
La inminencia de las elecciones generales en Italia, y las encuestas previas que en relación a éstas están haciéndose, vuelven a poner de manifiesto un fenómeno que no debe pasar inadvertido, y es la dimensión de la crisis por la que atraviesa la izquierda en Italia desde hace más de dos décadas.
Según la última encuesta publicada por uno de los principales rotativos italianos (Corriere della Sera), entre las principales formaciones de izquierda transalpinas (Sinistra Italiana (SEL), Partido Democrático (PD) y Articulo I-Mdp) no son capaces de alcanzar siquiera el 30% de intención de voto, siendo superados ampliamente por la clásica coalición de derechas (Forza Italia-Hermanos de Italia y Liga Norte) y quedando empatados con el Movimiento Cinco Estrellas, un partido “anticasta” y transversal en su voto.
Comencemos por recordar que, cuando utilizamos el término “izquierda” en Italia, hay dos momentos claramente diferenciados en su historia como república: el primero, entre 1945 y 1991, en que la izquierda estuvo mayoritariamente controlada por el Partido Comunista Italiano (PCI), hasta que la caída de los regímenes comunistas en la Europa del Este entre 1989 y 1991 y la desintegración de la Unión Soviética llevó al entonces Secretario General Achille Ochetto a firmar la disolución del partido; y de 1991 en adelante, en que un nuevo socialismo (mezcla de éste y de comunismo, cuyo máximo exponente ha sido D´Alema, Primer Ministro entre 1998 y 2000) heredó el mando de la izquierda italiana. Recordemos, en ese sentido, que la otra gran fuerza de izquierdas, el socialismo, tuvo su época dorada en los tiempos en que Bettino Craxi fue Primer Ministro (1983-87) pero también que nunca dejó de ser el tercero en discordia, mientras que la socialdemocracia de Giuseppe Saragat siempre fue un partido de segundo orden. Ambos (PSI y PSDI) caerían entre 1992 y 1994 a consecuencia del macroasunto de corrupción que fue Tangentopoli.
Por otra parte, también resulta importante recordar que, desde que a finales de los años 40 se pusiera en marcha la I República italiana, la izquierda nunca ha sido capaz de superar en las urnas a la derecha, ya estuviera ésta liderada por la Democracia Cristiana (DC), partido hegemónico entre 1945 y 1994, o por Forza Italia y sus aliados, dominadores de la vida política en adelante. En ese sentido, el momento en el que la izquierda más cerca estuvo de derrotar a la derecha fue en las elecciones de 1976, en las que solo le separaron poco más de cuatro puntos (38,7% por 34,4%) de los democratacristianos. Ello explica el planteamiento del por entonces líder de la DC, Aldo Moro, de forjar un “compromiso histórico” con los comunistas que se vio finalmente truncado por el secuestro y asesinato del propio Moro a manos de las Brigadas Rojas (grupo terrorista de izquierdas) en la primavera de 1978.
Es posible que alguno se pregunte: ¿cómo fue posible entonces que Bettino Craxi, líder del Partido Socialista Italiano ...
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