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Una persona sujeta el libro Una de Muchas Vida escrito por el candidato Gustavo Petro en Bogotá, octubre 2021. Daniel Santiago Romero Chaparro/Long Visual Press/Universal Images Group via Getty Images

El uribismo muestra escasas posibilidades de cara a unos comicios donde el candidato progresista Gustavo Petro podría alzarse con la victoria, siempre y cuando consiga suavizar su imagen y proyectar un mayor grado de transversalidad.

El escenario político colombiano se va preparando para los comicios legislativos y presidenciales que tendrán lugar el próximo 2022. Aunque primero serán las elecciones que deben conformar el Congreso (en marzo), las diferencias coaliciones y partidos ya se encuentran perfilando los candidatos que competirán en una palestra presidencial cuya primera vuelta será en mayo de 2022.

Antes que nada, debe contextualizarse la actual situación política del país con base en dos elementos tan distintivos como particulares. En primer lugar, resulta generalizada una acentuada percepción de desafección y descrédito hacia el actual Gobierno. Lo anterior, porque el Ejecutivo de Iván Duque, muy posiblemente, pasará a la historia como una de las presidencias más inoperantes de la democracia colombiana. Tras ocho años de mandato de Juan Manuel Santos, el país exhibía una notable mejora en buena parte de sus indicadores sociales y económicos. Asimismo, se había conseguido firmar el Acuerdo de Paz con la guerrilla de las FARC-EP y dejar al país con la entrada lista para hacer parte de pleno derecho en el seno de la OCDE. Empero, a una posición crítica, casi saboteadora frente a lo suscrito con la otrora guerrilla, hay que añadir una nula agenda de gobierno, la cual ha estado marcada por una línea errática, excesivamente represiva, poco definida en sus prioridades, y sin capacidad de diálogo con los actores sociales.

En segundo lugar, el contexto de disputa político-electoral ya no debe entenderse desde un eje gravitacional paz/guerra, como ha predominado durante décadas. Es decir, la idea totalizante por la que, tradicionalmente, el conflicto armado y la necesidad de un Estado fuerte en términos militares eran el principal marco de confrontación, ha quedado superada. El Acuerdo de Paz, en buena parte, ha liberado un escenario interesante para que se problematicen, se visibilicen y se politicen otros aspectos como la educación, la sanidad, la vivienda o el empleo, y que durante décadas estuvieron en el ostracismo de la agenda gubernamental. Nuevas expresiones de movilización social se han sucedido en los últimos tres años, lo cual conecta con una realidad de disputa clásica, izquierda/derecha, similar a la que ya sucediera en 2018, pero que no ha sido tan habitual en uno de los países más conservadores del continente. En aquel entonces, recuérdese que el entonces candidato progresista, Gustavo Petro, aunque lejos de ganar la contienda al uribista Iván Duque, superó los ocho millones de votos y más del 40% del escrutinio, lo que supuso el mejor resultado electoral para la izquierda colombiana en toda su historia.

Sobre la base de las circunstancias descritas es que el actual clima político transcurre en un ...