
Cada vez más jóvenes conservadores están preocupados por el cambio climático a pesar de que las corrientes más tradicionales del Partido Republicano siguen dominadas por las ‘teorías’ negacionistas de Trump. ¿Podría esta postura producir un cambio a largo plazo en el seno republicano?
No siempre hemos hablado del cambio climático. Quienes peinamos canas recordamos cuando se llamaba calentamiento global, que parecía tener un tono más premonitorio y urgente. El emblemático encuestador republicano Frank Luntz vio que esas palabras no les hacían muchos favores a los republicanos, así que envió un memorando a la Casa Blanca de Bush en 2001 en el que recomendaba que suavizaran su lenguaje sobre el tema. Su argumento fue que “calentamiento global tiene una connotación de catástrofe, mientras que cambio climático parece un problema más controlable y menos emocional”. Como es sabido, el término de Luntz ha tenido un enorme éxito, no solo entre los republicanos, sino también entre los demócratas y en todas partes: “cambio climático” es hoy la forma más habitual de referirse a este fenómeno en todo el mundo.
Sin embargo, en 2019, Luntz renegó de lo que había conseguido. Es lo que declaró ante una comisión demócrata del Senado formada específicamente para ese fin: “Me equivoqué en 2001. No quiero que me atribuyan ningún mérito ni ninguna culpa. Sencillamente, dejen de usar algo que escribí hace 18 años porque hoy no corresponde a la realidad”. Ahora insta tanto a los republicanos como a los demócratas a dejar de utilizar un lenguaje que provoque miedo, al calificar el problema de crisis, y, en cambio, prestar más atención a los beneficios de actuar.
Luntz extrae sus ideas no solo de los datos de las encuestas, sino también de conversaciones con los votantes para comprender sus preferencias; después las traduce en mensajes que estén en sintonía con ellos. En una democracia, es lógico que los candidatos y los partidos que aspiran a ganar elecciones tengan en cuenta lo que quieren sus electores. No obstante, numerosos textos académicos sostienen que los votantes obtienen sus opiniones e información, muchas veces sin pensar, de los partidos políticos a los que siguen. Esta hipótesis está en consonancia con una idea en gran medida tribal de lo que significa afiliarse a un partido: nos guiamos por lo que dicen nuestros líderes, pero además nos oponemos a todo lo que dice el partido de la oposición.
Sin embargo, la corriente de influencia entre los dirigentes republicanos y sus votantes sigue un curso curioso, empezando por el negacionismo climático de Trump, que era más un llamamiento a los conservadores que una convicción personal. Los republicanos, tradicionalmente, han establecido una oposición entre la salud de la economía y la adopción de medidas para mitigar el calentamiento global, pero nunca habían llegado al negacionismo adoptado por el expresidente Donald J. Trump, que lo tachaba de “engaño”.
Personalmente, Trump ha tenido muchas posturas diferentes; en 2009 publicó un anuncio ...
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