre pasado de Robert Fico en las elecciones generales de Eslovaquia supone un revés político para el mandatario ucraniano: convencido de tender la mano a Rusia para acabar con las sanciones europeas e intentar poner fin a la guerra, Fico se ha mostrado contrario al envío de ayuda militar a Ucrania, aunque posteriormente matizó esta decisión anunciando que no bloquearía el envío de armamento vía empresas privadas, muy probablemente presionado por EE UU, la UE y la OTAN. 

Esta posición del nuevo Gobierno eslovaco es similar al de su vecino húngaro, Viktor Orban, de conocida sintonía con Vladímir Putin y con quien se reunió en octubre pasado en Pekín. Orban ha anunciado su oposición al plan de ayuda a Ucrania valorado en 50.000 millones de euros y que Bruselas pretende aprobar para finales de 2023. Toda vez, Orban ha advertido que Ucrania no está lista para ingresar en la UE.  Por otro lado, la transferencia de armas a Kiev también ha generado roces entre Zelenski y Polonia, uno de sus principales avales exteriores, tal y como se vio en septiembre pasado. No obstante, es posible que Varsovia cambie esta posición del gobierno derechista de Mateusz Morawiecki (partido Ley y Justicia) tomando en cuenta que, tras las elecciones generales polacas del pasado 15 de octubre, se incrementa la posibilidad de conformarse un gobierno de coalición europeísta en torno a Donald Tusk.Esta evidente pérdida de protagonismo de Zelenski le ha obligado incluso a intentar recuperar el terreno jugando sus cartas en la guerra de Gaza. El presidente ucraniano ha mostrado su apoyo irrestricto al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, en una clara maniobra para recuperar protagonismo y agitar aún más el equilibrio de alianzas geopolíticas en contra de Rusia, muy crítica con Israel tras esta ofensiva en Gaza.

Un vehículo militar ucraniano circula por el barro el 3 de agosto de 2023 en el óblast de Donetsk, Ucrania. (Viktor Fridshon/Global Images Ukraine/Getty Images)

Tras obtener en septiembre un nuevo paquete de ayuda por parte de Washington, la gran apuesta de Zelenski y los Altos Mandos militares ucranianos era la tantas veces anunciada contraofensiva. Pero incluso los generales ucranianos observan con cierto pesimismo lo que sucede en el frente. 

El Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas ucranianas, el general Valeri Zaluzhni llegó a reconocer que el conflicto está "estancado" lo cual evidenciaría un equilibrio de fuerzas en un frente que no experimenta cambios relevantes. La comparación que Zaluzhni realizaba entre el actual frente ucraniano con la I Guerra Mundial, "donde las fuerzas combatientes apenas lograban avanzar unos pocos metros sin prácticamente alterar el frente" revelaría por un lado síntomas de cierta incapacidad de las fuerzas ucranianas para superar las líneas enemigas pero también de eventuales divisiones internas en Kiev entre el presidente y los altos mandos militares sobre el curso de la guerra y las expectativas ucranianas de victoria.

Por otro lado, Kiev también está pendiente de los próximos movimientos del presidente ruso, Vladímir Putin. No se descarta que Moscú esté preparando el terreno para diseñar ahora su propia contraofensiva tras materializarse el apoyo militar norcoreano, además del iraní, en cuanto a misiles y munición para fortalecer a la artillería rusa. 

Más allá del inevitable efecto propagandístico, el pasado 10 de noviembre Putin realizó una visita a la base militar de Rostov-on-Don, al sur de Rusia, centro de operaciones del frente ucraniano. Putin estuvo acompañado por altos cargos como el ministro de Defensa, Serguéi Shoigú, y el comandante de las Fuerzas Armadas, Valéry Gerásimov. Es la segunda vez en los últimos dos meses que Putin visita esta base militar. 

Si bien los expertos militares occidentales no esperan cambios en el frente, la visita de Putin ha disparado todo tipo de expectativas sobre un posible reagrupamiento de fuerzas rusas en la zona de Jersón y del río Dnipro, ahora pertrechadas con mayor armamento para iniciar una posible ofensiva en el frente.

¿Es posible un ‘Maidán’ contra Zelenski?

Todas estas piezas colocan a Zelenski en un laberinto político. Ante la decepción y posible descontento occidental por el fracaso de la contraofensiva ucraniana son cada vez mayores las insinuaciones y rumores en Occidente (y particularmente EE UU) por intentar buscarle un reemplazo, sea de cara a las elecciones presidenciales ucranianas pautadas para marzo de 2024 o incluso antes. 

Otros medios especulan con la posibilidad de presentarse una nueva rebelión estilo Maidán como la de 2013-2014 pero ahora a la inversa: si entonces acabó con la presidencia del prorruso Viktor Yanúkovich para allanar el camino hacia líderes prooccidentales como Petró Poroshenko y el propio Zelenski, ahora la ecuación podría revertirse esta situación contra el actual mandatario ucraniano. 

Medios independientes rusos como The Moscow Times afirman que la situación en Ucrania "no es tanto catastrófica como impredecible. Comenzaron a escucharse voces dentro del país que exigían el fin de la guerra y un cambio en el liderazgo político. El período de consenso patriótico parece haber terminado". Fuentes internas estiman sensaciones y realidades pesimistas como que "no se puede luchar indefinidamente", la casi dependencia absoluta de la economía ucraniana de la ayuda occidental y el hecho de que los "cinco millones de personas que se fueron por un tiempo tal vez nunca regresen", lo cual afecta obviamente a las fuerzas de defensa nacionales al quedarse sin efectivos. 

Desde el otro lado del Atlántico, las noticias tampoco favorecen a Ucrania. Un dato clave para intentar clarificar cómo comienza Occidente a observar a Zelenski viene desde Washington. En octubre pasado la mayoría republicana en la Cámara de Representantes logró bloquear la ayuda militar de 20.000 millones de dólares que Biden había prometido a Ucrania en aras de priorizar la reducción del gasto público.

Crece por tanto la perspectiva de que, a pesar de toda la ayuda vía OTAN, las fuerzas ucranianas no podrán derrotar a las rusas y que una negociación o armisticio se observa inevitable a mediano plazo. Otra preocupación en la Casa Blanca, y más aún tomando en cuenta el horizonte electoral presidencial 2024 en EE UU y el ascenso del republicano Donald Trump en la preferencia del voto, tiene que ver con el "affaire ucraniano" de Hunter Biden, hijo del presidente estadounidense, por sus negocios en ese país.

Dentro de Ucrania crecen también los reclamos para poner fin a una guerra sea con un armisticio o una negociación con Rusia. Las Fuerzas Armadas ucranianas encuentran problemas para el reclutamiento de efectivos con el fin de ser enviados al frente toda vez sigue observándose el éxodo de ucranianos, aunque a un ritmo menor que en 2022. En este sentido, Zelenski se ha visto obligado a prorrogar la ley marcial y la movilización general hasta mediados de febrero de 2024.

Un problema del que tampoco escapa el Kremlin debido a sus problemas demográficos, pero sin dejar de impulsar el calculado reclutamiento vía "movilización parcial" decretada en septiembre de 2022, evitando levas en las grandes ciudades y nutriéndose de efectivos principalmente provenientes de las regiones del interior y de inmigrantes de Asia Central y del Cáucaso recientemente nacionalizados. También destaca el apoyo a este reclutamiento de efectivos por parte de uno de los principales aliados de Putin, el presidente chechenom Ramzán Kadyrov, quien está alcanzando un notorio protagonismo dentro de Rusia. Se dice que Kadyrov ha movilizado unos 70.000 chechenos al frente ucraniano.

Un 2024 de alto voltaje electoral para Zelenski

Todas estas variables planean en el entorno de Zelenski con distintos grados de preocupación, especialmente tomando en cuenta que se avecina un 2024 estratégicamente electoral en Ucrania y Rusia (marzo), elecciones al Parlamento europeo (junio) y presidenciales en EE UU (noviembre). No sería descartable que Occidente presione a Zelenski para ser obligado a echarse a un lado en su pretensión de alcanzar la reelección.

El asesor de la Oficina del Presidente de Ucrania Oleksii Arestovych visto en el lugar de la explosión de misiles rusos después de un ataque con misiles rusos en el centro de Kiev. (Oleksii Chumachenko/SOPA Images/LightRocket/Getty Images)

Está igualmente por ver si este escenario traduciría la posibilidad de ascenso de un nuevo líder en Kiev (suena el nombre de Oleksii Arestovych, ex consejero del gobierno de Zelenski) con mayor capacidad para establecer equilibrios, tanto con Occidente como con Rusia, que eventualmente propicien una negociación vía armisticio o cese al fuego temporal. Por otra parte, se da por descontado que Putin alcanzará otra reelección presidencial. 

El avance de partidos antisistema y de ultraderecha en Europa (muchos de ellos críticos con la OTAN y el apoyo a Ucrania y algunos de ellos moderadamente prorrusos) podrían cambiar drásticamente la composición del Parlamento europeo para el período 2024-2029, afectando los intereses del entorno de Zelenski. 

El último escenario, las presidenciales estadounidenses, serían una puntilla para el actual mandatario ucraniano en caso de que Trump, de conocidos contactos con Putin, vuelve a la Casa Blanca. Por otro lado, informaciones en medios estadounidenses aseguran que las guerras de Ucrania y Gaza podrían pasarle factura a Biden en sus expectativas de reelección presidencial, reforzando las opciones de un Trump igualmente acosado por demandas judiciales. En lo concerniente a lo que pueda ocurrir con Ucrania en caso de victoria electoral de Trump en 2024, Zelenski ya salió al paso declarando que su iniciativa de acabar con la guerra es "inviable". Más que una declaración asertiva, lo que se intuye en la retórica del presidente ucraniano es que sus expectativas de victoria final contra Rusia parecen estar eventualmente desvaneciéndose y de que sus aliados occidentales se percatan del desgaste que supone la guerra en Ucrania ante los desafíos que se presentan para la seguridad global en un mundo cada vez más volátil e impredecible.