
Entre potencias emergentes, por un lado, y Estados frágiles, por otro, más una franja intermedia de países, el denominado Sur Global es tan variado como amplias son sus demandas.
Una de las más relevantes paradojas recientes es que mientras la atención de Europa y Estados Unidos están centradas en Ucrania y las tensiones con China, la negativa de una serie de países del Sur a alinearse en relación a la guerra, sumadas a sus críticas y demandas sobre el sistema financiero internacional, han logrado que se les preste especial atención.
En África, Asia y América Latina se denuncia tanto la agudización de sus problemas en seguridad alimentaria, como el grave impacto del cambio climático, la imposibilidad de pagar la deuda externa, las reducciones en la financiación para su desarrollo y el apoyo limitado, o falta de éste, para contar con sistemas preventivos sobre pandemias.
La mala gestión de estos problemas se debe, en gran medida, a la corrupción y problemas internos de gobernabilidad. Además, en muchos Estados del Sur hay serias vulneraciones de los Derechos Humanos y se ejerce la violencia contra las minorías. Pero los países del Sur adolecen del impacto de varios siglos de colonialismo, y de estar bajo el dominio, después de la Segunda Guerra Mundial, del sistema financiero internacional y las empresas multinacionales. Estas, aliadas con elites locales, impusieron políticas de inversiones en términos favorables para sí mismas, explotación de recursos, utilización abusiva de mano de obra local, manteniendo al Sur como productor de materias primas cuyos precios se fijaban fuera. Especialmente dañinas fueron las políticas promovidas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial en el marco del Consenso de Washington para reducir el papel del Estado y sus políticas públicas, eliminar tarifas arancelarias y facilitar el ingreso de capital internacional sin condiciones.
La guerra de Ucrania ha sido un poderoso detonante añadido. Diversos gobiernos han manifestado su rechazo a alinearse con Occidente (especialmente con Estados Unidos y los aliados de la OTAN) o con Rusia, y extensivamente entre Occidente y China. Para varios países del Sur imponer sanciones a Moscú supone no seguir exportando al mercado ruso o no contar con grano o fertilizantes para la alimentación. En casos como el sudafricano, el Congreso Nacional Africano tuvo la ayuda de la ex URSS en su lucha contra el Apartheid, algo que no sucedió con Estados Unidos o Gran Bretaña. Los gobiernos de diversos Estados del Sur han expresado en el último año y medio que los mismos países que han practicado intervenciones militares en sus continentes ahora piden solidaridad con ellos para ayudar a Ucrania contra Rusia.
Los dobles raseros
Tampoco les resulta convincente el argumento de que hay una confrontación entre democracia y autoritarismo. Durante décadas Estados Unidos y Europa han apoyado a dictaduras y gobiernos autoritarios en países del Sur porque ...
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